La ciudad de los olores
8.4.25
—Alejandra esta ciudad siempre me huele a Rimbaud y el Café Les Deux Magots a Beauvoir y a Camus.
—París es la ciudad donde aprendí que se puede estar más solo que en el desierto. Aquí la soledad tiene ruido de pasos apresurados y risas ajenas. Me enseñó que el infierno puede ser una ciudad luminosa. Sus calles son heridas abiertas por donde sangro versos. París me dio palabras y me robó la piel.
—¿Somos el vacío y la nada?
—Escribo contra el silencio que me habita. Escribo para llenar el vacío, pero cada palabra excava más hondo el abismo.
—Pero hubo territorios como la infancia poblada de sensaciones.
—Yo era una niña que jugaba a ser poeta y ahora soy una poeta que juega a ser niña. Mi infancia no fue infancia. Fue un exilio disfrazado de juegos. En mi memoria hay un jardín donde nunca salió el sol. Allí sigo, enterrando muñecas rotas.
—Somos exiliados de algún territorio de nuestro yo.
—No tengo territorio soy mi propia extranjera. En París he aprendido que el exilio no es un lugar, sino una piel que nunca termina de mudarse. No tengo patria. Mi cuerpo es una frontera cerrada incluso para mí. Mi único hogar es el silencio. Pero hasta él me exilia cuando intento habitarlo.
—Y luego está la lucidez.
—Mi locura es ver demasiado en un mundo de ciegos. Mi locura es ver con demasiada claridad. Los demás pestañean; yo tengo los ojos siempre abiertos en la oscuridad y luego tengo esta luz dentro que me quema. No es sabiduría, es una fiebre que no cesa. Estoy presa dentro de mi propia claridad. Cada pensamiento es un barrote. Escribo porque no soporto lo que veo. Pero al escribirlo, lo hago aún más real.
—Es por eso que el suicidio se convierte en acto estético y una metáfora de liberación.
—Moriré de amor o de poesía pero no de tiempo. No temo a la muerte, temo a esta vida que ya es un simulacro de ausencia.
—¿El lenguaje es salvación y trampa porque es imposible nombrar lo inefable?
—Escribo para no morir pero escribo porque estoy muerta. Cada poema me cuesta un pedazo de piel. Escribir es despellejarse vivo.
—Dicen que en esta ciudad se huele el amor al caminar por sus calles.
—Amar es ver el final desde el primer beso. Por eso mis amores son epitafios anticipados. Amar es desangrarse en otro, es cometer un suicidio a cámara lenta.
—Me marcho, he visto pasar al fantasma de César Vallejo, voy a ver dónde va.
—La poesía es el intento de nombrar lo que nos quema por dentro y no tiene nombre. Sólo en el poema digo la verdad. Después, miento como todo el mundo. Cada poema es un fracaso. Pero es el único fracaso que me enorgullece.
Etiquetas: aforismo dialógico, Pizarnik
Casa de acogida
6.4.25
Khaleesi nació con una sonrisa como si el mundo le pareciera un juego amable. Aún no sabía que había llegado a una estación equivocada del destino, una donde los abrazos escaseaban y los gritos sobraban. Su madre, con la voz hecha un susurro y los ojos enturbiados por cicatrices invisibles, apenas la sostenía, pero aun así, la sustentaba.
La enfermera, testigo silente de tantas historias rotas, se dejó seducir por aquella criatura de luz. La niña le sonrió como si la esperanza pudiera prenderse así, de repente, en un parpadeo.
La madre llegó a aquel lugar temblando. No traía nada, salvo miedo y una niña que aún no comprendía el mundo. Allí le ofrecieron algo parecido al cobijo: una manta, un plato caliente, un oído que no juzgaba. Y, sobre todo, tiempo.
Khaleesi, con sus manos pequeñas, tocaba el rostro de su madre como queriendo recordar su forma, como si dijera: no te vayas otra vez. Y la madre amusgó la mirada como quien se protege del sol, comprendiendo que tenía que quedarse, que podía permanecer y que tal vez valía la pena intentarlo.
La casa era modesta, pero el corazón que es como una casa de acogida se le agrandó por dentro. Allí comenzó a construir otro relato: sin golpes, sin voces, sin desaliento. Una pequeña diablura contra la fatalidad.
Porque una consecuencia de hacer siempre lo que otros quieren es que te arrastra un torrente extraño hasta que un día decides y, es esa pequeña libertad, igual a una chispa que lo ilumina todo la que te puede llevar mar adentro.
Y entonces, por primera vez, la mujer miró a su hija a los ojos y sonrió.
Etiquetas: cuentos, cuentos de domingo
Cubriciones
5.4.25
Etiquetas: aforismo, pensamiento, yo
Patrones de existencia
2.4.25
Al principio era el ‘Ojo de Dios’ quien lo veía todo, la deidad omnisciente y la conciencia cósmica suprema.
Después fue el Gran Hermano quien nos vigilaba, ese panóptico de Michel Foucault que es el de la lógica de sociedades hipervigiladas, donde la autorregulación y la autocensura reemplaza a los barrotes.
Ahora es el algoritmo quien nos observa, nos sigue y sabe todo sobre nosotros, y nos seduce con sus constantes mensajes. Ya no necesitamos ser obligados a obedecer, porque hemos aprendido a desear lo que el algoritmo quiere que deseemos. Y lo más inquietante es que, a diferencia del Gran Hermano, que era un enemigo visible, el algoritmo es invisible, intangible y, muchas veces, deseado.
Así, la vigilancia ha pasado de lo divino a lo político y finalmente a lo digital, en un proceso donde el control se ha vuelto más sutil, pero también más profundo. La pregunta ya no es quién nos observa, sino si alguna vez podremos dejar de ser observados y manipulados.
Quizá la alternativa sea que juguemos a desconcertar el algoritmo, sepamos más que él, practiquemos la equivocación, le facilitemos mentiras y borremos nuestro rastro con desconexiones cada vez más frecuentes.
Etiquetas: algoritmo, análisis, reflexión, vigilancia
Tributos
1.4.25
Cuanto más comprendemos lo menos que somos es cuando más apreciamos vivir.
Etiquetas: aforismo, comprender, vivir
Osmólogo
30.3.25
Desde niño poseía esa rara habilidad de olfatear el sexo de las mujeres. Sabía que cada una emitía un olor diferente. Las había que olían a azucenas de mar o a queso curado, a tierra regada por la lluvia, a guayaba o a canela, a bergamota o a tinta china. Un mapa cromático de fragancias femeninas embelesaba sus narinas. Todas tenía un aura aromática que las definía ante su nariz. Fue al llegar a su juventud que se enamoró y perdió su sexto sentido odorífero porque su amor no olía a nada.
Etiquetas: cuentos de domingo, cuentos diminutos
Fluyentes
25.3.25
Etiquetas: aforismo, crear, leyes universo
La cena
23.3.25
Se juntaron una noche la coma elíptica y el coma etílico. Ella muy sobreentendida y él muy inconsciente, hacían una pareja peculiar. Habían quedado para cenar con una pareja amiga: él era corrector ortográfico y ella delirium tremens. Creo que la velada no acabó muy bien porque hubo faltas de respeto, descontrol, poca economía del lenguaje y alucinaciones.
Etiquetas: cuentos de domingo, cuentos diminutos
Intenciones
21.3.25
Etiquetas: aforismo, cambio, desagradable, mundo
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