Mundología

15.4.22



Somos ese instante pleno de vivencia, nunca el que llegará.



Quemas

14.4.22



En lo infrecuente arde el fuego de lo extraordinario.



Sandalias

13.4.22



La poesía, igual que el caminante al andar levanta el polvo del camino, tiene que elevar el sentimiento del lenguaje.



Caletres

12.4.22



El tiempo siempre nos enseña lo equivocados que estábamos.




Triangulación

11.4.22



El amor es una ingenuidad, una temeridad y un gusto.

 


Una muerte anunciada

10.4.22



Al pasar por aquella plaza vi cómo la gente se arremolinaba en una esquina. Algunas personas hacían grandes aspavientos y otras llamaban por teléfono. Me acerqué con cautela y curiosidad para saber qué pasaba. Una joven se cruzó sollozando en mi camino. Después escuché a alguien decir: «ha sido un infarto». Mi interés primó por encima de mi prudencia y esquivando el gentío comencé a observar el cuerpo de un hombre tendido en el pavimento, mientras otro intentaba reanimarlo presionando su pecho e insuflándole aire por la boca. 

Al principio no aprecié nada raro, pero enseguida distinguí en aquel rostro el mismo que suelo ver por las mañanas en el espejo o al menos guardaba bastante parecido. Pude comprobar que su vestimenta era idéntica a la mía, incluso los zapatos eran similares y, en ese momento, me invadió una angustiosa sensación de inexistencia. 

Al poco, apareció una mujer compungida que al acercarse se asemejaba terriblemente a mi compañera. Los servicios sanitarios llegaron y comenzaron a atender al accidentado que permanecía en estado inconsciente. Lo introdujeron en una ambulancia y sentí como si me despidiera de la vida. 

Uno de los médicos preguntó por la identidad del infartado. La esposa le dio los datos. 

No era mi nombre y respiré tranquilo.



Desintoxicaciones

9.4.22



Me he ido quitando de todo menos de vivir, es el único vicio que me va quedando.




Carpeta virtual

8.4.22



Guardé en borradores parte de lo que siento y ahora no lo encuentro.



Clarores

7.4.22



Lo invisible solo es visible para quien mira sin ver lo evidente.



Ovillados

6.4.22



Con la madeja del tiempo se teje la vida.



Belicosidad

5.4.22



Un aforismo es como una ráfaga de metralla, siempre termina por herir a alguien.



Acomodos

4.4.22



Al pasar el tiempo, te acostumbras a ser tú porque te sabes de memoria el personaje.



No hay niños

3.4.22



Las parejas se reunieron a cenar y pasar una noche alegre. Todas tenían hijos menores de doce años y pensaron que, para tener una velada tranquila la solución fuera alimentar primero a sus retoños y, después, dejarlos en una sala amplia, donde bien acomodados abandonarlos al cuidado de una nodriza llamada Internet, para los cual se les dotó a cada uno de un teléfono inteligente.

Rieron, chalaron, bebieron y comieron, en un ambiente adulto despejado de requerimientos infantiles. Durante bastante tiempo nadie escuchó un «¡¡¡mamá!!!» o un «¡¡¡papá!!!».

No echaron en falta a su descendencia hasta que alguien dijo: «no hay niños». Los medios de comunicación tildaron el suceso de desaparición masiva.



Alcoholemia

2.4.22



Los mejores aforismos son los que se escriben borrachos de palabras.




Acuosidades

1.4.22



El lenguaje de la lluvia siempre narra historias húmidas.



Cronógrafos

31.3.22



Necesitamos tiempo para saber del tiempo que se nos va.



Volúmenes

30.3.22



Un cementerio es una biblioteca de vidas.



Habladurías

29.3.22



Quien te habla mal de todo el mundo también hablará mal de ti.



El árbol de la ciencia

28.3.22



Partiendo del mismo tronco, somos ramas, hojas y frutos diferentes.




Abuelita

27.3.22


La abuela de Caperucita Roja, harta de que el lobo se la comiera cada vez que contaban el cuento, hizo una reclamación al Colegio Oficial de Narradores. En la misma reclamó una cierta dignidad como personaje popular y, por tanto, el pago de una pensión como cualquier persona del colectivo de la tercera edad, una dieta sana —no solo tarta y leche—, ser beneficiaria de los viajes de Imserso, la prestación de atención geriátrica y médica y, sobre todo, demandaba una nieta más espabilada que no la confundiera con un lobo en camisón.