Oxígeno

7.5.07


Sometidos al proceso de oxigenación, en el fondo de los corazones hay un depósito de herrumbre formado por los sentimientos que oxidamos en el vaivén del amor.

Heroísmo

6.5.07


Su hazaña ha consistido, en el día de hoy, en vaciar sesenta metros cúbicos de hormigón en el encofrado de un edificio. Toda una hazaña ante mi labor digital.

Los amantes

5.5.07


Hay citas perdidas en la memoria de la infancia. Un par de jóvenes ingleses, supongo ahora, nos sorprendieron con su amor desnudo. La chiquillería se agolpó a ver el espectáculo y entonces la pareja del paraíso tuvo que cubrir sus vergüenzas.

Ella callaba. Él sólo dijo (quizás porque fuera lo único que supiera decir en español):«La reina de Inglaterra tiene el culo más bonito que Franco».

Intenté descifrar aquel enunciado que parecía una consigna secreta contra el régimen autárquico. Le di vueltas a la cabeza por si trataba de una clave conspiratoria, de una oculta razón para mi mente infantil. Nada.

Hoy es sólo una evocación pensada en la textura de la arena del tiempo.

Discusión

4.5.07


Un viejo desmemoriado y un ciego discuten en la esquina de una calle.
–A ver si miras por dónde vas –dice el primero.
–Y tú recuerda que vendo cupones en esta acera –responde el invidente.
Tan a menudo se echa en falta un poco de alteridad en este mundo.

Feria

3.5.07


Veo pasar a una joven pareja cogida por sus manos. Ella carga con un gran peluche en forma de corazón gigantesco. Imagino que es un premio ganado en la tómbola. Mientras se alejan calculo cuánto de amor cabe en ese corazón y si será suficiente para aguantar lo que el destino les depara.

Onirismo

2.5.07


Cuando alguien me relata que ha tenido un sueño terrible, demoledor, de esos que provocan culpa, vergüenza o temor, recuerdo lo que Diógenes de Sinope decía: «¡No os conmovéis de lo que hacéis despiertos y vais escudriñando lo que imagináis dormidos!».

Autoayuda promocional

1.5.07


Tu mirada eres tú.
Eres lo que escribes.
No eres lo que tienes, eres lo que vales.

Currantes

30.4.07


Hay quien vive para trabajar y hay quien trabaja para vivir. Los primeros pueden hacer caso omiso a este comentario. El resto, comprometido con la causa, puede festejar la fecha.

Efecto placebo

29.4.07


Una psicóloga se acuesta con un paciente deprimido que acudió a su consulta por un desengaño amoroso.

Susana

28.4.07


Llevaba sin verla desde el pasado verano y un tropiezo casual me hizo detenerme con ella. Tras mostrarse su alegría por el encuentro comenzó un relato de sueños y premoniciones. Me contó que, días antes, había soñado con un amigo común pero que en el sueño una metamorfosis lo transformaba en mí, un presagio de que algo me iba a ocurrir. Igual que a una sobrina suya a la que llamó por teléfono porque había soñado que en Canarias, donde vive, ocurría un terremoto. Me refirió más historias de presentimiento onírico.

A mí, que soy un descreído, me resulta llamativa esa forma de entender el mundo y construir una realidad basada en la fantasía adulta.

Cadáver enemigo

27.4.07


Estoy sentado en la puerta de mi casa y, a pesar del tiempo transcurrido, no he visto el cadáver de mi enemigo pasar. ¿Será que no se ha muerto aún o que no hay enemigo?

Progreso


Había un caserón aviejado y casi derruido de camino a casa. Al pasar imaginé las historias que poblaron sus alcobas y a sus moradores desconocidos para mí. Fue derribado y, antes de ser solar, descubrí los antiguos alicatados de los baños, los papeles barrocos que revestían sus paredes, y algunos elementos de su intimidad invisibles se mostraron ante mis ojos.


Apenas fue solar comenzaron a llegar los conductores para estacionar sus vehículos y las miradas de los nuevos viandantes ignoraron la arquitectura que reinó allí durante más de un siglo.

Tras el aparcamiento improvisado aparecieron los aparcacoches. Más tarde el Ayuntamiento urbanizó una plaza y pintó una zona azul. Después excavaron la plaza y construyeron un aparcamiento subterráneo.

Hoy los conductores meten allí sus coches como quien entierra la memoria.

Un río de vida

26.4.07


Sentados en el paseo un grupo de jubilados toma el sol y charla en espera del paso de las horas. Frente a ellos observo a otro grupo, éste formado por niños de corta edad que aguardan bajo las palmeras las instrucciones de sus profesores. Entre ambas orillas un río de gentes de todas las edades camina. De repente recuerdo a Jorge Manrique y me voy con sus versos hacia el mar.

Aojamiento

25.4.07


–Tengo mala conciencia –me dijo.
– ¿Y a qué es debido?
–Estuve en la Oficina de Empleo y me pareció una situación humillante. Era como si mendigara. Y después había un señor que no paró de ponerme impedimentos y marearme. Le eché mil maldiciones.
– ¿Y por eso tienes remordimientos?
–No. Hoy me enteré que ese hombre ha muerto.
–Bueno, si no encuentras trabajo siempre puedes alquilar tus servicios para echar el mal de ojo.

Formatos

24.4.07


El poeta Luis Alberto de Cuenca señalaba en una entrevista que el momento que vivimos es similar a la aparición de la imprenta. No diría yo tanto similar como equivalente, quizás, en su impacto sobre la transformación de la realidad. Lo importante de la cita es que, cada vez, son más los que valoran el impacto de Internet o los que tienen menos miedo a perder sus privilegios, igual que cuando se inventó la imprenta. Además de superar el discurso libro versus ordenador.

Escritores

23.4.07


Cuentan que los grandes escritores, con el paso del tiempo, pierden la capacidad de sorprenderse a ellos mismos al trabajar sus narraciones, tal es el grado de profesionalidad que alcanzan. Han escrito tanto que su mente les crea, en ocasiones, espejismos entre los seres reales y sus criaturas.

Así me contaron que para García Márquez es frecuente soñar con Aureliano Buendía. A Vargas Llosa en cierta ocasión le paró un señor en la calle con quien mantuvo una breve conversación y que se despidió como el capitán Pantaleón Pantoja.

En otros casos terminan por confundirse con su realidad literaria como Juan Rulfo de quien dicen que se le escuchó decir, mientras se le escapaba la vida, que lo enterraran en Comala. Beckett llegó a asegurar que recibió una carta firmada por Vladimir y Estragon donde le reprochaban que ellos fueran existencialistas. Incluso Cortázar refiere que un día se le presentó, en su domicilio de París, Johnny Carter para que le prestara algo de dinero. James Joyce mencionó haber compartido un almuerzo con el mismísimo Leopold Bloom. Borges dijo que tenía un negro para escribir que era el propio Borges. Y de Faulkner se dice que tuvo trato con los Compson y se encargó de buscar un centro especializado para el propio Benjy.

Soy bastante escéptico y me cuesta creer en estas cosas pero las fábulas urbanas están ahí para quien quiera creerlas.

Plagios

22.4.07




Si lo que escribo vale como para ser copiado será porque lo escrito tiene algún valor.



Babel

21.4.07




Los arquitectos del Nabopolassar presentaron los planos para construir Etemananki (Fundación del Cielo y de la Tierra), pero más que un edificio diseñaron una rebelión. La confusión de las lenguas sólo les hizo retrasar sus propósitos.

Hoy construyen una torre, no cimentada en ladrillos pegados con betún, sino en materiales como el conocimiento, la información y la tecnología, que ha unificado su habla en un lenguaje binario. Babel crece en la estructura de Internet y esta vez no hay vuelta atrás.



Cuentos de Calleja

20.4.07




Un tipo una vez me dijo a modo despreciativo: «tienes más cuento que Calleja». Recordé entonces que, en las frías noches de invernada, no había en mi corta edad nada más excitante que aquellos cuentos que me leía mi padre de un viejo libro al que le faltaban las tapas y que escribió un tipo llamado Saturnino Calleja Fernández.



Comedores de cadáveres

19.4.07


Cuando comencé a producir mis primeros escritos, esa especie de ejercicios de estilo llenos de errores, mi ingenua ambición me llevó a concursar en pequeños certámenes literarios. Se trataba de autoafirmar, supongo, mi incipiente afición que el tiempo y el corazón convirtieron en pasión. Mi primera experiencia -que algún día contaré- fue demoledora. Esa y otras cuantas más me alinearon en el bando de los anti-premios.

Uno de los argumentos que con más peso me decantó a esa militancia fue el que un día me comentó un viejo escritor provinciano con muchas anécdotas vividas. Él me dijo que los ‘comedores de cadáveres’ eran quienes más se beneficiaban de los concursos literarios. Llamaba así a los componentes del jurado, escritores también, que recogían muchas de las ideas, en la mayoría de los casos mal expresadas, como las piedras preciosas sin labrar, y que luego en sus propias creaciones ampliaban y pulían.