Destrucción

9.7.23



Ella se apuntaba siempre a un bombardeo por eso cualquier relación terminaba siendo una ruina.




Velación

8.7.23



El secreto mejor guardado es el más dulce, no el más terrible de los recuerdos.




Ingeniárselas

7.7.23



La vida no tiene ningún plan para ti: improvisa.





Ensimismamiento

6.7.23



En el aire nuevo y húmedo de la mañana una pequeña flor blanca cae desde la altura de su existir. Su vuelo, grácil, como el de una mariposa, atrapa la luz inocente del día y giróvaga muestra su último esplendor de tierna sencillez. Etérea se siente en su danza helicoidal hacia su despendida tras, silenciosa, haber cumplido con su destino de belleza y perfume, inadvertida. Así la escena dibujada que nos contempla.




Densidad

5.7.23



¿Con qué se puede rellenar la nada?





Repentizar

4.7.23



Cada sonrisa expresada es una puerta abierta en el alma.




Secuencial

3.7.23



Nacemos sin pedirlo; morimos sin remedio. Y vivimos equivocados la mayor parte del tiempo.





Nínfula

2.7.23



Fue al mar y se dio un baño. Cuando nadaba notó que algo le rozaba los pies y un chorro de frialdad cruzó entre sus piernas, viendo como una sombra se hundía en las profundidades. Salió del agua escamada.




Minúsculas

1.7.23



Qué poquito somos; qué nada seremos.




Colmataciones

30.6.23



Con el amor buscamos llenar un poco de la nada que llevamos dentro.





Variabilidades

29.6.23



Para que el mundo mejore tienes que mejorarte tú.




Transportación

28.6.23



El tiempo nos desplaza a un lugar distinto al que habitamos.




Desacordes

27.6.23



El amor propio no es lo propio del amor.




Sapiencias

26.6.23



Entender consuela.





Clientela

25.6.23



El insulto era un bar situado en la zona de vinos de la ciudad cuya notoriedad se debía a su maleducado dueño quien, mientras servía, increpaba a la clientela que sentía tal hartazgo que se marchaba del establecimiento borracha de regañinas.




Sin fin

24.6.23



Todo cuento tiene su final menos aquel que no es contado.





Adulteceres

23.6.23



Maduras al entender que nadie hará por ti lo que tienes que hacer tú.




Metayó

22.6.23



Mi vida es tan subjetiva que, en ocasiones, no alcanzo a reconocerme.





Aherrumbrados

21.6.23



La nostalgia es el aroma del tiempo quemado.




Zeitgeist

20.6.23



Una persona creativa debería de poseer el espíritu de su tiempo y no el gusto dominante de su época.




Cosmonautas

19.6.23



Atrapados en el sueño de la vida como quien viaja en un vagón de metro en la línea del tiempo.




El pretendiente

18.6.23



Cada atardecer el parque de La Lealtad se poblaba de mujeres solteras que paseaban sus perros. Enamorado, las miraba con el frustrado deseo de convertirme en can.




Infatigables

17.6.23



Escribir es siempre una tarea inacaba.




Insustancialidades

16.6.23



Cuando el tiempo es anodino hay que crear espacios de imaginación y resistencia.




Subjetivaciones

15.6.23



Hasta mis pensamientos más categóricos son relativos.




Menudencias

14.6.23



Y luego está esa gente que, a las cosas sin importancia, les da demasiada importancia.




Sutiles

13.6.23



Cada tiempo que termina está encerrado en una burbuja de la memoria que desvanece el olvido.




Murmuraciones

12.6.23



No deberías hablar demasiado bien de ti mismo, podrían llegar a creerte.




Invisibilidad

11.6.23



Los niños jugaban en la pista deportiva. Se jaleaban e insultaban con ímpetu mientras corrían y se empujaban por todo el terreno de juego. Entusiasmados en la disputa futbolera ninguno se percató que había desaparecido el balón.




Sigilosos

10.6.23



Antes de dormir es necesario pararse a escuchar el silencioso sonido de las sombras.




Atrasados

9.6.23



Caminando rápido se llega después.




Lapso

8.6.23



Al detenerme veo cómo de rápida pasa la vida de la gente.





Concentrados

7.6.23



Leer es escuchar atentamente el pensamiento.




Desiguales

6.6.23



Las identidades no nos hacen mejores o peores, nos hacen diferentes.




Inapreciables

5.6.23



Cada gesto, cada mirada, cada palabra, nos revela ante los demás tantas veces invidentes.




Helena abandona el grupo

4.6.23



En el WhatsApp se podía leer el mensaje sucinto: Helena abandona el grupo.

—¿Por qué se ha ido Helena? —preguntó Héctor.

—No lo sé, pero seguro que le habéis dicho algo malintencionado, porque os conozco —escribió Penélope.

—Bueno ya sabéis lo voluble que es Helena. No le daría mayor importancia, mañana pedirá que la volvamos a meter —medió Paris.

—Lo último que apuntó es que estaba amurallada en este grupo —recordó Penélope.

—¿Amurallada? ¿Eso qué es? — interpeló Briseida.

—Pues que se siente atrapada, incomprendida, juzgada, lo de siempre —respondió Ifigenia.

—No seas así. Helena tiene sus problemas y a veces necesita desahogarse —intentó suavizar Menelao.

—Pues que se desahogue con un psicólogo, no con nosotros. Que ya estamos hartos de sus dramas y sus quejas —replicó Ulises.

—Bueno, no os peleéis por esto. Lo mejor será que alguien hable con Helena y le pregunte qué le pasa. ¿Alguien se ofrece? —propuso Tetis.

—Yo no, desde luego. Ya tuve bastante la última vez que intenté consolarla y me soltó una sarta de reproches —dijo Eudoro.

—Ni yo. No tengo ni idea de cómo tratar con ella. Siempre se enfada por cualquier cosa —añadió Criseida.

—Vale, pues me toca a mí. A ver si consigo que me explique qué le ha molestado tanto como para dejar el grupo —se ofreció Casandra.

—Suerte con eso. Ya nos contarás qué te dice —deseó Glauco.

—Y no te dejes manipular por sus lágrimas de cocodrilo —advirtió Hécuba.

—¿Cómo os pasáis con la pobre Helena? —sentenció Briseida.

—Esto va a terminar peor que la guerra de Troya —se mofó Aquiles.

Infrecuentes

3.6.23



Lo anómalo será lo auténtico frente a inteligencia artificial.



Descontados

2.6.23



Somos lo que queda de nosotros.





Tumefacción

1.6.23



La inflamación del ego es de lo peor de los padecimientos modernos.




Protecciones

31.5.23



La ficción es una forma de defensa contra la realidad.




Improductivos

30.5.23



Lo extraño es que el mundo se mueva por dinero, trabajo, poder, pero que cuando eso se rompe las personas necesiten ternura, música, poesía.




Osteosporosis verbal

29.5.23



Las palabras, como las aceitunas, son carnosas por fuera y duras por dentro, pero es en su médula ósea donde está el alma.





Más o menos, un día

28.5.23



—Hoy es un día de más.

—No, hoy es un día de menos.




Significaciones

27.5.23



A las buenas personas lo que les importa son las buenas acciones.




Antiarrugas

26.5.23



Estos últimos días mientras transito por la ciudad, llena de rostros políticos por todos los lugares, me llama poderosamente la atención un detalle: los candidatos no tienen arrugas. Sus semblantes aparecen inmaculados de rugosidades, expropiados de surcos en la piel, redimidos de los pliegues que el tiempo otorga.

Lo impúdico de esas imágenes aventuran su primera gran mentira, la máscara inicial con que maniobrarán desde su insinceridad, porque quien es capaz de maquillar su realidad mostrándose como no es, anuncia un espíritu truculento y falaz.

La vida escribe en nuestro cuerpo una narración de estrías en la que se pueden leer los momentos de risa y de llanto, de alegría y de dolor, de sorpresa y desengaño. Y nadie debería borrar lo que es.




Eficacias

25.5.23



La versatilidad en la escritura es una potencialidad eficiente.




Enclaustramiento

24.5.23



Hay quien tiene miedo a ser querido.




Desconfianzas

23.5.23



Siempre estarás bajo sospecha ante la gente que no te quiere.




Desvestidos

22.5.23



Si desnudas las palabras descoses las hechuras del lenguaje.





El editor

21.5.23


Encendía un cigarro con la colilla de otro mientras no dejaba de parlotear como quien lo tiene todo hecho. Los libros se hacen solos, nacen, viven y se pierden en la inmensidad del olvido, solía explicar con frecuencia. Los techos del cuartucho que habitaba parecían decorados de estuco amarillo, a juego con el palidecer de muchos de los volúmenes que lo rodeaban. Nunca lo oí hablar bien de ningún escritor, los consideraba seres vanidosos, petulantes y engreídos, solo absueltos por la calidad de su trabajo si la tuviera. Y era cuando enumeraba una sarta de anécdotas padecidas por su estirada clientela.

Me mostró una columna donde se amontonaban gruesos librotes para explicarme que todas ellas eran autobiografías y memorias. Una pérdida de tiempo porque como defendía Max Aub: las biografías hacen mucho daño. Vale la obra. Por ella se salva uno. Después me lanzó una publicación para contarme que el pobre sujeto autor del mamotreto concebió la ilustre idea de prologarse a sí mismo, por no acudir a algún premio Nobel que lo hiciera y eso provocara unas ventas exageradas de su biográfica parida.

Deudas, nada más que deudas, es lo que me decía tener después de tantos años dedicado a este negocio y sacaba del cajón de su mesa un paquete de tranquilizantes, consecuencia de no poder dormir por las preocupaciones para, a continuación, detallarme que no podría jubilarse y enterrar su pequeña editorial. Luego me contaba lo de su mujer cubana que cuidaba a su padre con demencia senil y a la que quería traerase a España junto a sus tres hijos.

Lo conocí cuatro décadas atrás a través de un amigo común y continuaba en la misma covacha libresca. Cada vez que lo visitaba me regalaba las publicaciones que consideraba más peculiares, a sabiendas de mi gusto por la literatura y mi invisible afición a la escritura.

En cierta ocasión me entregó la cubierta de un libro al que faltaba la tripa: ‘La luz de los confines’ de Galdeano Ortiz. Me descubrió que Ortiz llevaba cuarenta años escribiendo la misma novela, aunque no llegó a plasmar una palabra sobre el papel ni teclearla en el ordenador. Lo que no era óbice para que contara cómo iba la obra y hasta narrara la trama y el desarrollo de los personajes. Pensé que era una broma y entonces lo describió como un relator verbal.

Otro de sus personajes favoritos era Francisco Torrezno al que bautizaba como escritor virguero, porque tras escribir cada texto lo destruía en su propósito de pasar a la posteridad sin haber publicado una sola línea. Lo usaba para corregir los borradores de los escritos de neófitos y analfabetos que querían publicar, como una joven enfermera que tras crear su primer poemario y vender tres ejemplares, le aseguró que las líneas de su mano habían cambiado y le pronosticaban una exitosa carrera literaria. 

Me mencionó también a Álvaro Íñiguez, quien escribía mal adrede debido a su miedo a ser plagiado. Licenciado en Filología Hispánica, hombre de una extensa cultura e insaciable lector, jamás mostraba un texto bien escrito y guardaba, en una caja fuerte, varias narraciones por miedo a que le usurparan su originalidad.

Nuestra conversación la interrumpió una de las muchas llamadas que sonaban en su móvil y que no tuvo más remedio que atender. Era su madre, viuda desde hacía más de treinta años y que no pudo hacer de su hijo alguien de provecho que se dedicara a un trabajo digno y normal. Me dejó y se marchó a la farmacia a por las medicinas de mamá maldiciendo en hebreo.



Menoscabos

20.5.23



En este tiempo de pérdidas nos hemos quedado sin la calma, el silencio y los cielos estrellados.





Dobles

19.5.23



Ante tu mentira, siempre es mejor que alguien se sorprenda por tu verdad.




Marchitamientos

18.5.23



Mientras los artistas sean correctos, su arte será decadente.



Destrucciones

17.5.23



Si el que la sigue la consigue, por qué se rompió el cántaro de tanto ir a la fuente.



Contrastable

16.5.23



Nos parece verdadero solo aquello que nos toca sentir.




Digeribles

15.5.23



La gente prefiere una mentira soportable a una insufrible verdad.




La pesca

14.5.23



Literalmente me puse las botas y los vadeadores, el chaleco, la gorra, las gafas polarizadas. Cogí la caña, el carrete, la línea, los ganchos y la carnada y me marché hasta el río para ahogarme.



Desquerencias

13.5.23



En ocasiones, ocurre que siendo la obra minusvalorada por su autor es apreciada por el público.



Proscripciones

12.5.23



El peor exilio es el interior, de los otros se vuelve.



Potencial

11.5.23



Aunque todo esté hecho, todo está por hacer.



Desengañados

10.5.23



Si de ilusión también se vive, ¿de desilusión se muere?



Virguería

9.5.23



Existen aforismos que solo son una filigrana del pensamiento.




A flote

8.5.23



Nadar contracorriente en el mar es agotador cuando no infructuoso. Nadas y nadas para acercarte a la orilla y, al final, el flujo te lleva donde quiere.

Igual ocurre en nuestras vidas cotidianas que, en ocasiones, intentamos realizar un cometido, alcanzar un objetivo que resulta aplastante o imposible.

Es el momento entonces de hacerse el vencido y dejarse llevar, reponer fuerzas y esperar a que cambie de dirección la corriente. Todo menos ahogarse.



La sexta extinción

7.5.23



—No parece que la situación vaya a mejorar.

—Al contrario, todo indica que el asunto va a empeorar.

—Demasiada sobrecarga.

—Nunca este planeta ha soportado una plaga de estas dimensiones.

—¿Plaga? ¿Te refieres al desastre humano?

—Andamos todo el día hablando de calentamiento global porque se ha puesto de moda.

—O porque han subido las temperaturas y hemos ayudado un poco. Y porque nos dirigimos hacia la desertificación de amplios territorios.

—Y existen temas tan preocupantes o más que esos como la superpoblación o la reducción de las materias primas. Cada vez somos más con menos recursos naturales.

—Por no acordarnos de los virus, o una variación en el porcentaje de oxígeno en la atmósfera o cualquier otra variación en nuestro precario equilibrio cosmológico.

—¿Sabes lo que pienso a veces?

—¿Qué?

—Pienso que se acerca una nueva extinción masiva, un proceso evolutivo de selección natural que limpiará el planeta de la especie humana.

—Un modo de reinicio y vuelta a empezar.

—Bueno, pues eso que entendemos tan lógico a la mayoría de nuestros congéneres le da risa.

—Anda coge las herramientas y vamos a continuar alimentando al ganado.




Truncamientos

6.5.23



Hay tanta sensibilidad en tantos lugares del mundo y luego está este demoledor sistema de amputar los sentidos.




Coagulaciones

5.5.23



Solo a través de la creación artística es posible espesar el tiempo




Efecto búmerán

4.5.23



Criticar la realidad implica quedar cuestionado ante los demás.




Falseamientos

3.5.23



Alguien me engaña y no es otro que yo mismo contándome este cuento.




Esclarecimientos

2.5.23



Existen desde la niñez cosas que aparecen claras, aunque tardemos toda una vida en poder explicarlas.




Transponedores

1.5.23



Quien atraviesa fronteras sufre de incomprensiones.




Afirmacionista

30.4.23



Aquel verano nevó y nadie percibió el cambio climático.




Júbilos

29.4.23



Noelia distraída en sus pensamientos caminaba en busca de su próxima tarea y se encontró con Araceli, una conocida algo más joven que ella.

—Te veo muy bien, Noe —le espetó sin saludar.

—No me quejo ahora que ando más libre y con menos estrés.

—Ya me he enterado que te has jubilado.

—No.

—¿Cómo que no te has jubilado?

—No, una se jubila cuando se muere. Tan solo he cumplido con una condena de cuarenta años trabajando y recupero, con suerte, mi libertad. Y me molesta mucho que definan mi vida en función de la utilidad del trabajo, con un antes y un después, como si fuéramos individuos programados para serles útiles a este sistema que te exprime los mejores años de tu vida y te suelta si ya no le interesas. Además, no tengo más tiempo, tengo mi tiempo para ocuparlo en lo que quiero e invertirlo en mí, para detenerme en la calle y hablar con la gente, igual que en este momento, sin ninguna prisa, y de hacer cosas por mero desinterés.

—No sabía que pensaras así.

—Es más, pocas cuestiones me desencantan ya, quiero a las personas tal como son y puedo decir que ‘trabajo por amor al arte’ en las cosas que hago.

—¿Y la edad, los achaques, el cansancio de vivir?

—Bueno los acepto como parte del equipaje que va conmigo y trato de relativizarlos mirando hacia el paisanaje o haciendo bosque con las personas que me importan, o alegrándome porque nada me ancle y pueda observar, escuchar, atender a la vida que pasa.

Araceli calló y, tras despedirse, se marchó pensativa pero feliz por su amiga.

Etilismo

28.4.23



El desaliento me lo bebo en soledad y para el resto, doy lo poco que tengo de consuelo.



Dignidades

27.4.23



La excelencia en la escritura es un acto y siempre es el momento de actuar.





Estancados

26.4.23



El mundo parece detenido en su vasto despropósito.



Acromegalia

25.4.23



El mediocre se engrandece cuando se ve entre sus iguales.




Méritos

24.4.23



Un texto se defiende por sí mismo.



Secundario

23.4.23



Vio la película de su vida y no le quedó muy claro que fuera el protagonista.




Crecimientos

22.4.23



El mediocre se hace grande cuando se ve entre sus iguales.




Vaguido

21.4.23



Cuanto más sepa la humanidad más se cerca estará de su colapso final.




Liquidaciones

20.4.23



¿Por qué es mejor que te maten con bacalao y no con tomate?




Autenticidades

19.4.23



Mira cuánto de ti hay en lo que eres. El resto lo tejió el azar.




Segmento

18.4.23



La distancia entre una excusa y una disculpa mide la urbanidad en cada persona.




Invariables

17.4.23



Si nos movemos siempre con una misma forma de pensar, aunque nos sea favorable, no avanzamos.



Gramática salvaje

16.4.23

 



Llegó a dominar el lenguaje con una fusta ortográfica. No soportaba las faltas de concordancia, las tildes sin tildar o los solecismos. Su escritura era implacable y su estilo inexorable. Pero un día se encontró con un texto que lo retó. Se trataba de volumen excelso de la literatura, atiborrado de metáforas, de figuras literarias y licencias poéticas. El autor se reía de las normas y las rompía con gracia. El gramático sintió una mezcla de ira y admiración. ¿Cómo podía alguien escribir así? ¿Qué secreto escondía? Resolvió buscarlo y desafiarlo. Pero cuando lo halló, enmudeció. Era una mujer luminosa y sonriente, que le tendió la mano y le dijo: «Hola, soy Ana María Matute. Encantada de conocerte».




Embebedores

15.4.23



La actualidad es una fuerza succionadora que nos anula.



Resbaladizos

14.4.23



Nos deslizamos por las palabras como quien se escurre por un riachuelo inclinado.



Inauditos

13.4.23



Sí que hay futuro, pero es tan desconcertante.



El patio de los ahorcados

12.4.23



De niño, curioseábamos por las tapias del cementerio y recorríamos sus patios luminosos llenos de flores secas, mustias o frescas todavía tras un reciente sepelio. Mirábamos las fotografías en blanco y negro o sepia, con los rostros de los difuntos cuando eran seres vivientes. Nos deteníamos a cuchichear al reconocer el retrato de algún personaje adherido a la lápida o sabíamos de alguna tragedia ocurrida por la que dejó de existir.

Debatir sobre la muerte causaba, en nuestras cabezas infantiles, un efecto de temor por qué dios nos esperaría en el más allá, y de incomprensión e indolencia al no ser ningún familiar o persona conocida.

Especialmente desconcertante nos parecían los fallecimientos de los niños atropellados, caídos en lugares mortíferos o víctimas de enfermedades incurables, por las que cruzábamos los dedos para que no nos tocara padecerlas en suerte.

Pero la expedición al camposanto tenía dos puntos de observación macabros: la sala de autopsias y los terribles manejos forenses con prácticas descuartizadoras de cuerpos, en la búsqueda de la verdadera causa del óbito y, por supuesto, el patio de los ahorcados, cerrado por una gruesa puerta metálica y que, para observar su interior, debíamos escalar las encaladas paredes.

Una vez encaramados arriba del muro siempre me invadía la tristeza. Era un espacio desahuciado de flores y más bien oscuro, donde suponíamos que estaban las personas que se ahorcaban, las que se envenenaban, se desangraban o se despeñaban por un tajo.

Parecía como si estuvieran castigados para que nadie pudiera ver el terrible delito de haber decidido morir, y que no lograron hacerlo sobre sus vidas.

Igual todas las personas llevamos un suicida hibernado dentro de nosotros como nos recuerda el filósofo Émile Cioran: «Vivo únicamente porque puedo morir cuando quiera. Sin la idea del suicidio, si no fuera por la posibilidad del suicidio, ya me habría matado».




Restando

11.4.23



Más cantidad de saber no es igual a conocimiento más claro.



Combinatoria

10.4.23



El resplandor del oro no: el brillo en la mirada, el destello en la sonrisa, el fulgor en lo amistoso.




Domingo de resurrección

9.4.23

 

El timbrazo repentino la sacó del sopor transoceánico del almuerzo. Abrió la puerta para encontrarse con un rostro joven de mujer, bastante arreglada y que sostenía una carpeta bajo el brazo. Seria, elegante, el pelo recogido y una actitud de serena firmeza en su mirada.

—Dígame que quiere —la interrogó.

—Buenas tardes. Vengo porque es la fecha según queda registrado en la póliza.

—¿La póliza?

—Sí, la de doña Lucía Salmerón.

—¿La abuela? ¿qué le ocurre a la abuela?

—Es el día fijado y acudo a realizar el papeleo.

—¿Qué momento?

—Bueno —carraspeó—. El momento del sepelio. Lo siento.

—Pero, cómo… —balbució desconcertada, pensando a la vez si sería una broma o estaba ocurriendo en realidad.

—Ya sabe, hay que hacer los trámites. Decidir si quieren enterramiento o incineración, el tipo de féretro, si van a querer que la arregle la tanatoesteticista…

—Pare, pare, pare, ¿me habla del entierro de la abuela? Si está ahí tan tranquila sentada en el salón, viendo la tele.

—Ya, lo siento mucho y la acompaño en el sentimiento, pero le ha llegado su hora.

—No puede ser, esto es un programa de esos de cámara oculta, ¿verdad? —y miró confundida en derredor.

—Tranquilícese, entiendo que es doloroso, si bien todas las personas tenemos nuestro día señalado.

—Mire, no sé si reír o llorar o lanzarla a usted por el hueco de la escalera —manifestó irritada.

—Solo he venido a que firme estos papeles, es un puro trámite, aunque sea la muerte de su abuela.

—Es mi madre, tiene noventa años y está vivita y coleando. Y usted se la quiere cargar.

—No se equivoque señora —indicó subiendo en tono—. No quiero matar a nadie, simplemente cumplo con mi trabajo y aquí dice que doña Lucía tiene que fallecer hoy.

El texto de la vida se reveló antes sus ojos y se dejó vencer por una sensación como de torbellino cuya gravedad te hunde en su agujero, mezclándose lo real y lo soñado de quien no entiende muy bien por qué cuesta tanto despertar.


Disipación

8.4.23



Cada día escribo, como quien fuma por puro vicio, unos cuantos aforismos.




Intentonas

7.4.23



Más que morir en el intento apostaría por vivir en la espontaneidad.



Corchete

6.4.23



Somos conocimiento entre dos ignorancias eternas, la que nos precedió y la que nos sucederá.



Lírica bit

5.4.23



¿Acaso no es una imagen poética una máquina haciendo bella poesía?




Encandilarse

4.4.23



Nada debe deslumbrarnos tanto como el asombro de saber.



Vaticinadores

3.4.23



Miro hacia el horizonte y no veo otra cosa que el infeliz destino de la humanidad.




China market

2.4.23



La encontró llorando en aquel oscuro pasillo entre las cestas de mimbre y los budas de alabastro. La joven parecía perdida y desorientada. Después de serenarla le preguntó qué le pasaba. La chica le contó entonces que entró a trabajar en la tienda hacía tres años y que, desde entonces, no había conseguido encontrar la salida.

A falta de ideas y la urgencia entregar el cuento, el escritor acudió a su máquina de inteligencia artificial y le pidió que continuara la historia. «Está bien le dijo. Aquí va mi narración». Y la máquina comenzó a escribir:

Él se quedó asombrado ante aquella confesión. ¿Cómo era posible que alguien estuviera atrapado en un establecimiento durante tanto tiempo? ¿No había nadie que la echara de menos? ¿No había intentado escapar por alguna ventana o puerta trasera? Le hizo todas esas preguntas y ella le respondió con voz temblorosa que no sabía nada del mundo exterior, que solo conocía el China Market, el enorme bazar donde vendían todo tipo de productos orientales.

Le explicó que un día, cuando tenía diecisiete años, entró en el comercio buscando un regalo para su madre. Se sintió atraída por la variedad y el colorido de los objetos que había en las estanterías. Empezó a recorrer los corredores sin rumbo fijo, admirando las porcelanas, los abanicos, los kimonos, los inciensos... Se le pasó el tiempo volando y cuando quiso darse cuenta ya era de noche y el negocio estaba cerrado.

Entró en pánico y buscó alguna forma de salir, pero todas las puertas estaban cerradas con llave y las ventanas tenían rejas. Gritó pidiendo ayuda, pero nadie la oyó. Pensó que al día siguiente alguien vendría a abrir el almacén y la encontraría allí. Pero eso no ocurrió.

Al día siguiente, cuando se despertó en un rincón del alamcén donde había pasado la noche, vio que el local estaba lleno de gente. Clientes y empleados iban y venían sin prestarle atención. Ella intentó hablar con ellos, pedirles ayuda, explicarles su situación. Pero nadie la escuchaba ni la veía. Era como si fuera invisible.

Así pasaron los días, las semanas y los meses. Ella seguía atrapada en aquel lugar, sin poder comunicarse con nadie, sin poder salir de allí. Se alimentaba de lo que encontraba en los estantes: galletas de arroz, té verde, frutos secos... Se vestía con la ropa que había en las perchas: vestidos de seda, pantalones de lino, chaquetas de cuero... Se entretenía leyendo los libros que había en las mesas: novelas de amor, cuentos de hadas, biografías de famosos... pero nada de eso le hacía feliz. Lo único que quería era salir de allí, volver a ver a su familia, a sus amigos, a su novio... y no sabía cómo hacerlo. Había perdido toda esperanza, hasta que él apareció.

Él era un joven periodista que había ido al China Market para realizar un reportaje sobre el aumento exagerado de venta de kimonos. Estaba entrevistando al dueño de la empresa cuando vio a la chica llorando. Le llamó la atención su aspecto triste y solitario. Se acercó a ella para preguntarle qué le pasaba y se sorprendió al escuchar su historia. Él fue el primero que la vio y la escuchó después de tanto tiempo. Él fue el primero que le creyó y le ofreció su ayuda. Él fue el primero que le devolvió la esperanza.

Le dijo que no se preocupara, que él iba a sacarla de allí, que tenía una llave maestra que abría todas las puertas de la gran superficie, y que lo esperara mientras él terminaba su entrevista con el dueño. Ella le miró con incredulidad y gratitud. No podía creer que por fin alguien la pudiera sacar de allí.


FIN

Al terminar le preguntó: «¿Qué te ha parecido mi cuento?». Pensó en contestarle, una porquería, pero se aguantó las ganas de teclear su pensamiento. Solo se trataba de eso, terminar el cuento.


Genialidades

1.4.23



El genio de la creatividad reside en la libertad de hacer lo que quieras, sin detenerse en reglas o bendiciones académicas.