El liquidador

3.3.24

 

Hay que imaginarse a Sísifo dichoso.

                                                                                                                         Albert Camus

 

 

Quizá hubiera tenido una anterior vida de amanuense o de linotipista, algún oficio manual relacionado con las palabras y los legajos. No lo sé, lo desconozco. Fue que, al entrar en aquel cubículo, me llegó una impresión extraña donde el rancio olor de la humedad y la profusión de documentación almacenada, mezclaban en mi mente un abigarrado sentimiento a descomposición de recuerdos. Dos lamparillas separadas en las esquinas iluminaban la habitación aislada de la luz solar, a pesar de poseer un gran ventanal que había sido clausurado a cualquier claridad externa, como para evitar la contaminación lumínica y veladora sobre aquel mar de papeles que inundaba la mayor parte del espacio. 

La primera de las confesiones que me realizó y casi la única fue referenciar la tarea a la que, como un ser burocrático se había encomendado a diario: «estoy rompiendo papeles». La destrucción de documentos, según me explico, es una tarea parsimoniosa que exige mucho interés y concentración, porque cada escrito debe ser examinado para determinar su valor en el momento que fue redactado, su prevalencia actual y si en un futuro podría ser útil su contenido. Como sopesador de tan trascendente dictamen, sus manos eran la balanza y su mente sesuda el fiel de la misma, que se debería inclinar bien hacia la preservación o hacia la destrucción.

«Rompo papeles. Vengo aquí todos los días con la convicción de acabar con todo lo que resulte inservible, pero al volver a la jornada siguiente encuentro igual volumen de originales o incluso más. Diría que se retroalimentan y las mismas escrituras se duplican. Hay momentos que me siento como Sísifo. ¿Sabes a quién me refiero?». Negué con la cabeza a pesar de tener una leve idea de que ese nombre estaba asociado a algún mito. Busqué en el móvil. Era un personaje de la mitología griega, rey de Corinto célebre por sus fechorías y por timar a la muerte, y castigado por Zeus a llevar una piedra redonda hasta lo alto de una montaña una y otra vez. Su analogía me intrigó porque igual él también se suponía un Sísifo moderno condenado a una existencia absurda. «Es una colosal y aburrida», replicó con un deje de amargura en su voz. «A veces me pregunto si no sería mejor dejar que todo se pudra aquí, que la memoria se diluya en este mar de papeles sin importancia. Pero algo me impulsa a seguir, a desentrañar qué debe ser guardado y qué no. Es un compromiso que me incomoda, pero que no puedo rehusar».

Descansé en el único asiento disponible, una vieja y destartalada mecedora de mimbre que crujió bajo mi peso. El ambiente cargado de polvo y la penumbra de la habitación me producían una sensación de claustrofobia. Observé al hombre, encorvado sobre su escritorio, inspeccionando concienzudamente cada folio antes de colocarlo en una de las dos cestas cercanas a él, una para destruir, la otra para guardar. Le ofrecí ayuda, entonces, en un acto de condescendencia para para aliviar su carga. Él hombre me miró con sorpresa desde el fondo de sus ojos grises reflejando la tenue luz de las lamparillas. «¿Qué podrías hacer?», me preguntó. Dudé y le respondí sin saber qué, «bueno, por si necesitas algo». Un silencio incómodo se apoderó de la habitación. El sonido del crujir del papel y el ocasional toser del hombre eran los únicos sonidos que rompían la quietud. De repente, se levantó y se dirigió hacia la ventana clausurada. «Mira», dijo señalando hacia el exterior. Aparté la vista de la montaña de papeles que me rodeaba y dirigí mi mirada hacia el ventanal exclaustrado. Lo que vi me dejó sin aliento porque tras el cristal opaco se extendía una ciudad de celulosa donde los edificios modernos se mezclaban con las casas antiguas, las calles bulliciosas contrastaban con los parques tranquilos. Era una ciudad llena de contrastes, de belleza y de caos total de papel.

«Esa es la ciudad», dijo con voz melancólica. «La ciudad que yo he ayudado a construir, la ciudad que he visto crecer y cambiar». Su mirada se volvió hacia mí, sus ojos llenos de una profunda tristeza. No supe qué decir. Las palabras parecían insuficientes para expresar la compleja situación. En ese momento, comprendí que no solo estaba rompiendo papeles, sino también intentando destruir su condena.

«Vengo a romper papeles».



Demorados

2.3.24


Los rezagados siempre cumplen su reto de alejamiento.



Nano

1.3.24


Somos mínimas historias ante la inmensidad del tiempo y del Universo.



Babélicos

29.2.24


En la mudez de la noche los sueños son políglotas.



Ineluctables

28.2.24


Siempre estamos enfrentados a lo inevitable.



Substracciones

27.2.24


Una vida plena es aquella que roba tantas emociones a la nada.



Espesamiento

26.2.24


Cada aforismo escribe un libro.



Pasajeros

25.2.24


                                                               A mi amigo Mikhail Carbajal


Me quedé dormido en el metro entre las estaciones de Ataraxia y Thaumazein. Acostumbro a echar una cabezadita cuando el cansancio me vence de vuelta a casa y, en ocasiones, me paso y llego hasta Irrestricto, con lo que supone de pérdida de tiempo. Pero en esta ocasión noté que alguien tocaba mi hombro y mientras despertaba oí la voz joven de una mujer que me decía: ya llegamos. La miré con agradecimiento mientras me apeaba del vagón vacío.



Bamboleos

24.2.24


Si una duda te tambalea no te enfurezcas contra ella.



Inyecciones

23.2.24


El sordo rumor de la rutina inocula el silencio.



Apremiantes

22.2.24


Algo que perjudica al ser humano actual es que espera de todo, una respuesta inmediata.



Pringados

21.2.24


¡Ay de quién nunca haya roto un plato!



Sombreados

20.2.24


Las zonas poco iluminadas del pensamiento son las más difíciles de ver.



Increíble

19.2.24


Más allá de que lo escrito tenga repercusión o no, está el hecho prodigioso de lo creado.



Endofasia

18.2.24


—¿Tú estás escuchando lo que dices?
—¿Qué?
—Esa barbaridad que acabas de soltar.
—No he dicho nada, solo soy tu voz interior.


Originalidades

17.2.24


En todo ser humano existe una cierta carga de patetismo y, especialmente, en algunos hay una exagerada tendencia a su exhibición.



Antidisturbios

16.2.24


Existe gente dotada de una gran capacidad para perturbar la vida ajena.



Proyección

15.2.24


Date la vuelta y verás que solo eres una sombra.



Descodificaciones

14.2.24


El amor siempre nos desentraña ante los demás.



Retroalimentación

13.2.24


Resulta controvertido y circular: amar y enfadarse contra lo amado y luego arrepentirse.



Hablas

12.2.24


La mirada es el lenguaje más sublime del amor.



Viejos oficios

11.2.24


Cada vez que escuchaba la flauta de amolador bajaba a toda prisa para afilar los instrumentos cortantes de la casa. Después se embobaba con las chispas que desprendía el roce del acero contra el esmeril. Contaba que en ese fulgor era capaz de adivinar quién sería su próxima víctima.



Catadióptricos

10.2.24


No sería yo si digo que veo el mundo como lo ven los demás.



Arrimes

9.2.24


Nunca te acuestes con una idea fija, puede que te levantes con un mal pensamiento.



Solucionario

8.2.24


Si toda solución nos parece mal es porque nos gusta lo que hay.



Mejunjes

7.2.24


Al existencialismo siempre le ha venido bien una buena dosis de vitalidad.



Compiladores

6.2.24


Existen coleccionistas de todo menos de nada.



Contextos

5.2.24


Sólo somos la ficción de una realidad.



Imposibles

4.2.24


 —No podemos amarnos, no podemos —le dijo mientras se arrebujaba contra su pecho y les resbalaban las lágrimas.

—Entonces —le preguntó—, ¿esto es el amor?



Vindicantes

3.2.24


Escribir es reivindicar ante el papel lo que la mente idea.



Ilaciones

2.2.24


Es la admiración ausencia de envidia.



Codificación predictiva

1.2.24


Nuestro cerebro nos engaña con tanta facilidad que terminamos por asumir que todo lo que nos indica es cierto.



Voladuras

31.1.24


En la demolición de los segundos es donde más se advierte el vértigo de la existencia.



Partículas

30.1.24


Somos ese electrón tan importante para el átomo, aunque tan insignificante para el Universo.



Arrobamientos

29.1.24


Desde que nace al ser humano lo mecen en una cuna de desvaríos.



Confesiones

28.1.24


«Tengo por costumbre no mirarme al espejo. Una vez miré y me encontré con un desconocido. Pasado mucho tiempo volví a mirar y ya no había nadie».



Formidable

27.1.24


Lo incomparable es aquello que es escrito sin competir contra nada ni nadie.



Minotauros

26.1.24


Nuestro destino es un laberinto de casualidades.




Indolentes

25.1.24


Te harás inmune al mundo cuando la felicidad o la tristeza te sean indiferentes.




Reluctantes

24.1.24


Las personas refractarias no dejan penetrar la luz de las ideas ajenas.




Succiones

23.1.24


Con más o menos resistencia, todos seremos avenados por el sumidero existencial.



Oxidaciones

22.1.24


Toda teoría filosófica se entumece ante su realidad práctica.



La costurera

21.1.24


Se hizo un traje de tela marinera y resultó la mujer más admirada por las sirenas.



Oráculo

20.1.24


Mañana no estaré escribiendo porque habré muerto.




Contagiados

19.1.24


Dar ejemplo es mejor que dar consejo.




Incontrovertible

18.1.24


Las dos certezas incuestionables son las de que moriremos porque hemos nacido.




Desprendimiento

17.1.24


En ocasiones he soñado que volvía a ser yo.




Recuadros

16.1.24


Cada persona ve el mundo por una ventana distinta y esa marcación es determinante su visión.




Física aforística

15.1.24


El aforismo es un agujero negro donde existe tal intensidad de las ideas que, salvo por la lucidez de la mente, no puede escapar ningún razonamiento o radiación de inteligencia.




El viejo sabio

14.1.24


Cada día ofrecía una lección magistral desde la cima de la montaña. Desde allí lo escuchaban atentos los amaneceres, los cielos rojos, el viento, las nubes y el mar calmo. Si les faltaban sus palabras cambiaban a fieros.




Impasibilidades

13.1.24


Al Universo le es indiferente tu tristeza o tu alegría.




Indefensiones

12.1.24


Somos, a menudo, nuestra propia enfermedad.




Siniestros

11.1.24


Cuando tu mundo se derrumba, debes de aprender a respirar bajo los escombros.




Divergencias

10.1.24


La tolerancia no puede ser cómplice de la intransigencia.




Infinitudes

9.1.24


Si lo piensas bien nunca habrás existido.




Reciedumbres

8.1.24


Si duro es saber morir, más duro es saber vivir.







Final inesperado

7.1.24


La Nochevieja y el Año nuevo tuvieron un idilio y decidieron alejarse del bullicio. Desde entonces no se han vuelto a ver celebraciones.




Preliminares

6.1.24


El amor comienza por un juego inocente.




Suspicaces


Desde la tristeza siempre es sospechosa la alegría.







Discrepantes

4.1.24


Llevar la contraria es invertir el pensamiento.




Realces

3.1.24


Una manera de ennoblecernos es dignificando a los demás.




Desemejantes

2.1.24


Las consecuencias no siempre son las mismas para cada persona.




Infalibilidades

1.1.24


Cuanto más seguro estás es cuando más vulnerable eres.




Seres oníricos

31.12.23


Te pregunté qué hacías dentro de mi sueño. Tú me dijiste, entonces, que me estabas soñando.




Completitud

30.12.23


Es difícil ser feliz a jornada completa.




Toques

29.12.23


Cierta cantidad de estoicismo mejora la calidad del hedonismo.



Empeoramientos

28.12.23


Las copias de uno mismo suelen ser autodegenerativas.






Sintomatologías

27.12.23


Aprecia todos los síntomas del Universo y entenderás tu existencia.



Experimentación

26.12.23


La vida, ese laboratorio de emociones, de gente desconocida a la que queda por querer.



Serenos senderos

25.12.23


Quien ni espera ni desespera alcanzará sosiego y gratitud en su camino.




Amistosas

24.12.23

 

—Buenos días, qué tal estás.

—Bien —le sonrió.

—Sabes, el otro día conocí al padre del marido de tu amiga Silvia. Un tipo encantador.

Le volvió a sonreír mientras pensaba: «esta tipa es un tostón. Ahora me va a decir que es donde trabaja el suegro de mi amiga, una inmobiliaria que ella conoce porque en la misma curra la hija de una vecina, íntima suya de toda la vida».

—Y a que no sabes qué, vende unas casas chulísimas, es la oficina de Cecilia, la hija de Paqui, la que se compró el chalet con piscina en esa urbanización tan pija.

Le ofreció una nueva sonrisa como aprobación a la historia que contaba en tanto que, mirándola a la cara, se preguntaba cuándo detendría su discurso de pesada parlanchina. «Ahora me va sacar a relucir algún tema de su salud», pensó.

—Pues nada que vengo del médico porque resulta que tengo una fractura metacarpiana. ¿No me ves la mano hinchada? Así llevo toda la semana, sin poder lavar un plato. Menos mal que tengo a Jorge, el pobre se encarga de todo. Me han mandado reposo y me van a hacer unas pruebas para saber si ha sido por tanto esfuerzo que la mano se ha cansado o porque se me gastan los huesos que una ya va para mayor. Y después lo de la taquicardia, ¿sabes? Me dan palpitaciones y me pongo malísima, vamos como si me fuera a dar un infarto.

Y mientras la observaba mover los labios pero ya sin escucharla, discurría: «lo que me importará a mí su metacarpiano inflamado o deshinchado, el de su marido y el de su hijo, sus supuestas palpitaciones, su venta de Thermomix que además de a su suegra y a su hermana no le habrá vendido ninguna más a nadie o que ahora, se haya hecho influencer y se dedique a vender dietas milagrosas para el adelgazamiento. Precisamente ella que no está gorda, qué va para nada, ya se la podía aplicar.

—Te veo muy callada ¿te pasa algo? —le resopló.

—Qué me va a pasar —contestó su boca porque su mente decía otra cosa diferente—, que una anda pensando en las cosas que tiene que hacer.

—A mí me pasa igual —explicó azorada—, así que me voy que no quiero perder más tiempo. Hasta luego.

Entonces pensó: «¿hasta luego? ¿piensa venir luego? ¡qué horror!», y la miró empequeñecerse en la trama urbana con el alivio de quien sale a la superficie del agua a respirar.

Dejó su mirada perdida en el infinito hasta que se sorprendió. La vio detenerse con otra mujer y se apesadumbró: «pobre víctima».

Incesantes

23.12.23


En el pensar no hay holganza.



Sermones

22.12.23


Deberían amonestarnos por el tiempo perdido.



Indagatorias

21.12.23


Viajar es reconocer el mundo.




Digresiones

20.12.23


El futuro es una entidad contemplativa.




Hermenéuticas

19.12.23


Para saber que vives tienes que notar que te estás muriendo en cada momento.





Grado cero

18.12.23


El deber de quien escribe es enfrentarse a su escritura como si nada de lo que ya ha hecho tuviera valor alguno, un empezar de nuevo.




Evolución

17.12.23


—Han tenido que pasar millones de años para que nos encontremos —le susurró.

—Sí. Y tenemos solo este instante para amarnos.



Marchitaciones

16.12.23


Envejecer es perder la rebeldía ante el mundo.




Teorizaciones

15.12.23


Un 𝘢𝘧𝘰𝘭𝘪𝘳𝘪𝘴𝘮𝘰 es la mixtura entre la poética de lo sentido y el razonar de lo pensado.