Mostrando entradas con la etiqueta abrazo. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta abrazo. Mostrar todas las entradas

Sin término medio

9.1.21



En este subibaja de abrazos y de besos que es la vida se está buena parte del tiempo descompensado. De niño, lo recuerdo, los brazos de mi padre y de mis tíos me elevaban al cielo para darme un abrazo. 

Luego estaba mi abuela, pequeña pero grande, donde me refugiaba en su amparo y a la que no tardé en rodear su fuerte pequeñez. Y mi madre que con abrazos de madre me hacía crecer. Hubo abrazos igualados por el tiempo y después, rápidamente, desnivelados. 

Al final, otra vez inclinarse, esta vez hacia abajo para besar a los hijos mientras van creciendo y quedan los abrazos, otra vez, desnivelados a la altura del futuro, sin que hubiera, para el cariño y la ternura, un término medio.



Abrazos virtuales

31.3.20



Una de las primeras tareas que me asignaré tras la pandemia será la de abrazar y estrechar con dilección a todas aquellas personas con las que intercambio afectos, conocidas o no. Quiero rodear sus vidas con emoción ante esta volátil existencia.



Últimamente abrazo

24.12.19



Últimamente, me dan ganas de abrazar a las personas conocidas, mirarlas a los ojos y decirles algo amable y sentido. A veces, me fundo en un abrazo cuando, por azar, vuelvo a ver a alguien después de mucho tiempo y por si, acaso, el destino no nos vuelve a cruzar en esta larga despedida.



Asidos

2.10.18



Camino urgente y apresurado por la calle. Inesperadamente me encuentro con ‘Antonini’. Al despedirnos nos damos un abrazo como si no nos fuéramos a ver más. En ese momento caigo que han pasado diez o quince años desde la última vez que hablé con él, algo que proyecta mi pensamiento a un futuro de similar o mayor distancia cronológica. 

Igual me lo vuelvo a tropezar mañana o el domingo que viene, pero igual no. Y eso ha hecho que el abrazo sea profuso, único y sentido, como si fuera el último abrazo, como si fuera el más intenso, sincero y emotivo apretón que nunca nos hemos dado. ¿Acaso no nos despedimos, cada día y sin saberlo, de todo aquello que no vuelve?