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Sin término medio

9.1.21



En este subibaja de abrazos y de besos que es la vida se está buena parte del tiempo descompensado. De niño, lo recuerdo, los brazos de mi padre y de mis tíos me elevaban al cielo para darme un abrazo. 

Luego estaba mi abuela, pequeña pero grande, donde me refugiaba en su amparo y a la que no tardé en rodear su fuerte pequeñez. Y mi madre que con abrazos de madre me hacía crecer. Hubo abrazos igualados por el tiempo y después, rápidamente, desnivelados. 

Al final, otra vez inclinarse, esta vez hacia abajo para besar a los hijos mientras van creciendo y quedan los abrazos, otra vez, desnivelados a la altura del futuro, sin que hubiera, para el cariño y la ternura, un término medio.



‘Implexo’

7.3.18



Las figuras de la madre y el padre son apeladas especialmente en dos etapas de la vida de las personas: en la infancia y cuando ya no están.



Parecidos

30.11.10



—Este niño es la viva imagen de su padre.
―Acaso es un pulpo su padre.
―Los ojos son del padre, el mentón y la sonrisa también.
―¿Y de la madre?
―De la madre es el niño.
―Igual también se parece a la madre.
—Se asemeja a un tío abuelo que vivió en América.
―Seguramente, es allí donde ha realizado el tratamiento de fecundación.
―No sé. Las señales de ADN las mandaron por correo.
—Certificado, supongo.
―Quizás por mensajería.
―Sí, ahora que lo dices también se parece al mensajero.
―No piensas que llevamos un rato diciendo tonterías.
―Espero que de mayor no se parezca a nosotros.
―Ni al padre.
—Tampoco.