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Hostilidad

2.7.20



Quienes estaban encerrados en sí mismos y se han visto confiados ante el mundo, ahora se sienten doblemente frágiles y tienen mucho más miedo a salir.



Diletante

6.6.20



La mujer recogió con parsimonia la ropa colgada de las cuerdas de la azotea. Apoyó en la barandilla el brazo cargado con los trapos recién descolgados, después fijo la mirada en el infinito. «Saldremos de esta con la nostalgia por contemplar una vida mejor y volveremos a la ‘normalidad’, esa que tanto asusta porque nos llenará de insensateces, de perjuicios y alegatos insalubres de urbanidad, de libertad invasiva contra la calma ajena, de los espejos rotos del abandono y del elusivo compromiso con la sensatez y la contumacia del insalubre vivir». La mujer recogió su mirada y se adentró en el laberinto de la casa otra vez.



Diagnosticados

15.4.20



¿Estamos en una guerra y no lo había notado? ¿Somos la infantería que camina hacia la muerte? ¿Qué combate es el que libramos? ¿Está el enemigo?, que se ponga mientras militarizamos el lenguaje. Dicen que esta batalla la vamos a ganar y que venceremos. Me asusta tanta belicosidad en una ofensiva contra la paz y la palabra. 

Es esta una cuestión sanitaria, vírica y contagiosa que nos confina contra la enfermedad y la muerte. Es una crisis que nos aplana la curva de la felicidad. Es una pandemia, una endemia, una epidemia y una infodemia. 

Es una incubación en la que se buscan antígenos y vacunas, es un baile de mascarillas y de asintomáticos que esperan su dosis del recuerdo para la inmunidad de los patógenos y tolerancia cero.



Espejismos

13.4.20



Me tumbo sobre la hierba que reluce al sol, los brazos extendidos, los ojos fijos en el cielo azul eterno, mientras gira el planeta. La luz me baña y zumban las abejas entre los aromas que la montaña mezcla. Es el primer día tras el confinamiento y no me quiero despertar del sueño. No, porque esto es un sueño dentro de otro sueño, ese que anhela volver no al mismo mundo, no a la misma realidad agotada, no las viejas costumbres insensibles. Ni a los desdichados hábitos de gastar la vida en todo aquello que nos agota por dentro.



Vacíos reflejos

11.4.20



Son las diez de la mañana, recojo mis cosas y me mudo de casa. Me salto el confinamiento y me traslado al otro lado del espejo, al segundo piso de tu dulzura desde donde diviso la ciudad en tus mejillas. Puede que venga Alicia a tomar té con pastas esta tarde, pero quien seguro no faltará será Borges que ha recuperado la alegría de la luz porque ya no está solo frente al espejo. En ti todo es confortable y asumo tu mano dibujando líneas evanescentes entre un lado y otro del confín. El azogue de la calle refleja el paisaje vacío de este tiempo, en cambio aquí dentro no existe peligro alguno de contagio.



Sin noticias de la primavera

27.3.20



Confinada la primavera, las flores crecen sin aroma y en los parques juegan niños imaginarios. El vacío de los abrazos y la postergación de las sonrisas hace observancia de los decretos de recogimiento. Remolinos de recuerdos se desatan y las palabras borradas de las conversaciones públicas encuentran eco en las intimidades de los hogares. Astrónomos de la soledad observan las singularidades que, en el horizonte de sucesos, han creado agujeros negros en las oquedades dejadas por los cuerpos. La primavera ha sido aislada en el hospital de las esperas.



Confinados

22.3.20



De pronto los sueños han comenzado a tener otra sustancialidad. Te vas a la cama no con la sensación de que amanecerá un nuevo día sino el mismo ya vivido, que el horizonte de la mañana no es una nueva jornada diferente a la de ayer y continúas encerrado en la misma libertad.



Confinados sin fin

3.1.05



A modo de un juego de muñecas rusas cada confinamiento nos encierra más adentro de nosotros mismos hasta desaparecer.