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Estrujones

19.11.24


Somos seres solitarios ante la existencia pero el abrazo nos reconcilia con la soledad ajena.



Licuefacciones

29.6.24


En el abrazo diluimos la soledad.



Sin término medio

9.1.21



En este subibaja de abrazos y de besos que es la vida se está buena parte del tiempo descompensado. De niño, lo recuerdo, los brazos de mi padre y de mis tíos me elevaban al cielo para darme un abrazo. 

Luego estaba mi abuela, pequeña pero grande, donde me refugiaba en su amparo y a la que no tardé en rodear su fuerte pequeñez. Y mi madre que con abrazos de madre me hacía crecer. Hubo abrazos igualados por el tiempo y después, rápidamente, desnivelados. 

Al final, otra vez inclinarse, esta vez hacia abajo para besar a los hijos mientras van creciendo y quedan los abrazos, otra vez, desnivelados a la altura del futuro, sin que hubiera, para el cariño y la ternura, un término medio.



Abrazos virtuales

31.3.20



Una de las primeras tareas que me asignaré tras la pandemia será la de abrazar y estrechar con dilección a todas aquellas personas con las que intercambio afectos, conocidas o no. Quiero rodear sus vidas con emoción ante esta volátil existencia.



Últimamente abrazo

24.12.19



Últimamente, me dan ganas de abrazar a las personas conocidas, mirarlas a los ojos y decirles algo amable y sentido. A veces, me fundo en un abrazo cuando, por azar, vuelvo a ver a alguien después de mucho tiempo y por si, acaso, el destino no nos vuelve a cruzar en esta larga despedida.



Asidos

2.10.18



Camino urgente y apresurado por la calle. Inesperadamente me encuentro con ‘Antonini’. Al despedirnos nos damos un abrazo como si no nos fuéramos a ver más. En ese momento caigo que han pasado diez o quince años desde la última vez que hablé con él, algo que proyecta mi pensamiento a un futuro de similar o mayor distancia cronológica. 

Igual me lo vuelvo a tropezar mañana o el domingo que viene, pero igual no. Y eso ha hecho que el abrazo sea profuso, único y sentido, como si fuera el último abrazo, como si fuera el más intenso, sincero y emotivo apretón que nunca nos hemos dado. ¿Acaso no nos despedimos, cada día y sin saberlo, de todo aquello que no vuelve?