Vendedor

28.12.25


Abrió un puesto de golosinas. Vendía narcisismo, autocompasión y vanidad. Si has sonreído al leerlo es porque compraste allí.


1 apostillas:

Joselu dijo...

Desde Artaud y su teatro de la crueldad, este microcuento representa la literatura burguesa que él despreciaba: un juego intelectual que tranquiliza en lugar de conmocionar. Pretende ser mordaz señalando vicios humanos, pero lo hace desde la distancia segura de la superioridad moral. El lector sonríe sintiéndose sagaz, sin perturbación genuina.

Carece de crueldad auténtica artaudiana, que busca confrontar con fuerzas primordiales de la existencia, atravesar las convenciones del lenguaje hasta el grito y el cuerpo. Usa metáforas ingeniosas pero inofensivas, sin romper la sintaxis ni provocar angustia existencial. Es un acertijo verbal cuya solución produce autocomplacencia, no reconocimiento visceral.

El giro final pretende incluir al lector en la crítica, pero superficialmente. No desnuda ni acusa verdaderamente; crea un club de iniciados que "entienden" la ironía. Es pura mediación literaria donde nadie corre riesgo real, opuesto al teatro sin mediaciones que Artaud perseguía.