—Señora Duras, para no creer en el amor, parece usted un corazón enamorado.
—El amor no es más que una ilusión y un
espejismo que nos hace ver lo que queremos ver. No hay amor, hay palabras y el
amor es una palabra más.
—¿Y cuál es su naturaleza?
—El verdadero amor nunca se desgasta. Cuanto
más se da, más se tiene. En el amor verdadero no hay espacio para el miedo ni
la duda. Es un sentimiento puro y sin condiciones. El amor verdadero no
necesita explicaciones ni justificaciones. Simplemente es.
—¿Qué es el amor?
—El amor es una fuerza indomable que nos
consume y nos libera al mismo tiempo. Es una forma de supervivencia, un
instinto básico que nos impulsa a seguir adelante. El amor es un lenguaje sin
palabras, un susurro del corazón que solo podemos entender a través de la
experiencia. Es un viaje sin fin, una búsqueda constante de la felicidad y la
plenitud.
—Me gusta oírla hablar.
—El amor es la única respuesta a todas las
preguntas, la fuerza que nos impulsa a seguir adelante incluso en los momentos
más oscuros. Es un río que fluye en todas las direcciones, sin restricciones ni
fronteras. Un eco perpetuo que resuena en cada latido de nuestro corazón.
—Siga, por favor, me deja anonadado.
—El amor es un regalo que se debe cuidar y
proteger, no una posesión que se puede controlar. El amor es un baile eterno en
el que dos almas se entrelazan y se complementan. La verdadera belleza del amor
radica en su capacidad para transformar y sanar incluso las heridas más
profundas.
—¿Qué requiere el amor?
—El amor es un acto de valentía, una elección
consciente de abrir nuestro corazón a la posibilidad de ser heridos. Y no se
mendiga ni se implora, se cultiva y se conquista con el tiempo y la dedicación.
—¿Y cómo lo dilucidamos?
—El amor es un laberinto en el que nos perdemos
y nos encontramos una y otra vez. No es un juego en el que se gana o se pierde, es un desafío en el que
se aprende y se crece.
—¿Y cuál es su verdad? La verdad del amor no
puede ocultarse, siempre se hace evidente en nuestras acciones y nuestras
palabras. El amor no tiene edad, es un sentimiento eterno que trasciende todas
las barreras temporales. No se puede medir ni cuantificar, es un regalo que se
vive en el presente y no por la cantidad de tiempo que pasamos juntos, sino por
la calidad de esos momentos.
—Cuánto sabe usted del amor, Marguerite.
—El amor no se busca, se encuentra en el lugar
y el momento más inesperados y no conoce límites ni condiciones, es un
sentimiento puro y desinteresado que nos eleva y nos transforma.