Poder dudar de todo y no vacilar en el momento justo.
La limpiadora
19.5.24
Ya sabemos que vamos a morir porque un día, ese día, nos tocará hacerlo. Es así de contundente, igual que nuestro nacimiento. El resto, el relleno que contiene esas dos nadas, es lo sustancial, lo que cuenta, lo que debemos narrar. Por eso odio a esos escritores lacrimógenos que se pasan la vida publicando cosas de esta naturaleza para meter miedo a la gente, o hacerles sentir pena o que se ahoguen en un vaso de tristeza. Son prosistas perjudiciales y por eso dejé de leer sus novelas y sus zarabandas literarias en torno a lo luctuoso de la existencia.
Etiquetas: cuentos de domingo, cuentos diminutos
Trilogía
15.5.24
¿Alguna vez en el mundo hubo un momento donde el tiempo, el amor y la memoria fueran uno?
Cuentísimo
12.5.24
Normalmente los cuentos son escritos comenzando por el
principio y cerrándolos con un final. Los hay que son contados desde su terminación
para acabar donde todo comienza. Otros son narrados a mitad de la historia y
saltan hacia atrás o hacia adelante según capricho de quien los escriba. No
faltan las narraciones interruptus o las que omiten parte del relato. Las más
peliagudas resultan ser siempre esas otras que ocultan lo más interesante de su
propósito y, por supuesto, las que trucan el argumento para parecer más
virgueras. Están las ficciones del multiverso capaces de enredar a quien las
lee en multitud de versiones hasta hacer imposible saber cuál es la mejor. No
faltan los nanorrelatos reducidos a una sola letra y los textos invisibles que
son de una insustancialidad sublime, aunque pongan a prueba nuestra pericia
para encontrar algún indicio de su contenido. Y, por último, están los
imposibles que, como en este caso, no saben contarse.
Etiquetas: cuentos de domingo, cuentos diminutos
Triada
10.5.24
El ser humano es lo que tiene: capaz de sentir una cosa, pensar lo contrario y actuar de forma diferente a lo que siente y a lo que piensa.
Etiquetas: actuar, aforismo, pensar, sentir, ser humano
Incorreglibles
9.5.24
A las personas se las ama como
son sin correcciones.
Etiquetas: aforismo, amar, correcciones, persona
Los desplazados
5.5.24
Etiquetas: cuentos de domingo, cuentos diminutos
La paradoja de la competencia
3.5.24
Sumisiones
2.5.24
Estar atado a la trascendencia es una servidumbre mental.
Etiquetas: aforismo, servidumbre, trascendencia
Ofertas
28.4.24
Etiquetas: cuentos de domingo, cuentos diminutos
Rúbricas
27.4.24
El destino es una entelequia firmada por el azar.
Etiquetas: aforismo, azar, destino, entelequia
Introito
26.4.24
El desconocimiento es el preámbulo de la mentira.
Etiquetas: aforismo, desconocimiento, mentira
Pre caos
25.4.24
La originalidad se esconde en los pliegues del desconcierto.
Etiquetas: aforismo, desconcierto, originalidad
Ilusionismos
24.4.24
Ante una vida adulterada hay quien prefiere los efectos especiales.
Etiquetas: adulterado, aforismo, efectos especiales, vida
Inmaterialización
22.4.24
Lo que queda de nosotros no somos nosotros, es tan solo una proyección.
Etiquetas: aforismo, nosotros, proyección
Firma de libros
21.4.24
Acudió impecablemente vestido de blanco a la cita. Había quedado con su editor en una cafetería donde solían reunirse las gentes de literatura como él las llamaba. Quería tratar los últimos detalles para la firma de ejemplares en la Feria del Libro.
Sentado en una mesa pidió que le sirvieran un té frío con leche y descubrió que, bajo el cristal, aparecía un poema. Antes de concentrarse en su lectura, curioseó con su mirada otras cercanas. En cada una de ellas estaban expuestos otros textos poéticos, igual que las ocupadas por la clientela que, en ese caso, quedaban ocultos por tazas y platos y a los que nadie parecía prestar atención.
Centró su interés en el que tenía delante y lo leyó con detenimiento. Lo apreció horrible y estimó que el resto tendrían semejante calidad. Entonces se preguntó para sí por qué la gente, sin talento, se empeñaba en hacer aquellas cosas y no tenían pudor exponerlas al público. Los compadeció.
Rodolfo Aquilino Cifuentes Castaño eran un renombrado escritor que, con determinación y empeño, además de una alta cualificación académica, había publicado algunos libros. Su última creación era una novela de cinco millares de páginas. Un intenso, documentado, afanado, esforzado, elogiado por la crítica y los colegas de profesión, trabajo, al que dedicó diez años para su conclusión.
Una llamada de teléfono lo sacó de sus pensamientos. Era su editor, amigo y hombre menudo, quien le comunicaba que no podía acudir al encuentro. «¿Cómo? ¿qué te ha pasado?». La respuesta lo dejó estupefacto: «Un ejemplar de tu novela me ha caído en el pie y me he fracturado varios dedos».
Etiquetas: cuentos de domingo, cuentos diminutos
Inabordables
20.4.24
El corazón no es una fortaleza inexpugnable porque siempre puede volver a ser conquistado.
Etiquetas: aforismo, conquistar, corazón, fortaleza
Estertoreas
19.4.24
Cuanto más eco adquieren las palabras más ruido provoca su reverberación.
Etiquetas: aforismo, palabras, reverberar, ruido
Inconsistentes
18.4.24
Abrumado ante la eternidad, el ser humano es cada vez más complejo y más frágil.
Desasidos
16.4.24
Perdemos tantas cosas en el camino que nunca deberíamos desprendernos del sentimiento de querer.
Etiquetas: aforismo, pérdidas, querer, sentimiento
Estadio
15.4.24
Etiquetas: adolescencia, aforismo, pensamiento
Flotabilidad
14.4.24
Etiquetas: cuentos de domingo, cuentos diminutos
Desatenciones
13.4.24
Cuando veas que nadie se apura ya por ti es un buen momento para comenzar de nuevo.
Estimaciones
12.4.24
Solo merecemos ser sinceros con quienes albergan sinceridad.
Etiquetas: aforismo, sinceridad
Derramamientos
9.4.24
La ternura es un sentimiento que necesita expansibilidad.
Etiquetas: aforismo, sentimiento, ternura
Brote psicótico
7.4.24
Etiquetas: cuentos, cuentos de domingo
Fluir
4.4.24
Lo que de verdad importa no es lo que verdaderamente nos mueve.
Etiquetas: aforismo, importante, movimiento
Intutitivos
3.4.24
Etiquetas: comentario, intuición, reflexión
Recusaciones
1.4.24
No se aceptan las reglas que han sido impuestas.
Etiquetas: aforismo, imposición, regla
Las tres Evas
31.3.24
Etiquetas: cuentos de domingo, cuentos diminutos
Cribados
30.3.24
Piensas lo que has de decir, dices lo que esperan oír, oyen lo que quieren escuchar.
Contrariados
29.3.24
A nuestro cerebro le molesta que le lleven la contraria, por la pura pereza de repensar nuevamente.
Nimbos
28.3.24
El camino del mundo lo rodea un extraño halo de extravío y de fascinación.
Etiquetas: aforismo, camino, extravío, fascinación, mundo
Impróvidos
27.3.24
Lo impensado que guardamos dentro es lo que más nos suele sorprender cuando aflora.
Etiquetas: aforismo, pensar, sorprender
Respiraciones
26.3.24
Apenas si da tiempo a ventilar la vida entre bocanada y bocanada de aire que tomamos.
Levitantes
24.3.24
Martín tenía la extraordinaria capacidad de levitar. No se trataba de un vuelo acrobático ni una danza etérea, sino más bien de una ascensión repentina, gradual e imprevista, como una pompa de jabón impulsada por la brisa. Sus pies se desanclaban del suelo por sorpresa, en un instante de quietud o en la ensoñación de un juego.
Un día, mientras perseguía una mariposa en el jardín, se elevó más de lo habitual. Sus ojos se llenaron de asombro al contemplar el paisaje cenital. Las techumbres de los edificios formaban un mosaico de colores y las personas se movían como pequeñas hormigas a toda prisa. La vastedad del cielo lo llenó de una emoción de paz y libertad que nunca antes había experimentado.
La curiosidad lo dominó y, en pleno vuelo, bajó la vista para observar el misterio que lo elevaba. Y en ese momento, como si un hechizo se rompiera, la gravedad lo reclamó de vuelta. Cayó a la tierra con un golpe seco, la turbación grabada en su rostro y la impotencia en sus pequeños pies.
Desde entonces, la levitación se convirtió en un recuerdo difuso, una historia sorprendente que nadie creyó. Incluso él mismo dudaba de su veracidad, preguntándose si acaso no fue más que el sueño de una mente infantil.
Años después, Martín caminaba distraído por la calle cuando vio a un niño elevarse del suelo igual que él hacía cuando era niño. La incredulidad inicial dio paso a la nostalgia y la agitación. Se acercó al pequeño, quien lo miró con una sonrisa traviesa y le dijo: «¿Quieres volver a volar?». Martín, sin dudarlo, tomó la mano del niño y, juntos, se elevaron por encima de la ciudad, dejando atrás sus preocupaciones y pesares.
Etiquetas: cuentos de domingo, cuentos diminutos
Máscaras
23.3.24
En este baile de máscaras verbales, la libertad de expresión se tambalea. La espontaneidad se diluye en la autocensura, calculando cuidadosamente cada palabra para evitar el ostracismo social o la cancelación. Lo que pensamos se convierte en un secreto a voces, lo que queremos decir se esconde bajo un velo de prudencia, y lo que decimos se transforma en una versión edulcorada de nuestras ideas, moldeada para ajustarse a las expectativas de la audiencia.
Y los que escuchan no siempre están dispuestos a recibir la verdad cruda. A veces, prefieren oír lo que quieren escuchar, una versión suavizada de la realidad que no confronta sus creencias o valores. Se crea así una burbuja de confort donde la disidencia se acalla y la crítica se disfraza de sugerencia.
La autenticidad es un valor fundamental para la construcción de relaciones sanas y honestas. Sin embargo, la censura, incluso cuando se disfraza de corrección, limita la libertad de pensamiento y debate, pilares esenciales para el crecimiento individual y colectivo.
Encontrar el equilibrio entre la sensibilidad social y la expresión libre es un desafío complejo. No se trata de negar la importancia de la empatía y el respeto, sino de encontrar espacios donde la diversidad de opiniones pueda florecer sin miedo a la represalia o la censura.
Desafiar la máscara de lo políticamente correcto no significa avalar el discurso del odio. Se trata de defender el derecho a pensar diferente, a expresar ideas sin filtros preestablecidos y a construir un diálogo donde la verdad no tenga que esconderse detrás de una máscara. Solo así podremos construir una sociedad donde la autenticidad y la tolerancia coexistan en armonía, sin necesidad de dobles o triples discursos.
Etiquetas: comentario, correcto, reflexión
¿Hay vida antes de la muerte?
21.3.24
Quien escribe sin sentir como quien vive sin amar, está muerto.
Ventanas
20.3.24
La imaginación es la única escapatoria que tiene la desesperante realidad.
Etiquetas: aforismo, imaginación, realidad
Optimizados
19.3.24
La manera de reivindicarse es ofrecer nuestra mejor versión.
Etiquetas: aforismo, reivindicar
Rituales
17.3.24
Después nos desviábamos por callejas sinuosas y visitábamos los templos de los descreídos. Allí era donde se suplicaba de verdad al dios Baco, le oí decir en alguna ocasión, y me preguntaba cómo sería esa divinidad tan diferente de la que aparecía en el catecismo que las monjas nos hacían aprender, en especial la madre Laura, una joven y guapa mujer, enérgica y mandona, de la que andábamos prendados pero a la que temíamos más que a una vara verde.
En esas iglesias, digo, es donde solíamos acabar antes de la hora del almuerzo, llenos de hombres gigantescos apoyados en las barras de las tabernas, que charlaban desinhibidos y comían con deleite, gastando bromas y gritando, hasta culminar una ronda de convidadas. El momento más culminante era volver a casa chispeante y como levitando, tras hacerme beber un pequeño tubito de cerveza.
Etiquetas: cuentos de domingo, cuentos diminutos
Retoricismo
15.3.24
Si la palabra es incapaz de expresar lo sentido entonces el silencio se convierte en elocuencia.
Perdedores
12.3.24
Los dibujos animados educaron nuestra infancia y cada
personaje nos dejó su impronta. Terminé así por empatizar con algunos de ellos
porque, frente a su destino adverso, jamás se rendían. Me pasó con el Coyote
del Correcaminos, con Silvestre y Piolín, Daffy Duck y Speedy Gonzales o con
Tom y Jerry, de quien su página web en Cartoon Network advierte: «Tom, el gato
tenaz está siempre persiguiendo a su evasivo rival Jerry, el ratón, y ningún
truco, trampa o sartén de hierro fundido lo pararán en su búsqueda eterna».
La sociedad actual nos inunda con un mensaje omnipresente de que el éxito es la única alternativa. La cultura del ganador, del triunfador a toda costa, impregna cada ámbito de nuestras vidas. Ser un trepador social, como diría Pasolini, se convierte en el objetivo primordial, relegando al ostracismo a aquellos que no alcanzan la cima.
En este contexto, la figura del vencido se invisibiliza, se arrincona y condena a la postergación. Pero, ¿es realmente la derrota algo nocivo? ¿No hay acaso denuedo en la disputa, en el aprendizaje que conlleva el fracaso y en la posibilidad de levantarse después de caer?
Pier Paolo Pasolini, en su lúcida visión, defendía la necesidad de educar a las nuevas generaciones en el valor de la decepción. Frente a un mundo plagado de "ganadores vulgares y deshonestos", de "prevaricadores falsos", Pasolini reivindicaba la figura del perdedor, del que lucha sin tregua por sus ideales, aunque no alcance la victoria final.
Ser un perdedor no implica resignación o pasividad. Al contrario, el desastre puede ser un acicate para la reflexión, el crecimiento personal y la indagación de nuevas estrategias. Es en el desengaño donde se aprende, donde se descubre la propia fortaleza y donde se forja la resiliencia necesaria para afrontar los retos de la vida.
En el tiempo de la victoria a ultranza, parece justo degustar el sabor de la derrota, no como un estigma o una desgracia, sino como una parte normal del proceso de aprendizaje. Ejercitarse en perder es tan significativo como instruirse en ganar, y así transmutarnos en personas más resistentes, adaptables y hasta compasivas.
Purgatorio
11.3.24
Existe una estación de las almas desconsoladas donde siempre dan ganas de llorar.
Sensibilidad
10.3.24
El pianista se lesionó los dedos a propósito. Quería sentir en cada tecla que pulsara, belleza y dolor.
Etiquetas: cuentos de domingo, cuentos diminutos
Quebradizos
8.3.24
Aprender a manejar nuestra vulnerabilidad es lo que nos salva.
Etiquetas: aforismo, aprender, vulnerable
El baile de la realidad
7.3.24
En el escenario de la existencia, la realidad se presenta
como un velo tejido por la mente, una danza entre la clarividencia individual y
la objetividad universal. Bajo la luz de la reflexión, surge la pregunta: ¿qué
es real y qué es ilusorio? ¿Somos meros espectadores de un drama cósmico o cocreadores
de la realidad que habitamos?
El budismo, con su mirada introspectiva, nos invita a desentrañar los misterios de la percepción. Según esta tradición, la única verdad inmutable es la conciencia. El mundo que experimentamos, desde los extensos mares hasta las hojas que caen, es una proyección mental, un lienzo donde la mente pinta sus propias imágenes. Esta idea, que desafía los discernimientos acordados, nos impulsa a explorar la naturaleza de lo experimentado.
El neurocientífico Anil Seth, desde un enfoque empírico, aporta otra perspectiva a la ecuación. Afirma que la realidad que percibimos es una alucinación controlada que nuestro cerebro establece para ayudarnos a interactuar con el mundo. Esta confusión se basa en la información sensorial, pero también en nuestras expectativas, creencias y experiencias previas. Es como si cada uno de nosotros tuviera una cámara interna que filtra la realidad a través de un lente personal.
Un proverbio árabe nos recuerda que los ojos no sirven de nada a un cerebro ciego. La realidad no se limita a lo que vemos, sino que se define por la interpretación que nuestro cerebro hace de ello. La mente, como un director de cine, toma las imágenes del mundo y las transforma en una película personalizada.
Sin embargo, la realidad no es un mero producto de la mente. Existe una base objetiva: las leyes de la física, la naturaleza, los átomos que conforman la materia. Estos elementos trascienden nuestras sensaciones individuales y nos conectan con una realidad compartida.
En la danza entre la mente y el mundo, la realidad se convierte en un enigma fascinante. La ciencia y la filosofía nos ofrecen herramientas para explorarla, pero nunca podremos esclarecer su misterio por completo.
En este baile de perspectivas, podemos encontrar la magia de la alucinación compartida que designamos vida, donde cada persona, con su lente exclusiva, aporta a la creación de una realidad colectiva, un tapiz tejido con los hilos de la experiencia individual y la objetividad universal.
En la búsqueda de la verdad, la mente se convierte en un bastidor donde la realidad se pinta con los colores de la apreciación y el aprendizaje, y cada individuo, con su pincel único, contribuye a la obra maestra total de la existencia.
Etiquetas: alucinación, Anil Seth, budismo, cerebro, conciencia, realidad, reflexión
El liquidador
3.3.24
Hay que imaginarse a Sísifo dichoso.
Albert Camus
Quizá hubiera tenido una anterior vida de amanuense o de linotipista, algún oficio manual relacionado con las palabras y los legajos. No lo sé, lo desconozco. Fue que, al entrar en aquel cubículo, me llegó una impresión extraña donde el rancio olor de la humedad y la profusión de documentación almacenada, mezclaban en mi mente un abigarrado sentimiento a descomposición de recuerdos. Dos lamparillas separadas en las esquinas iluminaban la habitación aislada de la luz solar, a pesar de poseer un gran ventanal que había sido clausurado a cualquier claridad externa, como para evitar la contaminación lumínica y veladora sobre aquel mar de papeles que inundaba la mayor parte del espacio.
La primera de las confesiones que me realizó y casi la única fue referenciar la tarea a la que, como un ser burocrático se había encomendado a diario: «estoy rompiendo papeles». La destrucción de documentos, según me explico, es una tarea parsimoniosa que exige mucho interés y concentración, porque cada escrito debe ser examinado para determinar su valor en el momento que fue redactado, su prevalencia actual y si en un futuro podría ser útil su contenido. Como sopesador de tan trascendente dictamen, sus manos eran la balanza y su mente sesuda el fiel de la misma, que se debería inclinar bien hacia la preservación o hacia la destrucción.
«Rompo papeles. Vengo aquí todos los días con la convicción de acabar con todo lo que resulte inservible, pero al volver a la jornada siguiente encuentro igual volumen de originales o incluso más. Diría que se retroalimentan y las mismas escrituras se duplican. Hay momentos que me siento como Sísifo. ¿Sabes a quién me refiero?». Negué con la cabeza a pesar de tener una leve idea de que ese nombre estaba asociado a algún mito. Busqué en el móvil. Era un personaje de la mitología griega, rey de Corinto célebre por sus fechorías y por timar a la muerte, y castigado por Zeus a llevar una piedra redonda hasta lo alto de una montaña una y otra vez. Su analogía me intrigó porque igual él también se suponía un Sísifo moderno condenado a una existencia absurda. «Es una colosal y aburrida», replicó con un deje de amargura en su voz. «A veces me pregunto si no sería mejor dejar que todo se pudra aquí, que la memoria se diluya en este mar de papeles sin importancia. Pero algo me impulsa a seguir, a desentrañar qué debe ser guardado y qué no. Es un compromiso que me incomoda, pero que no puedo rehusar».
Descansé en el único asiento disponible, una vieja y
destartalada mecedora de mimbre que crujió bajo mi peso. El ambiente cargado de
polvo y la penumbra de la habitación me producían una sensación de
claustrofobia. Observé al hombre, encorvado sobre su escritorio, inspeccionando
concienzudamente cada folio antes de colocarlo en una de las dos cestas cercanas
a él, una para destruir, la otra para guardar. Le ofrecí ayuda, entonces, en un
acto de condescendencia para para aliviar su carga. Él hombre me miró con
sorpresa desde el fondo de sus ojos grises reflejando la tenue luz de las
lamparillas. «¿Qué podrías hacer?», me preguntó. Dudé y le respondí sin saber
qué, «bueno, por si necesitas algo». Un silencio incómodo se apoderó de la
habitación. El sonido del crujir del papel y el ocasional toser del hombre eran
los únicos sonidos que rompían la quietud. De repente, se levantó y se dirigió
hacia la ventana clausurada. «Mira», dijo señalando hacia el exterior. Aparté
la vista de la montaña de papeles que me rodeaba y dirigí mi mirada hacia el
ventanal exclaustrado. Lo que vi me dejó sin aliento porque tras el cristal
opaco se extendía una ciudad de celulosa donde los edificios modernos se
mezclaban con las casas antiguas, las calles bulliciosas contrastaban con los
parques tranquilos. Era una ciudad llena de contrastes, de belleza y de caos
total de papel.
«Esa es la ciudad», dijo con voz melancólica. «La ciudad que yo he ayudado a construir, la ciudad que he visto crecer y cambiar». Su mirada se volvió hacia mí, sus ojos llenos de una profunda tristeza. No supe qué decir. Las palabras parecían insuficientes para expresar la compleja situación. En ese momento, comprendí que no solo estaba rompiendo papeles, sino también intentando destruir su condena.
«Vengo a romper papeles».
Etiquetas: cuentos de domingo, cuentos diminutos
Demorados
2.3.24
Los rezagados siempre cumplen su reto de alejamiento.
Etiquetas: aforismo, alejamiento, rezagado