El instante eterno

6.11.25


No existe nada más eterno que el instante que vivimos. El resto tanto pasado como futuro son ficciones de la mente, un registro y un bosquejo. Solo el presente tiene cuerpo, solo en él respiramos conciencia.

El instante no dura, pero deja huella. En su brevedad se condensa la memoria, el deseo, la cognición del ser. Su eternidad no proviene del tiempo, sino de la intensidad.

Cuando un momento nos atraviesa plenamente, el reloj se detiene no porque el tiempo cese, sino porque dejamos de medirlo. Esa suspensión es el territorio de lo intenso, el punto donde la vida y la eternidad se lían y aunque busquemos la permanencia en lo que dura, lo eterno habita en lo que sucede y se marcha. La eternidad no está en el infinito, sino en el ahora consumido. Vivir es conceder al instante la dignidad de lo imperecedero.


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