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Razones de amor

31.7.24


—Señora Duras, para no creer en el amor, parece usted un corazón enamorado.

—El amor no es más que una ilusión y un espejismo que nos hace ver lo que queremos ver. No hay amor, hay palabras y el amor es una palabra más.

—¿Y cuál es su naturaleza?

—El verdadero amor nunca se desgasta. Cuanto más se da, más se tiene. En el amor verdadero no hay espacio para el miedo ni la duda. Es un sentimiento puro y sin condiciones. El amor verdadero no necesita explicaciones ni justificaciones. Simplemente es.

—¿Qué es el amor?

—El amor es una fuerza indomable que nos consume y nos libera al mismo tiempo. Es una forma de supervivencia, un instinto básico que nos impulsa a seguir adelante. El amor es un lenguaje sin palabras, un susurro del corazón que solo podemos entender a través de la experiencia. Es un viaje sin fin, una búsqueda constante de la felicidad y la plenitud.

—Me gusta oírla hablar.

—El amor es la única respuesta a todas las preguntas, la fuerza que nos impulsa a seguir adelante incluso en los momentos más oscuros. Es un río que fluye en todas las direcciones, sin restricciones ni fronteras. Un eco perpetuo que resuena en cada latido de nuestro corazón.

—Siga, por favor, me deja anonadado.

—El amor es un regalo que se debe cuidar y proteger, no una posesión que se puede controlar. El amor es un baile eterno en el que dos almas se entrelazan y se complementan. La verdadera belleza del amor radica en su capacidad para transformar y sanar incluso las heridas más profundas.

—¿Qué requiere el amor?

—El amor es un acto de valentía, una elección consciente de abrir nuestro corazón a la posibilidad de ser heridos. Y no se mendiga ni se implora, se cultiva y se conquista con el tiempo y la dedicación.

—¿Y cómo lo dilucidamos?

—El amor es un laberinto en el que nos perdemos y nos encontramos una y otra vez. No es un juego en el que se gana o se pierde, es un desafío en el que se aprende y se crece.

—¿Y cuál es su verdad? La verdad del amor no puede ocultarse, siempre se hace evidente en nuestras acciones y nuestras palabras. El amor no tiene edad, es un sentimiento eterno que trasciende todas las barreras temporales. No se puede medir ni cuantificar, es un regalo que se vive en el presente y no por la cantidad de tiempo que pasamos juntos, sino por la calidad de esos momentos.

—Cuánto sabe usted del amor, Marguerite.

—El amor no se busca, se encuentra en el lugar y el momento más inesperados y no conoce límites ni condiciones, es un sentimiento puro y desinteresado que nos eleva y nos transforma.

 


El desapego de escribir

24.7.24

 

—Aquí, señora Kristóf, con el ruido monótono que hacen las máquinas en la cadena de montaje de relojes, es difícil tener una mente de escritor.

—Para escribir poemas, la fábrica está muy bien. El trabajo es monótono, se puede pensar en otras cosas y las máquinas tienen un ritmo regular que ayuda a contar los versos. En general, me contento con escribir dentro de mi cabeza. Es más fácil. En la cabeza, todo se desarrolla sin dificultad. Pero, en cuanto se escribe, los pensamientos se transforman, se deforman, y todo se vuelve falso. A causa de las palabras.

—¿Se escribe contra todo y a pesar de todo?

—Escribir no es una profesión, es una vocación. Una se hace escritora escribiendo con paciencia y obstinación, sin perder nunca la fe en lo que se escribe. Hay que escribir, naturalmente. Luego, hay que seguir escribiendo. Incluso cuando no le interese a nadie, incluso cuando tenemos la impresión de que nunca interesará a nadie. Incluso cuando los manuscritos se acumulan en los cajones y los olvidamos para escribir otros.

—¿La escritura es una herramienta de autodescubrimiento y comprensión que permite procesar experiencias y saber sobre la condición humana?

—Escribo para entender el mundo y a mí misma.

—¿Se escribe para amplificar las voces de aquellos que a menudo son marginados o no escuchados?

—Escribir es una forma de dar voz a los que no tienen voz.

—También de desafiar las normas sociales.

—Escribir es una lucha contra el silencio.

—Pero surgen dudas, interrogantes sobre el absurdo de escribir, la mala conciencia por dejar de hacerlo y la consideración de los demás sobre lo que uno hace.

—Incluso ahora, por la mañana, cuando la casa se vacía y todos mis vecinos se van

a trabajar, tengo un poco de cargo de conciencia por instalarme en la mesa de la

cocina a leer los diarios durante horas en vez de… fregar los platos del día anterior, ir

de compras, lavar y planchar la ropa, hacer mermeladas o pasteles… Y, ¡sobre todo!, en vez de escribir.

—¿Y al final qué hacemos?

—Realmente ya no quiero escribir más. A los libros anteriores les fue bien. No quiero estropearlos con algo menos bueno.

—¿Y leer?

—Leo. Es como una enfermedad. Leo todo lo que cae en mis manos, bajo los ojos: diarios, libros escolares, carteles, pedazos de papel encontrados por la calle, recetas de cocina, libros infantiles. Cualquier cosa impresa. Fue así como, muy joven, por casualidad y sin apenas darme cuenta, contraje la incurable enfermedad de la lectura.

—¿Lo pasó mal entonces?

—Mi enfermedad de la lectura me traería sobre todo reproches y desprecio: No hace nada. Se pasa el día leyendo. No sabe hacer nada más. Es la tarea más pasiva de todas. Perezosa. Y, sobre todo, lee en vez de… ¿en vez de qué? Hay miles de cosas más útiles, ¿no?

—¿La mentira forma parte del juego literario?

—Desconfío de la mentira de los sentimientos. Si uno piensa, le resulta imposible amar la vida. Las palabras que definen los sentimientos son muy vagas; es mejor evitarlas y atenerse a la descripción de los objetos, de los seres humanos y de uno mismo, es decir, a la descripción fiel de los hechos.

—¿Y la tristeza?

—Hay vidas que son más tristes que el más triste de todos los libros. Por muy triste que sea un libro, nunca puede ser tan triste como la vida.

En la lavandería

17.7.24


—Me gusta esta lavandería, Lucia, no es como otras, usted que conoce tantas lo sabe bien. Se respira un cierto aire de soledad.
—La soledad es un concepto anglosajón. En Ciudad de México, si eres el único pasajero en un autobús y alguien sube, no solo se sentará a tu lado sino que se recostará en ti.
—De lavanderías y también de señoras de la limpieza sabe bien.
—Las mujeres de la limpieza lo saben todo. Y las mujeres de la limpieza roban.
—¿Qué les aconsejaría?
—Aceptad todo lo que la señora os dé, y decid gracias. Luego lo podéis dejar en el autobús, en el hueco del asiento. Como norma general, no trabajéis para las amigas. Tarde o temprano se molestan contigo porque sabes demasiado de su vida. O dejan de caerte bien, por lo mismo.
—Y su experiencia como mujer de la limpieza ¿cómo fue?
—Las mujeres de la limpieza de toda la vida no me aceptan de buenas a primeras. Y además, me cuesta conseguir trabajo en esto, porque soy «instruida». Desde que me alcanza la memoria siempre he tenido un don para quedar mal.
—Eso a pesar de que usted les da un manual.
—Mujeres de la limpieza: aprenderéis mucho de las mujeres liberadas. La primera fase es un grupo de toma de conciencia feminista; la segunda fase es una mujer de la limpieza; la tercera, el divorcio.
—¿Y las señoras cómo la tratan?
—He aprendido a contarles a las señoras desde el principio que mi marido alcohólico acaba de morir y me he quedado sola con mis cuatro hijos. Hasta ahora nunca había trabajado, criando a los niños y demás. Las señoras siempre suben la voz un par de octavas cuando les hablan a las mujeres de la limpieza o a los gatos.
—La suya no parece que haya sido una vida fácil.
—Todo lo bueno o malo que ha ocurrido en mi vida ha sido predecible e inevitable, en especial las decisiones y los actos que han garantizado que ahora esté completamente sola. La única razón por la que he vivido tanto tiempo es porque fui soltando lastre del pasado. Cierro la puerta a la pena al pesar, al remordimiento. Si permito que entren, aunque sea por una rendija de autocompasión, zas, la puerta se abrirá de golpe y una tempestad de dolor me desgarrará el corazón…
—También hay recuerdos…
—Todos tenemos nuestros álbumes de recortes mentales. Planos congelados. Instantáneas de gente a la que amamos en distintos momentos. Cuando fallecen tus padres has de afrontar tu propio final. Entonces ya no queda nadie para protegerte de la muerte.
—¿Qué sabe de la muerte?
—Una cosa sé de la muerte. Cuanto «mejor» es la persona, cuanto más cariñosa, feliz y comprensiva, menor es el vacío que deja su muerte. El tiempo se detiene cuando alguien muere. Por supuesto se detiene para ellos, quizá, pero para los que sufren la pérdida el tiempo se desquicia. La muerte llega demasiado pronto. La muerte cura, nos dice que perdonemos, nos recuerda que no queremos morir solos.
—Por eso son tan crueles las demoras.
—La gente pobre está acostumbrada a esperar. La Seguridad Social, la cola del paro, lavanderías, cabinas telefónicas, salas de urgencias, cárceles, etcétera. Vivirás siempre paralizada por las normas, por lo que la gente te dice que deberías pensar o hacer.
—Siempre habrá algo más importante que no tengamos que desatender.
—Nada importa mucho, ¿no? Me refiero a importar de verdad. Sin embargo a veces de pronto, durante apenas un segundo, se te concede la gracia de creer que sí, que importa muchísimo.
—El amor, por ejemplo.
—El amor te hace desgraciado, decía nuestra madre. Mojas la almohada llorando hasta quedarte dormida, empañas las cabinas telefónicas, con tus lágrimas, tus sollozos hacen aullar al perro, fumas dos cigarrillos a la vez.



En el salón de baile

10.7.24


—Señora Némirovsky, me alegra encontrarla en este baile, un lugar propicio a las pasiones.
—Los seres apasionados son simples. Pero he vivido lo bastante para saber que no hay corazón sencillo.
—Y sin embargo al principio sí que lo parece.
—Qué tontos somos de jóvenes... ¡Y qué hermosas locuras, las del amor!
—Y el camino del amor es largo.
—Nadie puede presumir de conocer el mar sin haberlo visto en la calma y en la tempestad. Dios mío, si a los veinte años supieras lo sencilla que es la vida... A mi edad, la sangre se ha apagado; lo que se siente es frío.
—¿Las pasiones nos mueven?
—Dichosos los que pueden amar y odiar sin disimulos, sin vacilaciones, sin matices. Tarde o temprano, la vida apaga en nosotros las pasiones más ardientes. Cada día que pasa y que has perdido para el amor es una tragedia.
—Entonces ¿nos dejamos guiar por la brújula dela amor?
—El verdadero amor no conoce límites, ni siquiera los de la muerte. El amor es el único refugio en tiempos de caos.
—Ese tipo de amor es insaciable.
—Las madres y las enamoradas, hembras feroces...
—¿Le desarma el ser humano?
—Nunca se acaba de conocer a nadie. Somos una raza ávida, hambrienta desde hace tanto tiempo que la realidad no basta para alimentarnos. Necesitamos también lo imposible.
—Igual que en otras épocas, no son estos tiempos de paz.
—La guerra es como el amor, fácil de empezar pero muy difícil de terminar. La guerra no tiene ganadores, solo perdedores. La verdadera valentía es la que se muestra en la batalla contra uno mismo.
—La libertad siempre aparece amenazada, incluso por aquellos que la proclaman.
—En la batalla por la libertad, todos somos soldados. La verdadera victoria es la paz.
—¿Algún atisbo?
—La esperanza es el arma más poderosa en tiempos de desesperación. La verdadera fuerza se muestra en la vulnerabilidad. Toda alegría es contagiosa y desarma los sentimientos de odio.


Experimentos de vida

3.7.24

 

—Pionera del feminismo, señora Wollstonecraft, usted reivindicó los derechos de la mujer.
—Las mujeres no son mero adorno en el mundo, son seres humanos capaces de pensar y de actuar. Las mujeres necesitan educación y libertad para ser reconocidas como iguales.
—Defendió que el género es una característica biológica y que la sociedad desempeña un papel fundamental en la formación de las identidades.
—La igualdad de género no es solo un tema de justicia, sino también de eficiencia y progreso. No se nace mujer, se llega a serlo.
—Parece fundamental la importancia del aprendizaje en el desarrollo personal y colectivo.
—La educación es el gran motor del progreso individual y social. Enseñar a las mujeres a ser simples es enseñarles a ser estúpidas. La educación debe ser laica y accesible para todos, sin importar su género.
—Sus ideas revolucionarias sobre la igualdad de género han servido de modelo.
—La fortaleza es el camino hacia el progreso, la debilidad el camino hacia la insignificancia. La sociedad siempre se beneficia de la igualdad de género. No deseo que las mujeres tengan más poder que los hombres, sino que tengan más poder sobre sí mismas.
—Entonces es un error enseñar a buscar únicamente la riqueza y la grandeza como metas en la vida.
—La riqueza y la grandeza no deben ser el objetivo principal en la educación de las mujeres; la sobriedad, la modestia y la dulzura deben ocupar ese lugar.
—¿Cuáles son las particularidades de las mujeres?
—La verdadera esencia de una mujer está en la capacidad de enfrentar y superar los obstáculos más que en sus aptitudes. El carácter de una mujer no depende de sus talentos, sino de su constancia, de su capacidad para enfrentar la adversidad.
—Existen algunos deberes por parte de la sociedad.
—La verdadera grandeza de una nación se ve en cómo trata a sus mujeres.
—Se equivocan quienes se casan.
—El matrimonio es el grave error de la sociedad, lo que convierte a las mujeres en esclavas y a los hombres en tiranos.
—¿Cómo se alcanza la verdadera libertad?
—La razón es la única base de la libertad. No hay barrera, cerradura ni cerrojo que puedas imponer a la libertad de mi mente.
—Un consejo.
—Siempre parece necesario reivindicarse ante uno y ante los demás. El amor verdadero no se basa en la sumisión, se basa en la igualdad y el respeto mutuo.


Sin poder

26.6.24


—Disculpe señora Montseny, siempre me ha interesado su pensamiento crítico y su compromiso con las causas sociales que siguen siendo relevantes en un mundo que aún se enfrenta a grandes desafíos, ¿dónde comenzó a fraguar este pensamiento?
—Mi madre creía que ella podía darme la enseñanza que no encontraría yo en los centros pedagógicos oficiales. Se dedicó a mi enseñanza, se dedicó a formar mi conciencia y dejándome, sin embargo, en libertad de elegir siempre mi camino.
—Su legado continúa vigente en la actualidad. Su lucha por la justicia social, la igualdad de derechos y la libertad individual la convierte en una figura inspiradora para las nuevas generaciones.
—Si un sueño de dominio ha habido en mí, ha sido el de reinar espiritualmente sobre el futuro por la fuerza de mi recuerdo, de mi ejemplo y de mi obra. Ahora, curada hasta de esta vanidad pueril, generosa y romántica, sonrío; al fin de todos los sueños humanos no hay más que polvo.
—A mí me gusta decir que no quiero ni mandar ni obedecer.
—El poder es una charca pestilente que corrompe a todo aquel que a él se acerca.
—Por eso se hizo anarquista.
—El anarquismo es una idealidad basada en la posibilidad de organizar la sociedad sustituyendo el Estado por la administración de las cosas, por el pacto entre iguales, por las asociaciones de productores y por la organización armoniosa del trabajo, puestos los instrumentos de producción en manos de los productores. El anarquismo ha sido difamado, deformado y calumniado con igual unanimidad por conservadores y por comunistas.
—¿Qué lo diferencia de estos últimos?
—Lo que nos divide es que el método de los comunistas se diferencia fundamentalmente del nuestro. Nosotros vamos a la destrucción del Estado porque consideramos que el estado es la opresión y que el poder, en manos de quien sea, será siempre poder y tenderá a crear sus intereses y consideramos que esos intereses serán tan poderosos que todas las ideas revolucionarias quedarán ahogadas por los intereses creados por ese poder. Y los ejemplos de la revolución rusa, y de las otras revoluciones que a la revolución rusa han sucedido, nos lo demuestran.
—También que prevalezca en individuo frente al Estado.
Nosotros continuamos creyendo, con Proudhon y con Bakunin, que el enemigo principal de la libertad humana y de las relaciones entre los hombres y los pueblos es la existencia de los Estados y que hay que procurar gestar un mundo auténticamente socialista basado, sobre todo, en los derechos del individuo y en la organización de una sociedad en la que no haya poder opresor, partiendo de la base de que todo poder, lo tome quien quiera, será forzosamente opresor y será forzosamente obligado a recurrir a la dictadura, que ha sido la fatalidad de Rusia y que es lo que, fundamentalmente, nos separa de los comunistas.
—Usted nunca se consideró feminista.
—Las cuestiones del feminismo me interesan para combatirlas y situarlas en el punto donde han de partir todas las inquietudes humanas: la transformación de una sociedad injusta y el abandono de una moral y unas preocupaciones que solo han servido para esclavizar a la mujer y desviar a la especie toda.
—¿Por eso criticaba el feminismo?
—No existe feminismo de ninguna clase y si alguno hubiese, habríamos de llamarlo fascista, pues sería tan reaccionario e intolerante que su arribo al poder significaría una gran desgracia para los españoles. ¿Feminismo? ¡Jamás! Humanismo siempre. Propagar un feminismo es fomentar un masculinismo, es crear una lucha inmoral y absurda entre los dos sexos, que ninguna ley natural toleraría.
—¿Se trata de terminar con la rivalidad entre hombres y mujeres?
—La cuestión de los sexos está clara: igualdad absoluta en todos los aspectos para los dos; independencia para los dos; capacitación para los dos; camino libre, amplio y universal para la especie toda. El feminismo racional o humanista, sereno y equilibrado, abriría para la mujer el camino de las reivindicaciones, no de sexo ni de clase, sino de humanidad e incluiría al movimiento femenino en el movimiento general humano.


Compañía en los malos momentos

19.6.24


—Señora Seligson, siento lo de su hijo.
—Prefiero que me llame Esther.
—Una verdadera pena lo de Adrián.
—Voló once pisos abajo en una inverosímil voltereta de acróbata impecable. Quien no lo vio jamás creerá que cayó ‘como si un Ángel lo hubiese sostenido en el aire’, de espaldas sobre el piso del garaje sin dejar una sola gota de sangre derramada, o que manchara sus ropas.
—Los suicidas nos recuerdan que estamos condenados a vivir y eso nos interpela.
—¿Qué se podía añadir a este enigma clínico sino otras preguntas?: ¿Acaso nuestros afectos son sólo proyección de carencias infantiles? ¿Fui una madre desertora? ¿Me puse siempre a merced del objeto amado fuera o no correspondida?
—La escuché decir que no tenía miedo a la muerte, entonces a qué.
—A lo que muere, a la neutralidad afectiva, al insidioso silencio, al vivir en el disimulo.
—¿Y al vacío?
—Si para que el mundo existiera tuvo que operarse un vacío, y si para que el hombre ocupara un lugar en él tuvo que operarse otro vacío, ¿qué tenía entonces de particular que los humanos fuesen seres de nostalgia?
—Por eso ama la vida y todos sus asuntos.
—La vida es un viaje sin destino.
—Y sus formas las que nos hace amarla.
—Amo las paradojas, la turbulencia del anhelo, de la libertad, de los desafíos del Absoluto, y preñada voy de esa sed que me consume y que cuántas veces no me han reprochado ‘sólo pasa en tu cabeza’.
—Y a pesar de todo se sigue adelante.
—Preservar cueste lo que cueste un ‘reino de fantasía’ por encima del ‘sentido de realidad’, la ensoñación más allá del legado de puntos de vista y actitudes sociales codificados, conservar la rilkeana capacidad de asombro de ese niño interior que toma sus sueños por realidades, esa chispa inextinguible que aspira perpetuamente a lo divino.
—¿Qué encontró en la escritura?
—La escritura es una forma de exorcizar los demonios.
—Y también de creación.
—Si, invento, me gana la imaginación, me subyuga el cerco numinoso de lo indefinible, el halo de las quimeras, de las imágenes poéticas.
—¿Debería el autor desleírse en su obra?
—Rilke dice que el yo, al transformarse en obra, encuentra su salvación y su disolución en el Universo.
—Hay quien defiende la escritura como un proceso excelso y sublimador.
—Nunca he sentido que escribo por catarsis; si yo no estuviera reconciliada en mi interior, no hubiera podido escribir… pero con un buen orgasmo seguro tienes catarsis.
—Las palabras nos cubren.
—El lenguaje es la piel del alma.
—Y su recuerdo.
—La memoria es un país donde siempre estamos de paso.
—Un país sin sentimiento de patria.
—Es bueno ser errante y peregrino. Sentirte extranjero en cada ciudad en la que vives te permite un contacto más emotivo.
—Bueno, me despido de usted. ¿Algo que deba recordar?
—Sí, el amor es una fuerza que nos transforma.



El admirador

12.6.24


—¿Me firma un autógrafo, señora Lamarr? Soy un admirador de su belleza.
—El conocimiento es la verdadera belleza.
—Estoy de acuerdo pero usted triunfó por su hermosura.
—El éxito no se mide por la belleza, sino por la inteligencia y la felicidad que llevas dentro.
—Aún así, me parece una mujer guapa.
—Nunca me sentí bonita. No tengo la nariz perfecta, ni los ojos perfectos. Pero es como si los fotógrafos hubieran encontrado algo en mí.
—Su físico ejerce una cierta atracción.
—Mi cerebro es más sexy que cualquier parte de mi cuerpo. La inteligencia es el mayor afrodisíaco que existe.
—Abunda usted mucho en lo intelectivo.
—Una mujer sólo necesita ser bonita cuando lo dicen los hombres, pero una mujer inteligente puede hacer cualquier cosa.
—Eso es cierto.
—No encajo en el molde de lo que la sociedad espera de una mujer.
—Le escuché decir en una ocasión: «Seriedad es igual a ser aburrido».
—La creatividad es la inteligencia divirtiéndose, pero también ser inteligente no es ser perfecto, es saber aprender de nuestros errores.
—¿Es cierto que la inteligencia es el arma más poderosa que una mujer puede tener?
—Las mujeres deben ser valientes y no tener miedo de ser inteligentes. La inteligencia es como un faro en la oscuridad.
—Usted fue actriz, inventora y filántropa ¿qué la enseñado la vida?
—La vida no es fácil para nadie. Pero afrontar los desafíos con inteligencia es lo que marca la diferencia.
—¿Cuál es entonces su finalidad?
—La vida es un viaje, no un destino.
—A veces da la impresión de que hay gente que no se mueve.
—No creo que la gente deba vivir en la caja en la que nacieron. Deben explorar todas las posibilidades.
—Un consejo.
—Nunca dejes de soñar, incluso cuando la vida te ponga a prueba. La vida es demasiado corta para desperdiciarla en cosas que no te hacen feliz.
—¿Y lo mejor?
—El amor es la fuerza más poderosa del universo.
—Sin desaliento, claro.
—No te rindas nunca, incluso cuando parezca que todo está perdido.
—Ahora le reconocen como la precursora del wifi y del bluetooth.
—Siempre he dicho que soy una máquina de pensar.




Matar al autor

4.6.24

 


 

—Señor Barthes, no parece que le haya entusiasmado mucho la charla del conferenciante, a pesar de que la quiso cubrir de ingenio.

—El poder de la escritura radica en su capacidad para liberar al lector y al autor de las ideas preconcebidas.

—Pero el conferenciante recubrió su discurso de aceptación y conformismo.

—La escritura es una forma de resistencia contra el poder establecido, una forma de desestabilizar las estructuras.

—No parece que se despendiera eso de las palabras pronunciadas.

—Escribir no es nada más que la forma más directa de hablar al otro.

—También pienso que es un acto de resistencia.

—La escritura es una forma de explorar el límite entre lo real y lo imaginario.

—Lo escrito es una llave hacia otra realidad.

—La escritura no es una realidad, sino una posible realidad.

—Pienso que el autor se debe disolver en la obra hasta desaparecer en sus contenidos.

—La muerte del autor es el nacimiento del lector.

—Siempre lo he propugnado, más que el Día del Libro lo que se debería celebrar es el día de las personas que leen, los practicantes de la lectura, porque son ellos quienes significan la obra creada.

—El acto de leer es como mirar la luna a través de los barrotes de una ventana.

—Bastante recompensa existe ya en la creación.

—La escritura es el medio por el cual el autor trata de recuperar su libertad perdida.

—No hay nada como desnudarse de todo artificio y quedar frente al espacio en blanco que manchan las palabras.

—La escritura es un juego mortal con el lenguaje, un intento de apresar el infinito en palabras.

—Igualmente la oportunidad de ser un embaucador.

—El lenguaje es ese lugar donde me dejo engañar, donde me engaño a mí mismo.

—Quien lee se siente igualmente como un minotauro.

—El texto es un laberinto donde el lector se pierde y se encuentra a sí mismo.

—Espero volver a encontrarlo en la próxima conferencia. ¿Algún consejo?

—La escritura es una forma de desaprender, de desligarse de las verdades establecidas.

Adagio del caminante

19.1.23


—Dónde vas?

—Donde me lleven los pies.



Peyorativo

2.8.21



Me animó a decirle la verdad a la cara después de haber hecho aquel comentario. 

—¿Realmente crees que ha tenido una buena vida? 

—Sí —me respondió con rotundidad. 

—No, porque nadie le amó. Ni hijos, ni mujer, ni todas esas prostitutas pagadas en mil prostíbulos. Su historia es la historia de una soledad iterativa.



Gratuidades

11.6.21



No esperes nada de nadie —me dijo— y, a pesar de ello, habrá gente que te lo dará todo por nada. Esas son las gentes las necesarias.




Todo por llegar

28.4.21



En un futuro previsible donde no tendremos que llevar mascarilla:

—¿Eres alérgica?

—¿Por?

—Como llevas puesta la mascarilla.

—La uso contra la insensatez humana.

Deletéreos

12.12.20



—Procuramos siempre obtener lo satisfactorio del mundo, cazadores de la felicidad.

—Lo que nos gusta muchas veces no es lo que mejor nos sienta, pero es lo que nos hace más felices. Ese es el lado tóxico de la felicidad—replicó el compañero. 

—Eso es porque nos han envenenado el pensamiento.



Alterados

28.10.20



—Soy una persona enferma, ni entiendo el mundo ni lo que me pasa —le confesó a su compañero de trabajo—. Después colocó en la banasta un aguacate cogido del árbol.

—Siempre te estás quejando —respondió con desgana el acompañante mientras cargaba con tres pesadas cestas del fruto que recolectaban.

—No te lo digo en serio, padezco una de esas enfermedades raras.

—A ver qué te ocurre.

—Padezco un trastorno tripolar.

—¿Y eso? —preguntó sorprendido.

—Sí, que unos días estoy bien, otros días mal y otros no sé qué me pasa, porque no estoy ni bien ni mal.

—Pues será que estás normal, igual que todo el mundo.




El rastreador

22.10.20



—Buenas. Soy un rastreador. 
—¿Y qué quiere rastrear? 
—Su vida. 
—Mi rastro vital es muy común. Apenas si contagio un poco de alegría y de entusiasmo, junto a momentos de incomodidad y algunos malos ratos. También contamino con un poco de sarcasmo, de incredulidad y de pesimismo. 
—¿Con quién suele estar en contacto? 
—Gente amable y sencilla, en general. 
—Pues que sepa que es usted un caso sospechoso de ser un asintomático de inmanencia. 
—Lo sustancial de este tiempo es mirar a lo inmediato que, por cercano, no parece conocido. Al contrario, es todo bastante desconcertante. 
—Tengo que aplicarle el protocolo y a partir de ahora queda usted aislado del resto de la humanidad, en tanto no dé negativo en la PCR. 
—Sí, estoy en Paz Con Razón.



Averías

25.8.20




—Muy buenas señor. Dígame dónde tiene la avería de las luces. Tengo un día muy ajetreado.
—El destino del ser humano es vivir en el paroxismo del fastidio.
—También en la ridiculez de las ideas.
—Decimos una necedad, y a fuerza de repetirla, acabamos creyéndola.
—Eso es muy antiguo, aunque esté tan moda ahora entre ciertos sectarios.
—El fanatismo es un monstruo que osa decirse hijo de la religión.
—Y a pesar de eso crecen sus acólitos.
—¿Qué es más peligroso, el fanatismo o el ateísmo? Sin duda lo es mil veces el fanatismo, pues el ateísmo no inspira pasiones sanguinarias, mientras que el fanatismo sí. El ateísmo no se opone al crimen, pero el fanatismo es causa de que se comentan crímenes.
—Muchos de ellos piden acatamiento a lo que dicen, aunque no sea verdad.
—A los vivos se les debe respeto, a los muertos nada más que verdad.
—Y entendimiento también.
—Cuando de aquel que habla y aquel a quién le habla, ninguno de los dos entiende lo que significa, entonces podemos decir que eso es la metafísica.
—Son gentes que pregonan ensalzados ideales.
—El que siente la ardiente ambición de ser edil, tribuno, pretor, cónsul o dictador, se esfuerza por pregonar que ama a su patria, pero solo se ama a sí mismo.
—Demasiado quererse.
—El amor propio, al igual que el mecanismo de reproducción del género humano, es necesario, nos causa placer y debemos ocultarlo.
—La ética de lo interesado limita con la avaricia.
—En el desprecio de la ambición se encuentra uno de los principios esenciales de la felicidad sobre la tierra.
—Otra entelequia, ser seres dichosos.
—Buscamos la felicidad, pero sin saber dónde, como los borrachos buscan su casa, sabiendo que tienen una.
—Siempre nos están escamoteando nuestro destino.
—Azar es una palabra vacía de sentido; nada puede existir sin causa.
—La necedad entonces acrecienta su causa.
—La idiotez es una enfermedad extraordinaria, no es el enfermo el que sufre por ella, sino los demás.
—Y entre tanto no paran de contagiarse.
—La ignorancia afirma o niega rotundamente; la Ciencia duda.
—Dudar es ejercitar la mente.
—La incertidumbre es una posición incómoda, pero la certeza es una posición absurda.
—Se pasan todo el tiempo como altavoces del desconcierto.
—Hay quienes sólo utilizan las palabras para disfrazar sus pensamientos.
—Por eso somos lo que hacemos, no lo que decimos.
—Los ejemplos corrigen mucho mejor que las reprimendas.
—Callar y actuar entonces.
—El secreto de aburrir a la gente consiste en decirlo todo.
—Bueno, señor Voltaire, ya tiene arregladas todas las luces de su casa.




Apicultores

18.8.20



—Me gustaría volver a tener veinte años con lo que sé ahora.
—Serías un joven viejo y la cosa no tendría ninguna gracia.
—Podría aprovechar para no cometer los errores que cometí.
—Cometerías otros.
—Me aprovecharía de lo que sé para adelantarme a los acontecimientos.
—Te aburrirías de saberlo todo.
—O no. Todo comienza de nuevo.
—El tiempo es tan líquido como esa miel que recoges: se elabora en su fluir.




Lesiones

14.8.20



—Me gustaría decir: a nadie herí y salí ileso de la vida.
—Nadie sale indemne de una vida sin herirse y que lo hieran.



Paralogismo

12.8.20





La mañana era parca en presencias cuando apareció el primer cliente conocido.
—Tú me dirás qué quieres.
—Lo de siempre pero renovado.
—No me pidas cosas raras en el desayuno.
—Lo raro hoy es normal mañana.
—Qué me quieres decir —protestó ante el asiduo amigo.
—Antes los hijos se marchaban jóvenes de casa. Después se quedaron en el hogar bastante tiempo.
—¿Y?
—Y ahora vamos a ser los padres quienes nos iremos —y se echó al gaznate un largo tragó de café.