Sin término medio

9.1.21



En este subibaja de abrazos y de besos que es la vida se está buena parte del tiempo descompensado. De niño, lo recuerdo, los brazos de mi padre y de mis tíos me elevaban al cielo para darme un abrazo. 

Luego estaba mi abuela, pequeña pero grande, donde me refugiaba en su amparo y a la que no tardé en rodear su fuerte pequeñez. Y mi madre que con abrazos de madre me hacía crecer. Hubo abrazos igualados por el tiempo y después, rápidamente, desnivelados. 

Al final, otra vez inclinarse, esta vez hacia abajo para besar a los hijos mientras van creciendo y quedan los abrazos, otra vez, desnivelados a la altura del futuro, sin que hubiera, para el cariño y la ternura, un término medio.



4 apostillas:

Ingrid Zetterberg dijo...

¡Qué lindo, qué lindo! ahora ya después de tantos años nos encorvamos para abrazar a los nietos, al menos eso me ocurre a mí. Muy bella tu prosa, Francisco. Te seguiré leyendo. Ojalá tú también visites mi blog "Joyas de mi alma" de vez en cuando. Un cordial saludo. Ingrid Zetterberg

Joselu dijo...

Supongo que es importante recibir abrazos cuando se es niño para aprender el calor de amor. Pero no siempre es así.

Juan Poz dijo...

Peor términ0 medio es recibir abrazos y, de vez en cuando, hostias que te hacían hincar la rodilla en tierra...

Albada Dos dijo...

Es verdad, de empinarse para recibir abrazos, a inclinarse a darlos.

Un abrazo