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Literatura juvenil

20.11.14



Infantilizar a los lectores con ese subgénero idiotizado que llaman ‘literatura juvenil’ me parece un error. Recuerdo que antes de los 18 ya leíamos autores como Márquez, Cortázar, Borges, Umbral, Cela y muchos clásicos. Una obra bien escrita es una obra adulta que la puede leer cualquier lector con independencia de su edad. Lo demás me suena a mercadotecnia editorial y a vender modas.



Cansancios

16.2.13



Julio Cortázar en 'Rayuela' refiere: «cómo cansa ser todo el tiempo uno mismo». El juego de identidades forma parte de nuestra vida y por ello saberse otro, aunque sea escasamente, nos descolada lo suficiente como para darnos cuenta de lo que somos.



Desencuentro

20.2.09



Me contó que había conocido a Cortázar en París. Se lo presentaron en una librería del Barrio Latino a finales de los setenta o primeros de los ochenta, cuando viajaba por el mundo con una guitarra a la espalda. No cruzó una palabra con el inmortal argentino ni conservaba ningún libro suyo con dedicatoria manuscrita. No le quedó ninguna impresión del encuentro con el escritor, lo mismo que a Julio Cortázar tampoco de mi amigo Ricardo. Sólo preguntó: ¿es Cortázar? A continuación, lacónico, añadió: parece un poco mayor. Y se marchó.







*No renuncio a nada, simplemente hago lo que puedo para que las cosas me renuncien a mí.

Escritores

23.4.07


Cuentan que los grandes escritores, con el paso del tiempo, pierden la capacidad de sorprenderse a ellos mismos al trabajar sus narraciones, tal es el grado de profesionalidad que alcanzan. Han escrito tanto que su mente les crea, en ocasiones, espejismos entre los seres reales y sus criaturas.

Así me contaron que para García Márquez es frecuente soñar con Aureliano Buendía. A Vargas Llosa en cierta ocasión le paró un señor en la calle con quien mantuvo una breve conversación y que se despidió como el capitán Pantaleón Pantoja.

En otros casos terminan por confundirse con su realidad literaria como Juan Rulfo de quien dicen que se le escuchó decir, mientras se le escapaba la vida, que lo enterraran en Comala. Beckett llegó a asegurar que recibió una carta firmada por Vladimir y Estragon donde le reprochaban que ellos fueran existencialistas. Incluso Cortázar refiere que un día se le presentó, en su domicilio de París, Johnny Carter para que le prestara algo de dinero. James Joyce mencionó haber compartido un almuerzo con el mismísimo Leopold Bloom. Borges dijo que tenía un negro para escribir que era el propio Borges. Y de Faulkner se dice que tuvo trato con los Compson y se encargó de buscar un centro especializado para el propio Benjy.

Soy bastante escéptico y me cuesta creer en estas cosas pero las fábulas urbanas están ahí para quien quiera creerlas.