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Envites

20.7.24


A veces tardíamente me viene un empujón de nostalgiosa infancia.



Oteos

5.3.24


Desde la vejez se observa nítida la infancia.



Insensibilidades

28.9.23



Los peores pedagogos son quienes olvidaron que tuvieron la dicha de una infancia.




Implantaciones

14.9.23



La gente de ahora tiene muchas fotos de su niñez, la de antes solo tenía recuerdos y hasta quien no tenía ni infancia.




Develaciones

7.12.22



Desde la infancia aprendí que el mundo también era soledad.



Nada acaba bien

21.9.22



Solo se dan finales felices en la infancia, el resto del tiempo los cuentos siempre terminan mal.



Irrepetibles

12.9.22



Ninguna niñez es comparable porque cada infancia es única.



Retornos

7.8.21



Sales de la infancia y después todo es un volver a mirar hacia ella.




Chiquillería

28.1.21



En mi infancia, igual que en la de tantos niños, había una innata naturalidad por el reciclaje. La chavalería entonces encontraba en los materiales de desecho de muchos oficios, una fuente de acopio para transformarlos en herramientas lúdicas. Las sobras de las carpinterías o los escombros de la construcción nos proveían de materia prima con la que elaborar infinidad de artefactos para jugar. Ahora los niños viven en una puerilidad obsolescente.



Orbicular

18.6.19


La vida es circular y concéntrica. Completamos círculos que, desde la infancia, anillan la existencia hasta el punto final.



Métricas

3.5.19



El tiempo de la infancia es lírico. El tiempo poético es niñez. Ninguno de los dos tiempos puede ser cronometrado por el pragmatismo de los relojes.



‘Implexo’

7.3.18



Las figuras de la madre y el padre son apeladas especialmente en dos etapas de la vida de las personas: en la infancia y cuando ya no están.



Iluminados

6.3.17



La infancia es una eterna mañana de domingo.



Juguetes rotos

17.4.14



Uno de los peores atentados contra el ser humano es el robo de su infancia. La esclavitud, la prostitución, la explotación, son los exponentes más claros de ese crimen, que suele ocurrir en países con pocas garantías para la infancia. 
Otra más de esas formas de destruir la infancia es mentirles con la promesa de llegar a ser futbolistas famosos. A Europa se estima que han llegado entre 10.000 y 20.000 menores africanos para cumplir con su sueño de jugar al fútbol y que han sido abandonados en las calles. En África tenían una infancia difícil, aquí una infancia rota.
Con ser más sutil no es menos cruel la ocurre junto a nosotros. Son miles de niños los que con el beneplácito familiar los que dejan todo para jugar al fútbol en España.
Leo el testimonio de un exfutbolista, Borja Criado, quien señala: «entrenábamos cuatro días a la semana por las tardes y llegaba a mi casa todos los días no antes de las diez de la noche.  Con este nivel de exigencia, no daba tiempo ni para hacer los deberes, ni para estudiar ni para otra cosa que no fuera dedicación exclusiva al fútbol.  Es cierto que teníamos que presentar las notas en el club cada trimestre y, salvo alguna excepción, mis compañeros venían con una relación de suspensos importantes».
Criado además señala: «creo poder decir que he encauzado bien mi vida profesional tras mi etapa en el fútbol de élite.  Sin embargo, no siempre ocurre así, e incluso podría decirse que, en muchas ocasiones, la cosa no termina tan bien (…) De aquel equipo de veintidós futbolistas que eran campeonísimos, sólo cuatro han conseguido tener una carrera en Primera o Segunda División».
Es decir que más del ochenta por ciento de esos chiquillos que no tienen una infancia como el resto, tampoco logran un futuro como futbolistas. En el camino habrán dejado un mundo de juegos e imaginación tan propio de la infancia.



Infancia robada

16.4.07




Hubo un tiempo que los niños crecieron con los cuentos orales de sus mayores, la lectura de libros y las grandes aventuras cinematográficas. Luego llegó la televisión y la población infantil comenzó con el pragmatismo de la imaginación. Los héroes y sus aventuras, la magia y sus efectos, llegaron diseñados y envasados. Ahora se convierten en protagonistas de espectáculos infames que los avejentan.

Tanta prosperidad arruina este mundo.



Inocencia primera

29.4.05


La felicidad es una entelequia burguesa. Uno deja de ser feliz cuando pierde la infancia.