Descubro con pesadumbre como dos de las bitácoras que enlazo publican sendas despedidas. Mi primer sentimiento es de tristeza. Después me digo que, nacer y morir, es ley de vida; aunque no puedo ocultar que con el suicidio de esas bitácoras -queda su presencia vegetativa-, mi ‘blog’ muere un poco también con ellas.
Tras echar un vistazo por el mundo de los ‘blogs’, igual que hay quien asegura que el amor dura tres años, me pregunto si ese será el tiempo medio de aguante para algunas bitácoras.