Aniquilaciones

5.11.19



Más que morir hay que temer que te anulen.



Activar

4.11.19



César Vallejo escribía en el poema El buen sentido: «Mi madre me ajusta el cuello del abrigo, no porque empieza a nevar, sino para que empiece a nevar». Cuántas veces no pensamos las cosas porque vayan a suceder sino para que puedan ocurrir.



Zapatos de domingo

3.11.19



Intentó por enésima vez sacar el dedo para completar el lazo, pero se le volvió a escapar el nudo. Miró la complejidad de aquel artilugio cuyo funcionamiento no le entraba en la cabeza y pensó, entre resignado y convencido de su torpeza, que podría dedicar su vida a resolver el problema de por qué los niños pequeños nunca saben anudar sus zapatos.



Indistinguibles

2.11.19



Hay creaciones que de pura originalidad no son tenidas en cuenta.



Alucinaciones

1.11.19



Era muy joven cuando falleció. Llegó a la redacción un verano a realizar las prácticas. Buena gente y cálida muchacha. Después me enteré de su repentino fallecimiento, al parecer por una cardiopatía congénita. 

Ahora al pasar los años, cuando recuerdo su imagen y las conversaciones mantenidas, tengo la sensación de que nada de aquello fue cierto, que hablé con un fantasma, tibia semblanza de la existencia, que vive en mi mente poblada de tantos muertos.



Enteros

31.10.19



Llega un momento que, mentalmente, no cumplimos más años porque nos negamos a vernos de otra manera que de aquella en que nos comprendimos y nos aceptamos. El calendario se obstina en ser notario cronológico del paso de los años, mientras nuestra mirada nos va mimando para que interiormente no parezcamos un castillo en ruinas y en pie nos mantengamos.



Desescamar

30.10.19



Igual que el tronco de un guayabo que mientras robustece su madera se va desprendiendo de escamas de la corteza muerta, así es un desprenderse en la vida de todo aquello que es superficial y no nos deja crecer impidiendo fortalecernos.



Presbicias

29.10.19



Con la edad pierdes vista pero ganas en una visión más clara del mundo y de sus cosas.



Un bosque de papel

28.10.19



Escribo abedul sobre el alma blanca del abedul. Reposo mi mano y dejo fluir el alma negra de la tinta para que escriba abedul en cursivos grafismos. Y el abedul me agradece que anote su nombre sobre la sábana blanca que ahora es. Y escribo chopo, cuando pongo una palabra en este espacio en blanco para que brote el recuerdo de sus hojas y amarillee su corteza. Y me da sombra roja la picea, el pino verdes punzadas, el abeto y el alerce su blandura, el eucalipto manchado y lechoso el abedul. Y escribo un bosque de palabras que repueblan esta desforestación para el ecosistema lector y poblamiento de letras.



Cambiando la hora

27.10.19



Adelantó cada uno del centenar de relojes que guardaba en la casa un minuto sobre el anterior, desde la planta baja hasta la buhardilla, de forma que cuando hizo el recorrido inverso los relojes marcaban siempre la misma hora, experimentando la sensación paradójica de que el tiempo se había detenido o que volvía a vivir una temporalidad similar a la ya sentida. Un presente inmutable mientras se desplazaba por cada espacio diferente. Era un ensayo para determinar la percepción de su existencia, en la cual tenía la impresión de estar atrapado eternamente.



Textuales

26.10.19



El deseo de cualquier persona que escribe debería ser el de confundirse con su escritura, ser texto en vez de autor.



Vislumbrando

25.10.19



No aspiro a que me comprendan, pero ambiciono comprender.



Masticar ideas

24.10.19



Theodor Ludwig Adorno pregonó que «pensar hoy es estar a cada momento pendiente de si se puede pensar». Igual que una resonancia que va y vuelve, el magnetismo de las ideas a veces depende de su polarización. En medio de un vacío como un buda iluminándose a sí mismo.




Lecturas esenciales

23.10.19



¿Por qué siempre abrimos el libro de la vida por la página desconocida?



Cuántica

22.10.19



La mayoría del tiempo nos pasa como al gato de Schrödinger que estamos sin estar.



Tomografía

21.10.19



En ocasiones me pregunto, te pregunto: ¿valió la pena vivir? Esa es la interrogación clave que debemos hacernos. Igual que un contraste yodado facilita la visualización de distintos órganos o fluidos de nuestro cuerpo para lograr un diagnóstico, esa interrogación nos analiza ante el mundo y ante nosotros mismos. Y ese contraste ¿valió la pena?, es donde nos observamos con agrado o desencanto, con dicha o infelicidad, vacuos o llenos de sentimiento, expresiones de nuestra ipseidad.



Riesgos laborales

20.10.19



Se dedicaba a la venta de bebés. El último mes había sido especialmente estresante dado el considerable aumento de volumen. Cuando hay mucho género, los cuerpecitos desprenden un aceitillo sudoroso que impregna las manos y atraviesa la piel. Había olvidado usar guantes y ahora se había infectado con aquel líquido cuyas propiedades afectaban a la sinapsis neuronal, cambiando radicalmente la manera de pensar. Lo sabía desde el principio, cuando aceptó el trabajo, por cuestión de dinero y no por vocación. Ahora tendría que soportar las consecuencias porque no existía ningún antídoto para el contagio. Comenzó a sudar y sentirse mal cuando aparecieron los primeros síntomas de autonepiofilia.



Taxonomía lírica

19.10.19



Hay dos clases de poetas. Los que admiten cualquier creación, aunque no compartan su estética. Y los que desprecian cualquier tipo de poesía que no esté alienada a su idea lírica. Los primeros se acercan al mundo desde lo igualitario, los segundos desde lo altanero. Cada lector destile sus versos.



Complexiones

18.10.19



«A todos pertenece lo que piensas. Sólo es tuyo lo que sientes. Si quieres que sea tuyo lo que piensas, has de sentirlo», escribió Friedrich von Schiller. La fisiología del sentimiento es lo que nos hace originales y únicos.




Artes

17.10.19



Al pasar por un estudio de pintura el cuadro que exponía su interior me detuvo. Obras a medio acabar, manchas de color, esbozos a carboncillo, modelos en escayola de la mutilada Venus de Milo, y un niño con su bata blanca vivificando un paisaje sobre el lienzo. 

De repente me invadió una emoción semejante a la que con doce años se apoderó de mí al lograr mis primeras creaciones en barro o en papel, tras ingresar en la Escuela de Artes. Fueron años donde compatibilicé el gusto por el arte con los estudios de Bachillerato, alimentando la observación del color y las formas del mundo, cultivando la imaginación, delineando ideas sobre las mesas de dibujo, modelando mi mente. 

En ese proceso hubo una renuncia a la que me forzaron mis padres, la de apuntarme a un equipo de fútbol como la mayoría de mis amigos. Tras la Universidad volví a jugar con ellos al balón y a disfrutar de muchas tardes de sábado en amistad, en plenitud física y en gozo lúdico. 

Ahora, en esta sociedad vigoréxica e híper competitiva, lo normal es federar a los niños desde pequeños en algún deporte de competición, abandonando cualquier cultivo de la sensibilidad y gusto por disciplinas artísticas, lo cual pinta un cuadro demoledor.