–Tengo mala conciencia –me dijo.
– ¿Y a qué es debido?
–Estuve en la Oficina de Empleo y me pareció una situación humillante. Era como si mendigara. Y después había un señor que no paró de ponerme impedimentos y marearme. Le eché mil maldiciones.
– ¿Y por eso tienes remordimientos?
–No. Hoy me enteré que ese hombre ha muerto.
–Bueno, si no encuentras trabajo siempre puedes alquilar tus servicios para echar el mal de ojo.
4 apostillas:
Ja.
Afortunadamente nuestros peores deseos no se convierten en realidad. No hay una traslación del mundo anímico al material objetivo.
Joé pobre jajaja. Estoy con Jonás, menos mal....
Jajaja A mí me pasan cosas así...
Muack!
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