El abrazo

28.11.25


La soledad es el único patrimonio que no se hereda ni se dona: cada quien nace con su celda. No es pena, sino condición. El error está en buscar quien la rompa; la sabiduría, en quien se siente en ella contigo.

El abrazo no disuelve la soledad, la nomina. Es el gesto que dice reconozco tu celda, y entro como huésped, no como carcelero. No comparte la pena, sino el terreno cuando dos aislamientos que se vuelven confín uno del otro.

Por eso el abrazo verdadero es silencio, no promesa. No dice ya no estarás solo sino estarás solo, pero conmigo. Reconciliarnos con la soledad ajena es el único amor que no miente porque no cura la condición, la atestigua. Y en ese testimonio, la soledad deja de ser presidio para ser relación.


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