La conjura de los necios

12.10.05


El título de la sorprendente obra de John Kennedy Toole me anima a escribir este comentario. Quizás la metáfora cervantina de la lucha contra los molinos de vientos no sea otra cosa que la pelea diaria contra la necedad y sus actores: los necios.Ese dicho que refiere que no hay algo más peligroso en el mundo que un tonto con mala leche, no viene más que a ponernos en guardia sobre la necesidad de tomar conciencia que los imbéciles son mucho más dañinos de lo que nos creemos. Hay quien afirma que su peligrosidad radica en que son mayoría.

Cavila

11.10.05


Lao Tse refiere en el Tao que “todo el universo ha sido creado de la nada”. Después de leer esto puede uno vivir tranquilo sin reformular su estrategia vital.

Reencuentro

10.10.05


Dos antiguos amantes se volvieron a encontrar en una cafetería después de muchos años. Tras intercambiar información sobre sus vidas él confesó:
─Contigo me equivoqué, nunca debía haberte dejado.
Ella lo miró dulcemente para tranquilizarlo.
─No, no te equivocaste. Acertaste por mí y me diste la oportunidad de conocer y querer a otros hombres.

El arte de la guerra

9.10.05


En cierta ocasión leí en un viejo tratado sobre la guerra lo siguiente: Nunca trates a un enemigo como tu enemigo –aunque tampoco debes dejar de pensar que lo es–, le darás la ventaja de fortalecer su espíritu. Relaciónate con él de manera que tú aparezcas relajado y amistoso, confundirás sus pensamientos y debilitarás sus convicciones: dudará en atacarte.
Siempre he pensando que una sonrisa desarma al más pintado.

¡Que viva España!

8.10.05


Un amigo que viajó recientemente a Dinamarca me cuenta como anécdota que mientras cruzaba por un zona rural vio, junto a unos saquitos de patatas, un tarro de cristal con las monedas que la gente deposita tras llevarse el producto que se expone en mitad del campo. Ese día leo en un diario que el propietario de un bar, aprovechando que le han robado dos máquinas tragaperras termina por robarse él mismo el resto de enseres del establecimiento. Todavía nos diferencia del resto de Europa la tradición picaresca del siglo de oro español.

La física del amor

7.10.05


Las fuerzas de Van der Waals se definen como atracciones débiles de corto alcance entre átomos de carga eléctrica opuesta. Algo parecido ocurre, con el tiempo, entre algunos amantes.

Colegas

6.10.05


−¡Antonioooo! ¡Qué a gusto vives, cabrón!
−¡Tú si que vives bien, bribón!
−Bueno, que te vayan dando mucho por culo.
−Y a ti que te la pique un pollo.

Sexualidades

5.10.05

El jerbillo es capaz de copular con cien hembras en una hora, el hámster 65 en el mismo tiempo y el león hasta 157 veces en 55 horas. El rinoceronte tiene cópulas de hasta dos horas. El acto sexual del insecto palo dura diez semanas sin interrupción.Los humanos pensamos que descubrimos la sexualidad como placer pero después de ver a los animales es mejor ponerlo en duda.

Déjà vecu

4.10.05

Me confesó: “a veces parece que uno ha vivido tantas vidas en una sola existencia”. Por qué me dices eso, le pregunté.
Tras mirarme en silencio, con la mirada ausente durante un momento, me contestó: “son como retazos que me llegan de mi pasado. Un flash repentino que me devuelve una imagen en la que no me reconozco y, sin embargo, protagonicé”.
Callé por un instante y como para calmar su angustia le dije si se arrepentía de algo. Entonces sonrió: “no, ni mucho menos, pero es tan inquietante esa imagen de extrañeza que, a veces, dan los recuerdos sobre uno mismo”.

Los límites del corazón

3.10.05


Marco Aurelio otorgaba a los amantes de su hermosa esposa Faustina los mayores honores, según cuenta su biógrafo Juluis Capitolinus. Con la debida distancia, he conocido a personas que obraban semejante parecer ante las infidelidades de su pareja. ¿Habrá que reconocer, acaso, que hay personas capaces de amar más allá de donde se detiene la mayoría?

Lo inesperado

2.10.05

Apenas contaba nueve años. Una mañana de domingo fui, con un grupo de vecinas mayores que yo, hasta el cine para comprar una entrada. Mi corazón alborozado caminó por las calles llenas de luz y se emocionó ante la cita de la tarde cinematográfica. Llegamos juntos a la taquilla del cine y cada uno compró sus localidades.
A la vuelta feliz como un niño que cumple su deseo decidí tomar un camino de vuelta casa diferente a la pandilla de jovenzuelas que me acompañaban. Tenía tanta prisa por llegar que me planteé echar por el trayecto más corto.
Había dado apenas unos pasos cuando un chaval, algo mayor que yo, interrumpió mi caminar. Me preguntó qué era lo que ponía en las entradas que llevaba en la mano. Con toda mi ingenuidad desplegué las papeletas y me dispuse a leer las letras impresas. No me dio tiempo a terminar la lectura. Los tiques volaron de mis manos.
Mi alegría desapareció de repente. Rompí a llorar mientras intentaba alcanzar al ladrón que pronto desapareció en una encrucijada de callejuelas. Mi desconsuelo fue a más igual que mi llanto.
Sin saber cómo se acercó a mí una mujer y me preguntó por mi compungido estado. Tras contarle mi desventura la señora identificó al muchacho, me pidió que me tranquilizara y me llevó hasta la casa de aquel joven.
Al llegar a una vieja casa, la mujer interrogó a una joven que cuidaba un bebé, sobre unas entradas de cine, y ésta le señaló que estaban en el poyo de la chimenea. La chica contó que su hermano acababa de traerlas y que se las había encontrado. Recuperada la papeleta la mujer me acompañó y cuando estaba cerca de casa me dejó ir.
Aquel día aprendí, en una sola lección, no a confiar ni a desconfiar de mis semejantes o del destino, sino a esperar lo inesperado.

Disfraces

1.10.05

Un día leí un proverbio indio que decía: “no olvides que debajo de tu ropa estás desnudo”. Bajo las apariencias no somos muy distintos.

Corral

30.9.05


El cacareo político cada vez es mayor. Insoportable.

Siesta

29.9.05


Me cuenta un conocido que ha aprendido, tras el almuerzo, a echar la siesta mientras ve los anuncios de televisión. Me dice que como la publicidad cada vez se parece a sus sueños, al despertar es como si viera cumplidos sus deseos. Supongo que debe ser así y algunas mujeres cambiarán a sus ‘hombres’ porque no saben manejar la lavadora; otras se reirán mientras se demuestra que ‘ellos’ saben hacer dos cosas a la vez: el café y multiplicar la tabla del uno. Habrá madres que puedan quitar de la cabeza a sus hijas las tonterías que aprenden en televisión con un desparasitador y padres que hagan la comida y frieguen los platos. También como hay una edad para todo, la hay para tener una determinada marca de automóvil.

Mochilas

22.9.05







Los he visto esta mañana. En sus ojos había un temblor que ya no recordaba. Una sensación de desamparo ante el mundo lleno de rostros y ambientes desconocidos; un miedo transfronterizo. En las pesadas mochilas que cargaban sus espaldas: libros de texto, cuadernos, lápices de colores y un bocadillo. 

Ahora, pasado el tiempo, pienso que a la escuela habría que ir con un solo libro en la cartera, ese que se titula ‘El cuento de la vida’ y volver a casa con la lección bien aprendida sobre las trampas del deseo, el amor y desamor, el descuento del tiempo, el ilógico destino humano, la enfermedad y la vejez, la especulación de la fe. Regresaríamos sabios, aunque eso sí perderíamos el sentimiento ingenuo.

Frase

21.9.05



El escritor David Leavitt señaló: «Los que tienen inclinaciones artísticas alquilan cámaras de vídeo, hacen sus películas y declaran que el lenguaje escrito pronto se degradará, pues sólo sirve como vehículo de nostalgia.» ¿Habrá pensado alguien que vivimos un mundo de puro efectismo, decadente y resignado?



Oficio

9.9.05



Trabajo como Ángel de la Guarda a turno corrido de veinticuatro horas y no tengo vacaciones. Mi contrato es eterno. No estoy afiliado a ningún sindicato ni adscrito a ningún convenio colectivo y mi jefe es divino, aunque no me paga nada. 

Mi labor consiste en ver sin tocar, oír sin hablar, guardar sin proteger, predecir sin avisar, soportar sin sufrir; percibir los sentimientos sin sentir. 

Estoy cuando despierta el día del que va a trabajar, junto al suicida en el momento antes de colgarse en el vacío, al lado del niño que gime tras dieciséis horas de trabajo, cuando grita la parturienta, en el paroxismo de dos cuerpos amándose, en la oscuridad del insomne, cerca del viejo solitario que se arropa con recuerdos, atento a quien ríe despreocupado y en el miedo infantil por el distanciamiento maternal. 

Oigo los pensamientos del asesino antes de matar, miro cómo oculta el ‘dinero negro’ el mafioso, me acerco al presidente de una nación cuando piensa su poder y al magnate cuando se siente todopoderoso. 

Escucho el golpe sordo de un cuerpo cuando cae al suelo desde un andamio, la agonía del enfermo, el pensamiento de aquel que llaman loco, la bofetada en la cara a una mujer, el dolor de un amante abandonado y la amargura de la violada. 

Sé del absurdo deambular del toxicómano, del fanatismo del terrorista, de la impotencia del parapléjico tras un accidente y del dolor de la misma muerte. También estoy al corriente de la emoción del enamorado y del que se sabe alegre. 

Y nada puedo hacer si no pasar como un ángel.

Amigos

3.9.05

«Ninguna amistad soporta un dosis exagerada de franqueza», escribió en cierta ocasión el filósofo Émile Cioran. De ser cierto este axioma debería reconsiderar todas las relaciones amistosas mantenidas hasta ahora.

Paseo


Caminaremos por la suave arena del rebalaje como si el tiempo no existiera. Te contaré cosas de cómo siento el mundo en un largo paseo mientras las olas bañan nuestros pies descalzos. La sensación de arena húmeda en la planta de los pies provoca momentos de sinceridad, nos desnuda de fingimientos y no impele a contar intimidades y sueños nunca confesados. Esta arena seguirá aquí cuando no estemos nosotros. El infierno no existe y en el cielo seremos todos ángeles. Los huesos se acortan con el tiempo por eso las personas mayores son más bajas. Los peces no duermen porque no tienen cama.


(Elvira, 8 años)

Renovación del DNI

2.9.05


Tras fijarme que tenía caducado el Documento Nacional de Identidad desde hace veinte años, he tomado la drástica decisión de renovarlo. Sobre todo porque no acababa de reconocer al tipo de la foto. Un examen de conciencia ciudadana me encaminó hacia la Comisaría de Policía.
−Buenas.
−Dígame.
−Es aquí para renovar el carné.
−Sí.
−¿Qué hace falta?
−Dos fotografías y el carné antiguo.
−Tome.
−¿Es usted Juan Pérez Martínez?
−No estoy seguro.
−¿Cómo dice?
−Que a veces siento que no soy esa persona.
−Un poco de seriedad, eh.
−Es por mi enfermedad.
−¿Está usted enfermo?
−Sí. Tengo un trastorno bipolar serio.
−¿Eso que es?
−Que unas mañanas me siento bien, como el del anuncio del donut, y otras todo lo contrario. Por eso no sé si soy yo u otro.
−Pero ¿usted cambia de apellidos durante el día?
−No.
−Pues entonces usted es este.
−Vale, si usted lo dice.
−¿Es hijo de Juan y Juana?
−De Juana sí, porque me crió, pero de Juan no sé.
−¿Cómo que no sabe?
−Es que yo tengo varios padres.
−A ver, explíquese.
−Sí porque a mi madre le hicieron varias transfusiones sanguíneas durante el embarazo.
−Eso no cuenta. Su padre es Juan y ya está.
−¿Vive en la calle del Agua número 7?
−No, se llama calle Sequía, le han cambiado el nombre; como no llueve.
−Oiga me está usted impacientando.
−Disculpe, es por culpa de mi falta de identidad que caducó hace veinte años.
−Ya veo. Ande, deme el dedo índice de la mano derecha.
−Ese no. ¿No le importa que sea el de la izquierda?
−Me parece que usted y yo vamos a acabar mal. Muy mal.
−No se ponga usted así, hombre. Se lo digo porque el derecho, como lo utilizo mucho para señalar, lo tengo un poco gastado e igual las dactilares salen un poco cubistas.
−¿Acaso tengo cara de tonto? ¡Traiga acá el dedo ahora mismo o se lo corto!
−Vale, no se me irrite que igual le afecta el síndrome scriba infensus.
−Quiere dejar de decir chorradas de una vez. Y ahora deme el pulgar.
−Sabía usted que gracias a que el pulgar se opone a los otros cuatro dedos hemos podido evolucionar. Sin él ni usted ni yo sería lo que somos.
−Me tiene harto. Son 6 con 45 euros.
−Ah, pero hay que pagar por tener identidad.
En ese momento observé como la cara de aquel hombre enrojeció hasta un color rojo sanguina. Parecía que sus ojos se le iban a salir y dejó de respirar. Inmediatamente cayó al suelo. Dijeron que era un infarto. Entonces otro señor se me acercó y me dijo:
−Vuelva usted mañana.
Pero no he vuelto, a fin de cuentas prefiero ser un sujeto no identificado.