Insustanciales

Cuando te das cuenta de que cambiar las cosas para mejorarlas es difícil o imposible entiendes que esta sociedad sufre de pensamiento inane.

Cegueras

Para que la realidad no te canse, mírala con ojos nuevos.

Conformistas

No hay que enseñar nada a quien nada quiere aprender porque se satisface con lo sabido.

Museo de la nada

Le dijeron que allí se guardaban las más grandes obras de arte que jamás habían existido y, al entrar al museo, comprobó que estaba vacío.

Flojedad

Es frustrante vivir en la inapetencia.

Apreciación

A más humildad mayor aprecio sobre lo creativo. La vanidad del artista es un nubarrón en la observación del arte ajeno.

Brillos

Gracias a las mascarillas hemos aprendido a sonreír con la mirada.

Malos versos

Afirmaba Hermann Hesse que «hacer versos malos depara mucha más felicidad que leer los más bellos». Eso es porque entre la creación y la recreación media un abismo.

 

Esfumados

De aquí a que pase una centuria no quedará ni la esencia de tu recuerdo.

Sin adiós

Lo mejor es marcharse sin despedirse.

Guerras literarias

El carabinero golpeó la puerta hasta tres veces. Golpes secos y rotundos. Después con voz aflautada preguntó: «¿Se puede?». Un sonido ronco desde el interior de la habitación le respondió: «adelante, Toledo». Apareció, entonces, un espigado y fornido guardia, de rosto amable y barba rala. «¿Me ha mandado llamar, mi capitán?», inquirió mientras ladeaba una media sonrisa. El oficial sin levantar la cabeza del papel que leía sobre la mesa, observó: «No me ha cuadrado bien el servicio esta semana». «Sí mi capitán ¿dígame por qué?». 

El militar levantó la vista y miró al subordinado con indulgencia: «¿En cuántas ocasiones le he referido que la tropa tiene que estar bien alimentada?». Luego que la pregunta resonara con ímpetu entre las cuatro paredes cuarteleras, moduló su habla a un tono más bajo: «No solo de pan se alimenta el hombre, también hay que nutrir su espíritu. ¿Cuántos versos le ha leído a la unidad?» El carabinero miró al techo y recordó: «Han sido dos sonetos de Quevedo y uno de Góngora; algo de César Vallejo, Machado, Juan Ramón Jiménez y Lorca; todo producto nacional». El superior quedó circunspecto durante unos instantes que al subalterno le perecieron interminables. Después, gravemente, manifestó: «No es suficiente. El destacamento necesita un suplemento de Cernuda, Gil de Biedma y Goytisolo. Y una buena ración de Rosalía de Castro, Idea Vilariño, Pizarnik y Beneyto». «A sus órdenes y si me permite, he escrito unos poemillas que puedo leer a los muchachos». El jefe, con expresión marcial y centrado en su lectura, le ordenó: «Ni se le ocurra, no querrá frustrar la carrera de estos vates de la guerra».

Algología

También se vive desde el dolor.

Pocas palabras

Un pensamiento corto viene de un ensayo largo.

Instagramers

El espejo ya no es la imagen del cuerpo atrapado en el azogue, ahora es la fotografía de su reflejo. Una doble simulación de lo que somos, la duplicación de la apariencia. 

 

Paradoja de la ausencia

La inexistencia en sí es lo no existente y en ese no existir, existe.

Trazas

Si una cicatriz deja una huella imperecedera en la piel, una caricia marca invisible una impresión en el alma.

Serenidades

Frenar de golpe. Parar en seco. Quedarse quieto. Sentir esa fuerza inercial que nos arrastra en esta vida de vértigo. Y contemplar, entonces, en quietud, la estática del Universo.

Taxidermista

Era embalsamador de las palabras y había disecado el lenguaje.

Estáticas

Permanezcamos en la amabilidad, para ser desagradables siempre hay tiempo.

Entenderes

En lo vivido, tan importante es aprender como desaprender lo aprendido.