Al encuentro con una amiga de toda la vida surge una conversación sobre sus hijos. En mitad de la charla escucho la frase «cometer sus propios errores», que suena a reproche afectivo y maternal. Recuerdo entonces que en su época de estudiante se marchó de casa a vivir un amor del que, luego, vinieron estos hijos.
Me pregunto si la realidad no se copia de sí misma en tantas ocasiones como en la referida aquí.