Cada vez que escuchaba la flauta de amolador bajaba a toda prisa para afilar los instrumentos cortantes de la casa. Después se embobaba con las chispas que desprendía el roce del acero contra el esmeril. Contaba que en ese fulgor era capaz de adivinar quién sería su próxima víctima.
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1 apostillas:
Muy bueno,¿a quién le tocaría esta vez? :-)
Un abrazo
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