—Me alegro de verle pasear por estos lares y con tan buen semblante.
— Con frecuencia una falsa alegría vale más que una tristeza cuya causa es verdadera.
—Usted siempre encerrado en esos pensamientos.
— Sentir no es otra cosa que pensar.
—Pero hay que escapar de eso de vez en cuando.
—No hay nada que esté enteramente en nuestro poder más que nuestros pensamientos.
—Y tanto pensar le lleva a alguna parte.
—Daría todo lo que sé por la mitad de lo que ignoro.
—¿Le ayuda eso a resolver los problemas?
—Divide las dificultades que examinas en tantas partes como sea posible para su mejor solución.
—Lo tiene claro.
—Para investigar la verdad es preciso dudar, en cuanto sea posible, de todas las cosas, una vez en la vida.
—¿Eso le ayuda a prosperar?
—Dos cosas contribuyen a avanzar: ir más deprisa que los otros, o ir por el buen camino.
—Tiene, por tanto, solución para todo, señor René.
—Si no está en nuestro poder el discernir las mejores opiniones, debemos seguir las más probables.
—Le tengo que dejar. Sigo mi camino.
—Pero recuerde una cosa joven, que la verdadera inteligencia consiste en descubrir la inteligencia ajena.