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Un sueño recurrente

19.10.25


Acudía siempre a ella la misma pesadilla. Algún episodio de su vida ya superado, pero que resultó estresante, volvía a aparecer y ella estaba atrapada en mitad de aquel escenario, angustiada porque no podía estar volviendo a suceder.

Laura Méndez, era una profesora cuarentona de Lengua y Literatura que trabajaba en un instituto público y compartía su vida con Iván, un músico que solía componer de madrugada. Aquellas noches en que los acordes del piano la despertaban, Laura se quedaba inmóvil, intentando distinguir si lo que la había sobresaltado era el sonido del instrumento o el eco del sueño.

El escenario onírico variaba poco. Un aula vacía, un examen olvidado, un amor juvenil que la miraba desde el pasado con reproche. Todo parecía un bucle sin salida, una repetición absurda de lo que creía enterrado. Sin embargo, cada mañana, al despertar, sentía que algo del sueño se había filtrado en la vigilia, como una mancha de tinta en las páginas de su presente. Iván decía que los sueños eran solo ruido del cerebro y ella sospechaba que eran mensajes del tiempo, recordatorios de lo que aún no se había perdonado.

Otra noche más, Laura volvió a soñar. El aula estaba vacía como siempre, pero sobre la pizarra alguien había escrito con tiza la palabra ‘Despierta’. Avanzó entre los pupitres, notando que el suelo se ondulaba como agua bajo sus pies. Afuera, por las ventanas, no se veía el patio del instituto, sino un paisaje que no conocía. Era un campo cubierto de partituras flotando al viento. Reconoció una melodía. Era la que Iván solía tocar en la habitación contigua. Se acercó a una de las hojas y la tomó entre las manos. Las notas comenzaron a brillar, y de pronto, el aula se transformó en una vasta laguna iluminada por lunas.

Laura se vio a sí misma en la superficie del agua, pero no era la mujer de ahora sino aquella niña que había sido, la que temía fallar, la que aún no sabía perdonarse. La pequeña le sonrió y susurró que aquello no estaba pasando, que era un recuerdo enquistado. Entonces todo se disolvió en una claridad sin bordes. Cuando despertó, Iván dormía a su lado y el piano mudo. En el silencio, Laura comprendió que la pesadilla había terminado: el sueño la había devuelto al origen para dejarla, por fin, en paz o no.


Primer amor

12.10.25


En un corro improvisado los quinceañeros se abrazan. Lloran en llanto solidario tratando de empatizar con el sentimiento de uno de ellos a quien abandonó su chica. El dolor del amigo es un drama en sus vidas. Por eso deciden ir a jugar al fútbol. La mancha de una mora con otra verde se quita.


La borrasca

5.10.25

 

Aquella mañana vio cómo por el ojo del huracán subían al cielo las vacas que pastaban junto al arrozal. Al atardecer comenzó a llover arroz con leche. Los niños corrían con cuencos en las manos, celebrando el milagro. Los mayores, en cambio, temblaban: sabían que cada prodigio lleva escondido un precio. Esa noche, mientras las estrellas parecían espolvoreadas de azúcar, alguien preguntó en voz baja qué pasaría cuando el cielo decidiera devolver las vacas.



La biblioteca anónima

28.9.25


De repente se borraron los nombres de todos los autores, pero ninguno de aquellos libros mermó en el placer de su lectura. Un maleficio había caído sobre la biblioteca, decían que un castigo por la vanidad de quienes los escribían y ambicionaban más el esplendor de su firma que la profundidad de sus palabras.

Las letras persistieron, las narrativas reposaron sin daño, pero la altanería fue tachada de cada portada sin dejar rastro. Desde entonces, leer allí era un acto inocente: nadie podía presumir de autoría, nadie podía reclamar méritos. Solo la voz ignota y desvestida, que hablaba al corazón de quien se enfrentaba a los textos, permanecía.

Cuentan que, todavía hoy, aquella maldición permanece y cualquier libro al entrar en ese edificio disipa de inmediato la autoría de su lomo. Es por ello que cada persona sale de allí con la sensación de haber conversado, por fin, con la literatura misma.


Contadores

21.9.25


—No me puedo creer lo que me estás contando.

—Pues es verdad.

—Entonces ¿me lo tengo que creer?

—Yo me lo he creído.




Viajes

14.9.25


—¿Es este el autobús de los suicidas? —preguntó.

—Sí, suba, el trayecto es corto y el destino triste, pero cierto.



Competición

7.9.25


Las madres se miraron compulsivas y apretaron sus manos contra la barra de empujar el carrito de sus bebés y, como aurigas furiosas, se lanzaron a la carrera. Las ruedas golpeaban los adoquines, chirriaban en las esquinas y se deslizaban temerarias por los pasos de cebra. Los transeúntes se apartaban incrédulos, los semáforos parpadeaban como jueces implacables y los coches tocaban el claxon como trompetas de estadio. La meta, nadie lo sabía. Quizá era simplemente llegar antes a ninguna parte.



Relojes

31.8.25


El tiempo impío pasó y todos supieron de sus consecuencias. Los relojes, cansados de avisar en vano, comenzaron a atrasarse adrede. Primero minutos, luego horas, después días enteros. Era su forma de desagravio para enredar al mundo que los había encadenado a un tic-tac eterno.


Reencarnación

24.8.25


Al jardinero, la decapitación de los rosales lo iluminó, de repente, sobre su anterior vida como verdugo. Desde entonces, al podar, pedía perdón en voz baja, mientras las espinas lo miraban con un rencor antiguo.


Bumerán

17.8.25


Un arquero ufano tensó con tal intensidad su arco que la flecha disparada volvió y le atravesó el corazón.



El niño futbolista

10.8.25


Chutó la pelota con tanta fuerza y precisión que partió el mundo en dos.



Olores

3.8.25


Mientras paseaba a su perro olfateó el rastro de su vecino y miccionó en aquella esquina.



Chutador

27.7.25


El niño se alegra cada vez que patea la lata y la introduce en la papelera. Su emoción sube de tono con cada acierto. Más tarde, la madre del goleador tuerce el gesto al contemplar sus zapatillas.


Alienista

20.7.25


La almohada le hablaba de los sueños blandos que pueblan su cabeza.


Donante de órganos

13.7.25


En su testamento vital pidió que, al morir, le extrajeran todo aquello que pudiera servir a otras personas y así fue aprovechado su corazón, su sentido del humor, su ternura y su alegría. Ahora, en algún lugar, hay quien ama con su amor, sonríe con su risa, abraza cariñosamente y vive con dicha.



Amistades

6.7.25


Un sujeto y un predicado se conocieron y de aquella amistad surgió esta frase tan chula.



Pedagógicas

29.6.25


Era una escuela que enseñaba en el fracaso y por eso expulsaba a los estudiantes con mejores notas.



Cronógrafo

22.6.25


Salió en busca de tiempo perdido y regresó envejecido.


Leyes físicas

15.6.25


Tuvo un sueño muy pesado y, al despertar, corrió hacia la báscula para comprobarlo. Efectivamente, había engordado diez kilos.


Antagónicos

8.6.25


Le dijo que vivía en las antípodas de su amor y lo amó al revés.