Riesgos laborales
20.10.19
Se dedicaba a la venta de bebés. El último mes había sido especialmente estresante dado el considerable aumento de volumen. Cuando hay mucho género, los cuerpecitos desprenden un aceitillo sudoroso que impregna las manos y atraviesa la piel. Había olvidado usar guantes y ahora se había infectado con aquel líquido cuyas propiedades afectaban a la sinapsis neuronal, cambiando radicalmente la manera de pensar. Lo sabía desde el principio, cuando aceptó el trabajo, por cuestión de dinero y no por vocación. Ahora tendría que soportar las consecuencias porque no existía ningún antídoto para el contagio. Comenzó a sudar y sentirse mal cuando aparecieron los primeros síntomas de autonepiofilia.
Etiquetas: cuentos de domingo, cuentos diminutos
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3 apostillas:
Ese oficio no era bueno. Ahora a buscar ropa de bebé de su medida.
Un abrazo
Seguiré entrando a tu blog, buen día.
Nunca descartaría la posibilidad del suicidio ante semejante enfermedad.
Saludos,
J.
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