Cecilia acaba de cumplir noventa y dos años. Camina sola por la calle hacia la pescadería donde comprará algo para hacer la comida. Ha decidido hacer espaguetis para ella sola. A pesar de que tiene cuatro hijas su lucha por la supervivencia siempre ha sido titánica.
Este pasaje de la realidad me parece interesante para escribir algo no muy extenso. Lo llamarán micro cuento o cuento breve, qué más da. Mi cabeza, el teclado y la pantalla forman una triangulación para plasmar la creatividad.
Las hijas de Cecilia eran unas niñas muy reservadas. Su temprana orfandad las clausuró más en la casa y las distanció de los juegos callejeros. Podría decirse que hubo una especie de confabulación de aquellas cinco mujeres contra el destino cruel que las había mutilado del patriarca y principal proveedor de su sustento. En principio sentí pena, luego cierto recelo porque con el tiempo se fueron hermoseando y no me prestaron la menor atención. En especial Celia, elegida como reina de las fiestas ese verano maravilloso donde todos la cortejaron.
Aunque la historia de Cecilia es fruto de la imaginación, es una narración contada desde unos hechos. Lo que empieza a hacerme dudar de si he escogido un camino correcto para que la lectura de este texto tenga algún interés para un público lector. Quizá no a todas, pero sí a algún tipo de persona lectora, la promiscua, la librófila, la preocupada o la anticipada, la aniquiladora o la anti-lectora.
Detente. Existe una tesis que alega al proceso de acumulación para definir la excelencia en la lectura. Así que cuando se lee, la persona lectora añade un manto de memoria a la leído. «Todo lector ideal es un lector asociativo. Lee como si todos los libros fueran la obra de un único escritor, prolífico e intemporal. El lector ideal no puede volcar su conocimiento en palabras». Si se da ese supuesto andamos jodidos.
Mi tía Cecilia es encantadora y ha sabido sacar a sus niñas adelante a pesar de quedarse viuda tan joven. Y mírala, ahí está tan entera. Es hermana de mi madre y la recuerdo siempre su tenacidad cuando jugaba con mis primas. La verdad es que todas tuvieron buen ojo para elegir a un hombre para sus vidas, menos yo que mira con quién he ido a parar.
«Imagina que cuando pasen cien años nadie pensará en nosotros y no quedará huella de lo que ahora somos, dos cuerpos abrazados entretejidos con sudor, saliva y amor, calentándose frente al frío y oscuro universo. Tus reparos sobre lo que hacemos ahora tampoco existirán, ni habrá juicios morales ni murmuraciones sociales». En ese momento puso un dedo sobre su boca y dijo: «Que nuestros cuerpos se recuerden juntos».
La bipartición, la reproducción asexual. Cenutrios, protozoos y parásitos. El reino de las moneras está formado por seres unicelulares procariotas, llamadas así porque no tienen núcleo ni conciencia. Se trata de seres autótrofos o heterótrofos poco informatizados que viven en todos los ambientes del planeta, tanto en el agua como en el suelo o el aire, incluso dentro de otros organismos hermanados con los existentes en otras galaxias.
Todos los días una lección. Hoy toca el Aparato de Golgi y Celia vuelve tirando del carrito de la compra, casi vacío porque es solo para alimentarse ella y sus pensamientos. Hacer la cama y regar las macetas no requieren mucho un gasto de energía.
Este relato está basado en la mentira de la ficción, tan importante para la salud mental.