Vacíos reflejos
11.4.20
Son las diez de la mañana, recojo mis cosas y me mudo de casa. Me salto el confinamiento y me traslado al otro lado del espejo, al segundo piso de tu dulzura desde donde diviso la ciudad en tus mejillas. Puede que venga Alicia a tomar té con pastas esta tarde, pero quien seguro no faltará será Borges que ha recuperado la alegría de la luz porque ya no está solo frente al espejo. En ti todo es confortable y asumo tu mano dibujando líneas evanescentes entre un lado y otro del confín. El azogue de la calle refleja el paisaje vacío de este tiempo, en cambio aquí dentro no existe peligro alguno de contagio.
Etiquetas: confinamiento, contagio, coronavirus, espejo
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7 apostillas:
¡Cómo que no existe peligro alguno de contagio! ¡Nada más tóxico que el "mismo" de "uno mismo"...!
Un viaje interesante, ya lo creo
Un abrazo
Es posible, querido amigo Juan, que de ese estemos ya inmunizados.
Eslo, ciertamente...
Estamos atados de pies y manos con todo esto, yo quisiera salir corriendo ya de casa, pero dudo mucho que lleguemos muy lejos con todo esto, saludos.
Entro en tu blog como una intrusa. Desciendo en silencio por la pared del norte.
Hace frío, pero en verdad aquí me siento suficientemente arropada. Es cierto no hay peligro. únicamente el que yo llevo en mi seno, únicamente el que cada uno lleva.
Me gusta lo que dices y como los dices. Espero que me aceptes como lectora en tu blog.
Salud.
Anna Babra
Por supuesto Anna, esta es la casa de todos.
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