Indivisos

13.8.23



—¿Lo dejarías todo por mí?

—No.

—¿No?

—No, porque tú eres todo.





Ecolectura

12.8.23



A quien buen libro se arrima buena lectura lo cobija.






Importe

11.8.23

 

Todo en esta vida tiene un coste personal a posteriori, menos morir que es gratuito.

Escapadas

10.8.23



Un libro a medio terminar es la prueba de una huida hacia otra lectura.




Rédox

9.8.23



Existe una permanente sensación de tiempo aherrumbrado.





Ley de rendimiento

8.8.23



El amor es expansivo, el odio restrictivo.




Lotófagos

7.8.23



En realidad nunca despertamos, tan solo soñamos estar despiertos.




El vestido de la boda

6.8.23



Érase una vez un vestido rojo con lunares blancos, de corte ajustado y escote pronunciado. Lo vio en el escaparate de una tienda de segunda mano y se enamoró al instante. Era la prenda perfecta para la boda de su mejor amiga, que se celebraría dentro de un mes. Entró en el comercio y preguntó por el precio. Era una ganga: solo diez euros. Ensayó en el probador y se miró al espejo. El atuendo le quedaba como un guante, pero no precisamente en el buen sentido. Le apretaba tanto que apenas podía respirar. Le marcaba los rollitos de la cintura, le hacía bolsas en las caderas y le acentuaba el busto hasta el punto de parecer vulgar.
—No me queda bien— se dijo con tristeza.
Pero no pudo resistirse a comprarlo. Tal vez si adelgazaba unos kilos podría lucirlo sin complejos. Se lo llevó a casa y lo colgó en su armario, como un trofeo, como un desafío.
Desde ese día se propuso hacer dieta y ejercicio para entrar en el vestido alunarado. Se apuntó a un gimnasio cercano y empezó a ir todos los días después del trabajo. Corría en la cinta, levantaba pesas, hacía abdominales y sentadillas. Sudaba como nunca y se dolía de todos los músculos. También cambió sus hábitos alimenticios: dejó de comer pan, pasta, dulces y frituras; se alimentaba a base de ensaladas, frutas, yogures y agua.
Cada semana se probaba el vestido para ver cómo le estaba. Al principio no advertía mucha diferencia y seguía sintiéndose apretada e incómoda dentro del traje. Pero poco a poco su cuerpo fue moldeándose hasta conseguir, al cabo de tres semanas abrocharse la cremallera sin dificultad y moverse con soltura, iluminándose su cara.
Su carácter perfeccionista le hizo continuar porque quería ser la más atractiva de la ceremonia, y deslumbrar a todos con su figura escultural. Así que siguió con su rutinaria dieta, ejercitándose hasta el día anterior al bodorrio.
Esa noche se lo volvió a probar por última vez y comprobó que la vestimenta le quedaba holgada, sobrándole centímetros por todas partes. Incrédula se percató que había adelgazado tanto que se había pasado de talla al perder más peso del necesario, por esa exagerada obsesión de embutirse en la vestidura colorada.
Se miró al espejo sin reconocerse en aquella mujer enflaquecida y demacrada, de mejillas hundidas y ojos tristones, con los huesos marcados bajo una piel exangüe. Se observó irreconocible y lloró con desconsuelo porque no había una indumentaria alternativa para ponerse al día siguiente, ni tiempo para arreglar aquel infortunio.
El desenlace de este cuento se ve venir de lejos porque es cuando el narrador mete el bisturí y construye una historia extractiva de sus divagaciones y extravíos, sin importarle despistar al lector, exagerando el desastre que, en la realidad, toma otro cariz muy diferente al que él idea.
De esa forma es capaz de contar que la protagonista se quitó el vestido rojo con rabia y lo tiró al suelo que, en ese instante, cobra vida propia moviéndose como una serpiente que se arrastra hacia ella, enrollándose alrededor de sus piernas como una boa constrictora y apretándose contra su cuerpo.
La mujer entonces siente que el atavío le aprieta el cuello y le impide tomar aire e intenta quitárselo con las manos, pero el tejido, demasiado fuerte y resistente, no cede. Grita y pide auxilio sin que nadie la oiga porque está en casa sola a merced de aquel trapo maldito.
En un flashback, recurso que introduce el cuentista, la hace recordar la primera vez que lo vio en la tienda y cómo se prendó del mismo. También tiene que rememorar cómo se había esforzado por adelgazar para poder exhibirlo en la boda de su mejor amiga. Pensó en todas las horas que había pasado entrenando, las comidas que había rechazado, las privaciones sufridas.
Había perdido su salud, su belleza y su alegría por culpa de aquella tela: un vestido que ahora quería matarla. Se arrepintió de haberlo comprado, de su deseo compulsivo y de obsesivo apasionamiento, en un momento que era tarde para lamentarse.
En la culminación de su desvarío, el autor escribe que la vestimenta le apretó aún más el cuello y le rompió la tráquea. La mujer dejó de respirar y cayó al suelo sin vida. El vestido rojo se soltó de su cuerpo y quedó tendido junto a ella, como una mancha de sangre sobre la alfombra.




Descreimientos

5.8.23



Primero apostaté contra la religión luego contra el mundo.




Ahuyentadores

4.8.23



Existe productos para alejar a los mosquitos y luego está la honestidad como repelente natural de interesados.




Dorsos

3.8.23



Negar lo innegable es afirmar lo discutible.




Irretornable

2.8.23



Cada momento es un punto de no retorno.




Trastabillados

1.8.23



Después de haber andando tanto, dar nuevos pasos como si fueran los primeros.




Catastróficos

31.7.23



Tenemos más facilidad para hablar de calamidades que de sentimientos.




Cuentos de hoy día

30.7.23



Los cuentos modernos no tienen terapia contra la narrativa que describen. No son como aquellos otros que contenían una enseñanza o moraleja. Sus personajes hoy son seres atribulados en un mar de confusión, desgarro y supervivencia. Los interpretan quienes encuentran en el final la solución de su historia. Le ocurre al protagonista de este cuento quien lleva negándose a ser sí mismo desde que era un joven estudiante de Medicina. Entonces se propuso como reto personal sacarse una carrera pero desde que comenzó sabía que él no curaría a nadie, que todo lo que hiciera como galeno no serviría para sanar a los pacientes y que no valdría la pena ejercer su profesión. Y así estuvo dedicado a la práctica médica durante décadas hasta que empezó a ser tratado por sus colegas bajo el síndrome de no quiero ser yo mismo porque niego lo que soy y quién soy. No importaba la vida que había vivido, ni sus tres maravillosas hijas, ni sus nietas, ni el largo pacienciario de su compañera. Sabía que la vida era un absurdo dentro de un absurdo y que su conciencia era el soporte de esa aberración existencial. Ni sufro ni padezco, solía señalar a quienes lo interpelaban. Desanclarlo de donde estaba era inverosímil para todas las personas que acudían en su ayuda, en las que estaba incluido él. Su negación era la afirmación que lo negaba y lo hacía navegar sonámbulo por los días. Seguramente morirá de viejo y no de incertidumbre y, por ello, cuando se sitúa frente a él, es como la imagen depositada en la capa de plata del espejo donde se observa un cuerpo encarcelado semejante al suyo, imposible de sacarlo de ahí si no es rompiendo la estructura silicatosa.




Aranceles

29.7.23



La vida tiene un coste que pagamos cada día al levantarnos.




Física elemental

28.7.23



Somos vacío lleno de materia.




Lectoescritura

27.7.23



La dificultad de la lectura para una mente creativa es que, en tanto lee, está escribiendo a la vez.





Inmensurable

26.7.23



No podemos pensar en lo que pasará cuando no ha pasado nada.





Contumacias

25.7.23



Solo se debe apostar por aquello que nos hace sentir que estamos vivos.




Salvaguardas

24.7.23



A veces lo más duro es defender la honestidad.




Relaciones laborales

23.7.23



Tengo la fortuna de tener un jefe excepcional, que se desvive por nosotros y nos tiende la mano en todo momento. Es el alma de nuestra sección, formada por una docena de empleados. Jamás nos alza la voz, pero en ocasiones debe acatar decisiones drásticas, que contrarían sus sentimientos hacia nosotros y su criterio sobre lo que sería equitativo. Nuestro jefe nos confiesa que su superiora no es una villana, sino más bien todo lo contrario. Mantienen una excelente relación y comparten pasión por el deporte, del que conversan y se narran peripecias. El inconveniente es que ella cumple órdenes de arriba y tiene que ajustarles el cinturón, no por placer, sino por obligación. En realidad, los jefes de cada planta tampoco son perversos, según me han comentado algunos colegas. Solo procuran desempeñar su labor y congraciarse con el jefe de la multinacional. Dicen que, aunque duro, es un tipo con cierto gracejo que se relaciona bien con los responsables de planta. Lo que ocurre es que la empresa pertenece a un grupo multinacional con ambiciones desmedidas. Imagino que los consejeros de ese grupo son personas corrientes, con sus familias y sus afectos, que dan órdenes pensando en el bien general, aunque ellos se lleven la mayor tajada. Al final deducimos que el responsable de las horas extras mal remuneradas y las jornadas extenuantes es Dios, jefe supremo de todos los jefes. Es por ello que ahora estoy pensando en hacerme ateo.




Impensado

22.7.23



En ocasiones hallamos en la debilidad la solidez, en la timidez el arrojo, en la flexibilidad la resistencia.




Apologías

21.7.23



La soberbia justifica todos los errores.




Deterioros

20.7.23



Soy un lector maltrecho por tantos años de escritura.




Refugios

19.7.23



En el abandono recuperamos el amparo de la voz interior.




Sellados

18.7.23



El tiempo todo lo entierra.




Retintar

17.7.23



La memoria es sobrescribir el olvido.




Humedades

16.7.23



Estaba en boca de todos y por eso siempre iba mojada.




Sin otra vida

15.7.23



Nadie podría vivir una vida diferente a la que tuvo sin dejar de ser la misma persona.




Sabedores

14.7.23



Quien no sabe estar solo ignora la soledad íntima de sus días.




Camelo

13.7.23



La vida parece una broma, aunque para algunas personas no tenga ninguna gracia.




Inaudibles

12.7.23



Ante tanto ruido de fondo es deseable el estallido del silencio.




Obliterar

11.7.23



En la corrección de un texto propio veo a un profesor que corrige el examen que él mismo realizó.




Textos escogidos

10.7.23



Chuang Tse pensó dentro de mi cabeza: no sé por qué soy como soy. Y el mundo giró en torno a mí delicadamente. Adiviné que era sabio, pero no uno cualquiera sino aquel que debería desentrañar mis entrañas. Empecé entonces a considerar mi inutilidad aquiescente, desde que mi padre me dijo que no servía para nada, como una potencia del infinito. Asumí los peligros del conocimiento, no como un temor, sí, acaso, como un vértigo cervical de ser ante la cantidad de ausencia que concentra el Universo, y concebir que el amor es el grosor del vacío. La perfección está en adaptarse a todo con ligero corazón, manifestó Chuang en mi entender, ante lo espinoso de aceptar el destino de manera natural, ingenua y espontánea, hasta ser aquel que con inocencia viene y con sencillez se va. Y en este camino volátil y mudable, desaprender para no seguir ningún patrón porque la vida es cosa prestada.




Destrucción

9.7.23



Ella se apuntaba siempre a un bombardeo por eso cualquier relación terminaba siendo una ruina.




Velación

8.7.23



El secreto mejor guardado es el más dulce, no el más terrible de los recuerdos.




Ingeniárselas

7.7.23



La vida no tiene ningún plan para ti: improvisa.





Ensimismamiento

6.7.23



En el aire nuevo y húmedo de la mañana una pequeña flor blanca cae desde la altura de su existir. Su vuelo, grácil, como el de una mariposa, atrapa la luz inocente del día y giróvaga muestra su último esplendor de tierna sencillez. Etérea se siente en su danza helicoidal hacia su despendida tras, silenciosa, haber cumplido con su destino de belleza y perfume, inadvertida. Así la escena dibujada que nos contempla.




Densidad

5.7.23



¿Con qué se puede rellenar la nada?





Repentizar

4.7.23



Cada sonrisa expresada es una puerta abierta en el alma.




Secuencial

3.7.23



Nacemos sin pedirlo; morimos sin remedio. Y vivimos equivocados la mayor parte del tiempo.





Nínfula

2.7.23



Fue al mar y se dio un baño. Cuando nadaba notó que algo le rozaba los pies y un chorro de frialdad cruzó entre sus piernas, viendo como una sombra se hundía en las profundidades. Salió del agua escamada.




Minúsculas

1.7.23



Qué poquito somos; qué nada seremos.




Colmataciones

30.6.23



Con el amor buscamos llenar un poco de la nada que llevamos dentro.





Variabilidades

29.6.23



Para que el mundo mejore tienes que mejorarte tú.




Transportación

28.6.23



El tiempo nos desplaza a un lugar distinto al que habitamos.




Desacordes

27.6.23



El amor propio no es lo propio del amor.




Sapiencias

26.6.23



Entender consuela.





Clientela

25.6.23



El insulto era un bar situado en la zona de vinos de la ciudad cuya notoriedad se debía a su maleducado dueño quien, mientras servía, increpaba a la clientela que sentía tal hartazgo que se marchaba del establecimiento borracha de regañinas.




Sin fin

24.6.23



Todo cuento tiene su final menos aquel que no es contado.





Adulteceres

23.6.23



Maduras al entender que nadie hará por ti lo que tienes que hacer tú.




Metayó

22.6.23



Mi vida es tan subjetiva que, en ocasiones, no alcanzo a reconocerme.





Aherrumbrados

21.6.23



La nostalgia es el aroma del tiempo quemado.




Zeitgeist

20.6.23



Una persona creativa debería de poseer el espíritu de su tiempo y no el gusto dominante de su época.




Cosmonautas

19.6.23



Atrapados en el sueño de la vida como quien viaja en un vagón de metro en la línea del tiempo.




El pretendiente

18.6.23



Cada atardecer el parque de La Lealtad se poblaba de mujeres solteras que paseaban sus perros. Enamorado, las miraba con el frustrado deseo de convertirme en can.




Infatigables

17.6.23



Escribir es siempre una tarea inacaba.




Insustancialidades

16.6.23



Cuando el tiempo es anodino hay que crear espacios de imaginación y resistencia.




Subjetivaciones

15.6.23



Hasta mis pensamientos más categóricos son relativos.




Menudencias

14.6.23



Y luego está esa gente que, a las cosas sin importancia, les da demasiada importancia.




Sutiles

13.6.23



Cada tiempo que termina está encerrado en una burbuja de la memoria que desvanece el olvido.




Murmuraciones

12.6.23



No deberías hablar demasiado bien de ti mismo, podrían llegar a creerte.




Invisibilidad

11.6.23



Los niños jugaban en la pista deportiva. Se jaleaban e insultaban con ímpetu mientras corrían y se empujaban por todo el terreno de juego. Entusiasmados en la disputa futbolera ninguno se percató que había desaparecido el balón.




Sigilosos

10.6.23



Antes de dormir es necesario pararse a escuchar el silencioso sonido de las sombras.




Atrasados

9.6.23



Caminando rápido se llega después.




Lapso

8.6.23



Al detenerme veo cómo de rápida pasa la vida de la gente.





Concentrados

7.6.23



Leer es escuchar atentamente el pensamiento.




Desiguales

6.6.23



Las identidades no nos hacen mejores o peores, nos hacen diferentes.




Inapreciables

5.6.23



Cada gesto, cada mirada, cada palabra, nos revela ante los demás tantas veces invidentes.




Helena abandona el grupo

4.6.23



En el WhatsApp se podía leer el mensaje sucinto: Helena abandona el grupo.

—¿Por qué se ha ido Helena? —preguntó Héctor.

—No lo sé, pero seguro que le habéis dicho algo malintencionado, porque os conozco —escribió Penélope.

—Bueno ya sabéis lo voluble que es Helena. No le daría mayor importancia, mañana pedirá que la volvamos a meter —medió Paris.

—Lo último que apuntó es que estaba amurallada en este grupo —recordó Penélope.

—¿Amurallada? ¿Eso qué es? — interpeló Briseida.

—Pues que se siente atrapada, incomprendida, juzgada, lo de siempre —respondió Ifigenia.

—No seas así. Helena tiene sus problemas y a veces necesita desahogarse —intentó suavizar Menelao.

—Pues que se desahogue con un psicólogo, no con nosotros. Que ya estamos hartos de sus dramas y sus quejas —replicó Ulises.

—Bueno, no os peleéis por esto. Lo mejor será que alguien hable con Helena y le pregunte qué le pasa. ¿Alguien se ofrece? —propuso Tetis.

—Yo no, desde luego. Ya tuve bastante la última vez que intenté consolarla y me soltó una sarta de reproches —dijo Eudoro.

—Ni yo. No tengo ni idea de cómo tratar con ella. Siempre se enfada por cualquier cosa —añadió Criseida.

—Vale, pues me toca a mí. A ver si consigo que me explique qué le ha molestado tanto como para dejar el grupo —se ofreció Casandra.

—Suerte con eso. Ya nos contarás qué te dice —deseó Glauco.

—Y no te dejes manipular por sus lágrimas de cocodrilo —advirtió Hécuba.

—¿Cómo os pasáis con la pobre Helena? —sentenció Briseida.

—Esto va a terminar peor que la guerra de Troya —se mofó Aquiles.

Infrecuentes

3.6.23



Lo anómalo será lo auténtico frente a inteligencia artificial.



Descontados

2.6.23



Somos lo que queda de nosotros.





Tumefacción

1.6.23



La inflamación del ego es de lo peor de los padecimientos modernos.




Protecciones

31.5.23



La ficción es una forma de defensa contra la realidad.




Improductivos

30.5.23



Lo extraño es que el mundo se mueva por dinero, trabajo, poder, pero que cuando eso se rompe las personas necesiten ternura, música, poesía.




Osteosporosis verbal

29.5.23



Las palabras, como las aceitunas, son carnosas por fuera y duras por dentro, pero es en su médula ósea donde está el alma.





Más o menos, un día

28.5.23



—Hoy es un día de más.

—No, hoy es un día de menos.




Significaciones

27.5.23



A las buenas personas lo que les importa son las buenas acciones.




Antiarrugas

26.5.23



Estos últimos días mientras transito por la ciudad, llena de rostros políticos por todos los lugares, me llama poderosamente la atención un detalle: los candidatos no tienen arrugas. Sus semblantes aparecen inmaculados de rugosidades, expropiados de surcos en la piel, redimidos de los pliegues que el tiempo otorga.

Lo impúdico de esas imágenes aventuran su primera gran mentira, la máscara inicial con que maniobrarán desde su insinceridad, porque quien es capaz de maquillar su realidad mostrándose como no es, anuncia un espíritu truculento y falaz.

La vida escribe en nuestro cuerpo una narración de estrías en la que se pueden leer los momentos de risa y de llanto, de alegría y de dolor, de sorpresa y desengaño. Y nadie debería borrar lo que es.




Eficacias

25.5.23



La versatilidad en la escritura es una potencialidad eficiente.




Enclaustramiento

24.5.23



Hay quien tiene miedo a ser querido.




Desconfianzas

23.5.23



Siempre estarás bajo sospecha ante la gente que no te quiere.




Desvestidos

22.5.23



Si desnudas las palabras descoses las hechuras del lenguaje.





El editor

21.5.23


Encendía un cigarro con la colilla de otro mientras no dejaba de parlotear como quien lo tiene todo hecho. Los libros se hacen solos, nacen, viven y se pierden en la inmensidad del olvido, solía explicar con frecuencia. Los techos del cuartucho que habitaba parecían decorados de estuco amarillo, a juego con el palidecer de muchos de los volúmenes que lo rodeaban. Nunca lo oí hablar bien de ningún escritor, los consideraba seres vanidosos, petulantes y engreídos, solo absueltos por la calidad de su trabajo si la tuviera. Y era cuando enumeraba una sarta de anécdotas padecidas por su estirada clientela.

Me mostró una columna donde se amontonaban gruesos librotes para explicarme que todas ellas eran autobiografías y memorias. Una pérdida de tiempo porque como defendía Max Aub: las biografías hacen mucho daño. Vale la obra. Por ella se salva uno. Después me lanzó una publicación para contarme que el pobre sujeto autor del mamotreto concebió la ilustre idea de prologarse a sí mismo, por no acudir a algún premio Nobel que lo hiciera y eso provocara unas ventas exageradas de su biográfica parida.

Deudas, nada más que deudas, es lo que me decía tener después de tantos años dedicado a este negocio y sacaba del cajón de su mesa un paquete de tranquilizantes, consecuencia de no poder dormir por las preocupaciones para, a continuación, detallarme que no podría jubilarse y enterrar su pequeña editorial. Luego me contaba lo de su mujer cubana que cuidaba a su padre con demencia senil y a la que quería traerase a España junto a sus tres hijos.

Lo conocí cuatro décadas atrás a través de un amigo común y continuaba en la misma covacha libresca. Cada vez que lo visitaba me regalaba las publicaciones que consideraba más peculiares, a sabiendas de mi gusto por la literatura y mi invisible afición a la escritura.

En cierta ocasión me entregó la cubierta de un libro al que faltaba la tripa: ‘La luz de los confines’ de Galdeano Ortiz. Me descubrió que Ortiz llevaba cuarenta años escribiendo la misma novela, aunque no llegó a plasmar una palabra sobre el papel ni teclearla en el ordenador. Lo que no era óbice para que contara cómo iba la obra y hasta narrara la trama y el desarrollo de los personajes. Pensé que era una broma y entonces lo describió como un relator verbal.

Otro de sus personajes favoritos era Francisco Torrezno al que bautizaba como escritor virguero, porque tras escribir cada texto lo destruía en su propósito de pasar a la posteridad sin haber publicado una sola línea. Lo usaba para corregir los borradores de los escritos de neófitos y analfabetos que querían publicar, como una joven enfermera que tras crear su primer poemario y vender tres ejemplares, le aseguró que las líneas de su mano habían cambiado y le pronosticaban una exitosa carrera literaria. 

Me mencionó también a Álvaro Íñiguez, quien escribía mal adrede debido a su miedo a ser plagiado. Licenciado en Filología Hispánica, hombre de una extensa cultura e insaciable lector, jamás mostraba un texto bien escrito y guardaba, en una caja fuerte, varias narraciones por miedo a que le usurparan su originalidad.

Nuestra conversación la interrumpió una de las muchas llamadas que sonaban en su móvil y que no tuvo más remedio que atender. Era su madre, viuda desde hacía más de treinta años y que no pudo hacer de su hijo alguien de provecho que se dedicara a un trabajo digno y normal. Me dejó y se marchó a la farmacia a por las medicinas de mamá maldiciendo en hebreo.



Menoscabos

20.5.23



En este tiempo de pérdidas nos hemos quedado sin la calma, el silencio y los cielos estrellados.





Dobles

19.5.23



Ante tu mentira, siempre es mejor que alguien se sorprenda por tu verdad.




Marchitamientos

18.5.23



Mientras los artistas sean correctos, su arte será decadente.



Destrucciones

17.5.23



Si el que la sigue la consigue, por qué se rompió el cántaro de tanto ir a la fuente.



Contrastable

16.5.23



Nos parece verdadero solo aquello que nos toca sentir.




Digeribles

15.5.23



La gente prefiere una mentira soportable a una insufrible verdad.




La pesca

14.5.23



Literalmente me puse las botas y los vadeadores, el chaleco, la gorra, las gafas polarizadas. Cogí la caña, el carrete, la línea, los ganchos y la carnada y me marché hasta el río para ahogarme.



Desquerencias

13.5.23



En ocasiones, ocurre que siendo la obra minusvalorada por su autor es apreciada por el público.



Proscripciones

12.5.23



El peor exilio es el interior, de los otros se vuelve.



Potencial

11.5.23



Aunque todo esté hecho, todo está por hacer.



Desengañados

10.5.23



Si de ilusión también se vive, ¿de desilusión se muere?



Virguería

9.5.23



Existen aforismos que solo son una filigrana del pensamiento.




A flote

8.5.23



Nadar contracorriente en el mar es agotador cuando no infructuoso. Nadas y nadas para acercarte a la orilla y, al final, el flujo te lleva donde quiere.

Igual ocurre en nuestras vidas cotidianas que, en ocasiones, intentamos realizar un cometido, alcanzar un objetivo que resulta aplastante o imposible.

Es el momento entonces de hacerse el vencido y dejarse llevar, reponer fuerzas y esperar a que cambie de dirección la corriente. Todo menos ahogarse.



La sexta extinción

7.5.23



—No parece que la situación vaya a mejorar.

—Al contrario, todo indica que el asunto va a empeorar.

—Demasiada sobrecarga.

—Nunca este planeta ha soportado una plaga de estas dimensiones.

—¿Plaga? ¿Te refieres al desastre humano?

—Andamos todo el día hablando de calentamiento global porque se ha puesto de moda.

—O porque han subido las temperaturas y hemos ayudado un poco. Y porque nos dirigimos hacia la desertificación de amplios territorios.

—Y existen temas tan preocupantes o más que esos como la superpoblación o la reducción de las materias primas. Cada vez somos más con menos recursos naturales.

—Por no acordarnos de los virus, o una variación en el porcentaje de oxígeno en la atmósfera o cualquier otra variación en nuestro precario equilibrio cosmológico.

—¿Sabes lo que pienso a veces?

—¿Qué?

—Pienso que se acerca una nueva extinción masiva, un proceso evolutivo de selección natural que limpiará el planeta de la especie humana.

—Un modo de reinicio y vuelta a empezar.

—Bueno, pues eso que entendemos tan lógico a la mayoría de nuestros congéneres le da risa.

—Anda coge las herramientas y vamos a continuar alimentando al ganado.




Truncamientos

6.5.23



Hay tanta sensibilidad en tantos lugares del mundo y luego está este demoledor sistema de amputar los sentidos.