Metido en el charco
23.11.25
Hay un charco en la noche que, en sus bordes, refleja la luz de la luna. Su silueta asemeja el bocadillo de un tebeo con la superficie oscura. Qué escribir dentro: la noche misma, el pensamiento del día que se va o el sueño que espera. La larga meditación del cuento que es la vida. Al final me doy cuenta que dentro de ese negro espacio estoy yo. Y entonces el charco trepida, no por ningún viento ni por mis pasos sino porque la figura que veo allí no coincide del todo conmigo. Me observo desde abajo, como si fuese una versión más sincera y menos contenida de mi propia sombra. Esa otra presencia me mira, paciente, esperando que descifre el mensaje que no sé formular. Me acerco más y más, hasta que el reflejo extiende un gesto que no recuerdo haber hecho jamás, hasta hacerme comprender que no es mi imagen lo que se oculta en ese fondo oscuro, sino mi futuro, una historia aún sin escribir que me mira desde el agua y aguarda a que decida qué poner en su bocadillo de tinta.
Etiquetas: cuentos de domingo, cuentos diminutos
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