Repeticiones

29.7.19



Si todos somos únicos es porque la originalidad no existe.



Compras

28.7.19



Desde que abrieron el comercio me llamó la atención porque no se podía apreciar nada de su interior debido a sus cristaleras opacas. Mi curiosidad fue creciendo cuando supe que la tienda solo estaba abierta al público una hora diaria. Cada vez que cruzaba por el lugar, atraído por un cierto magnetismo, volvía la cabeza y me preguntaba qué clase de productos despacharían en ese establecimiento. Un día, dispuesto a matar mi interrogante obsesión, me paré a observar el tipo de clientela que acudía al negocio. Descubrí que ninguna de las personas que entraban allí, salían después, ya que pasados sesenta minutos el cierre se bajaba y no subía hasta la jornada siguiente. El descubrimiento me sobresaltó y tomé la decisión de entrar. Mientras caminaba hacia local mi pulso se aceleró y comencé a sudar. Cuando estaba en el umbral me detuve a leer un cartel que, al contrario del clásico ‘No se permiten devoluciones’, advertía: ‘No se devuelven admisiones’.



Repelentes

27.7.19




Para Víctor Hugo «es una cosa bastante repugnante el éxito. Su falsa semejanza con el mérito engaña a los incautos». Es por ello que asistimos a este desfile de criaturas aupadas por los crédulos.

 

Accesibles

26.7.19



Gozamos de grandes avances tecnológicos que nos hacen la vida más fácil y el conocimiento más asequible, pero a través de esas herramientas nos controlan y nos observan. Vivimos una libre esclavitud.



Ocupas

25.7.19



Siempre me alegro por las distinciones, homenajes y premios ajenos. Es así como alguien ocupa el lugar donde no quiero estar.



Espacio vacío

24.7.19



¿De qué llenar las oquedades que taladran las ausencias en el existir?



Pillamoscas

23.7.19



Atrapar el sentimiento poético es como pillar moscas al vuelo, donde hay que ser intuitivo y rápido de reflejos. La persona que lo intenta nunca está segura si ha agarrado al díptero y si abre la mano, para comprobarlo, el insecto escapa.




Existencias

22.7.19



A cada instante somos observados, medidos y estudiados. A través de miles de definiciones nos dicen cómo somos, cómo pensamos y cómo actuamos. Interpretan nuestros deseos y nuestros sueños, publican en qué nos estamos convirtiendo, nuestro estado mental, nuestra salud, nuestros biorritmos y lo que debemos de corregir. Aparecemos bajo la sospecha de no estar existiendo bien o con el uso correcto y eso nos aniquila como personas y arruina nuestra plenitud. Tantas definiciones nos están matando.



Selene

21.7.19



Era una mujer lunar. Cada cuarto creciente me sonreía por la ventana.



Apolo XI

20.7.19



Nunca había mirado la Luna como aquella noche. Sentados a la puerta de casa para aprovechar el relente después de otra larga jornada calurosa de julio y mientras los mayores discutían sobre la veracidad de aquella proeza humana, trataba de ver a simple vista a los astronautas saltando por la superficie del satélite, entre la curiosidad de saber cómo sería andar sin gravedad y la aprensión de haber viajado tan lejos, rodeados de tanto espacio vacío. Me fui a la cama con un poco menos de inocencia.



Caudales

19.7.19



En el dinero, los deseos nunca deben de ir por encima de las posibilidades.



Ecolalia

18.7.19



¿Quien repite una pregunta obtiene un eco por respuesta? 




Involuciones

17.7.19



Tener un poco de dinero para comprar algo ha dotado a millones de personas de una falsa conciencia de seres opulentos que deben defender, frente a la amenaza de la fraternidad y la igualdad, su estatus acomodaticio.



Sociedad del malestar

16.7.19



A pesar de tener conciencia de que necesitamos contemplación, reflexión y calma, nuestro estilo de vida camina en dirección contraria.



Antipoética

15.7.19



No existe la palabra poética, en todo caso vivirá una poética de la palabra. Esa pátina invisible que cubre cada vocablo poetizado, cada acción lírica.



Deshielo

14.7.19



Los cuerpos de dos amantes aparecieron en un glaciar donde desde hacía cientos de años se les había congelado el amor. Tras derretirse el hielo volvieron a sonreír.



Fragancias

13.7.19



Cuando siendo tan joven me dio por imitar los versos de César Vallejo, escribía deleznables poemas de aprendizaje y me sentía el poeta mismo, en su hondura y desesperación existencial. 

Hoy al releer de nuevo al maestro peruano me vuelve el aroma de esa época imperfectamente humana, surrealista y libérrima, pero es solo su perfume porque el tiempo se evaporó.

Afables

12.7.19



Según Lao Tse, «La amabilidad en palabras crea confianza. La amabilidad en el pensamiento crea profundidad. La bondad de dar crea amor». En una sociedad áspera como la actual, hasta el filósofo chino se rendiría en más de una ocasión.



Calificaciones

11.7.19



Cuando alguien trata de adjetivar mi escritura le digo: Yo escribo. Solamente eso. Y en 𝘦𝘴𝘰 siempre estamos de acuerdo.



Toros

10.7.19

 

Cuando era pequeño mi padre me llevaba a los toros. El ocio en aquellos años estaba balanceado entre el fútbol y los toros, y para un trabajador de largas jornadas que comenzaban el lunes y acababan en la noche del sábado, las diversiones del domingo eran de guardar. Y qué mayor satisfacción para un progenitor que llevar a su hijo pequeño a divertirse junto a él. 

Los ecos de ese recuerdo aparecen lejanos y las pocas sobreimpresiones que mantengo son como un daguerrotipo gastado por el tiempo. La música, eso sí que permanecen en mi memoria. Cuando sonaba la banda para mí era algo seductor porque llenaba la plaza de alegría, junto al colorido del rojo y el amarillo en el albero. 

Después, aquel desfile de trajes de luces, los alguacilillos, los toreros, los banderilleros, picadores, mozos y areneros. Hasta ese instante el espectáculo era bonito, perfecto diría, algo que en un niño haría después simular juegos en los que daba capotazos con el delantal de mi abuela en la azotea de casa. 

A partir de entonces todo cambiaba a peor. Primero sentía miedo de que el toro cogiera al torero, después rabia por ver cómo los odiosos picadores se obcecaban con el astado y comenzaba el derramamiento de sangre. Y finalmente, tras los vítores y olés del público por la faena torera, me tapaba la cara para no ver cómo la espada atravesaba el cuerpo del animal, pensando cuánto dolería ese hierro dentro de aquella mole negra y vital que agonizaba. 

Dos incidentes más me alejaron de ese entretenimiento. Una pariente partió una banderilla que había obtenido como trofeo tras una corrida para dar la mitad a una prima mía, algo que rompió mi alegría de niño en aquel momento. Y la segunda anécdota fue que, mientras presenciaba una corrida de toros y terminaba de merendar, el torero lanzó una de las orejas del toro muerto al público, con tal puntería que tiró al tendido el plátano que comía, quedando manchado sangre y con el consiguiente enfado de mi padre que cambió, desde ese día, el fútbol por los toros.