Zapatos de domingo
3.11.19
Intentó por enésima vez sacar el dedo para completar el lazo, pero se le volvió a escapar el nudo. Miró la complejidad de aquel artilugio cuyo funcionamiento no le entraba en la cabeza y pensó, entre resignado y convencido de su torpeza, que podría dedicar su vida a resolver el problema de por qué los niños pequeños nunca saben anudar sus zapatos.
Etiquetas: cuentos de domingo, cuentos diminutos
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5 apostillas:
Entre Darwin y el aprendizaje vital: aprendemos. ¿Qué seríamos sin asombro ni interrogantes, sin reflexiones ni descubrimientos? ¿Y sin provocaciones? Y sin embargo, el error y el desánimo como chinas en el zapato.
Es que no es fácil. Luego sí, claro. Es cosa de práctica
Un abrazo
¿Quién no se ha soñado de niño atándose los zapatos y sufrir por que no se puede? Es el mismo sueño que nos asalta cuando soñamos que nos llaman para hacer la mili de nuevo porque no la acabamos o el latín o las matemáticas de COU que no estaban realmente aprobados y hay que volver al colegio para volverlos a cursar. No llegan a ser pesadillas pero sí protopesadillas.
La motricidad fina es muy selectiva...
El problema no son los niños, sino los zapatos.
¿O era al revés? Volveré a pensarlo...
Saludos,
J.
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