Kamikaze
7.12.25
Tropezó mil veces sobre la misma piedra, pero no era un error. Quería suicidarse. La piedra estaba en el umbral, una losa suelta que él mismo había puesto. Durante años, cada mañana, el mismo golpe exacto. Las rodillas primero sangraron, luego se hicieron de cuero. La piedra se fue puliendo: los bordes se redondearon, la superficie se volvió lisa. Al final, la piedra se desgastó más que sus rodillas. Y aún seguía tropezando.
Etiquetas: cuentos de domingo, cuentos diminutos
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 apostillas:
Publicar un comentario