'El apañao'

21.2.14



Cuando lo vi por primera vez tumbado en el sofá y enfundado en aquel batín de seda pensé que se trataba de un personaje novelesco escapado de un folletín decimonónico. Me parecía anticuado de aspecto a pesar de ser más o menos de mi edad. Un chico de provincias enviado a estudiar en la universidad capitalina, gracias a que sus padres habían hecho negocio con la tienda de ultramarinos y las tierras de labor.

Entendí lo de su apodo la mañana de domingo que, resacoso y semidesnudo, caminaba tambaleante por el pasillo del piso de estudiantes en busca del cuarto de baño y me topé con una señora, remilgada y de aspecto cuidadísimo. ¡Qué susto! La madre de un compañero de piso que entraba como Pedro por su casa a visitar a su hijo, ¡y tenía hasta llave de la casa! Había venido a pasarle revista a su hijo, para que no le falta de nada y mantuviera aquel aspecto tan peripuesto que siempre mantenía.

El apañao tardó doce años en terminar la carrera de Medicina. Se pasaba las horas subrayando cada línea de los libros de texto y de los apuntes fotocopiados, con rotuladores de diferentes colores, con tal parsimonia y pulcritud como si tuviera toda la eternidad por delante.

Recuerdo que fraguó amistad con un interno de un colegio mayor del Opus Dei. Por lo que contaba de la experiencia de su amigo, pensé que acabaría ingresando en esa institución. Sus ideas eran tan estrambóticas como él y no hubiera desentonado.

No fue así, me contaron que se casó, tiene una familia y trabaja como funcionario de prisiones. En la la enfermería de la prisión dado su extenso conocimiento médico.



Teología de la información

20.2.14



La moda ahora está en decir que los lectores eligen los medios según la ideología de los periódicos que leen. Que es como afirmar, más o menos, que los lectores tienen fe ciega en quienes, con su opinión, los evangelizan. 

He escuchado algún bobo manifestar, como endiosado de razón pedagógica, que “antes lo que movilizaba a la gente para comprar un periódico era la imagen de marca; ahora la gente compra periódicos por ideología”. 

El gregarismo es un reductor del pensamiento humano y querer que te regalen el oído con aquello que te satisface, porque es con lo que estás de acuerdo, la confirmación del adoctrinamiento.



Poses

19.2.14



¿La humildad es fortaleza y el orgullo debilidad?



La escritura de la felicidad

18.2.14



—¿Alguna vez fue usted Jueves?
—A algunos hombres los disfraces no los disfrazan, sino los revelan. Cada uno se disfraza de aquello que es por dentro.
—O que se ha propuesto ser, señor  .
—El juego de ponerse límites a sí mismos es uno de los secretos placeres de la vida.
—Eso es un aprendizaje.
—La única educación eterna es ésta: estar lo bastante seguro de una cosa, para atreverse a decírsela a un niño.
—A los niños no paran de contarles cuentos, ahora más con los medios de comunicación.
—El periodismo consiste en buena medida en decir "Ha muerto el señor Jones" a gente que no sabía que existiera un tal señor Jones.
—La gente es crédula, lo cree todo.
—Lo malo de que los hombres hayan dejado de creer en Dios no es que ya no crean en nada, sino que están dispuestos a creer en todo.
—Vivimos entre contradicciones.
—Siempre se ha creído que existe algo que se llama destino, pero siempre se ha creído también que hay otra cosa que se llama albedrío. Lo que califica al hombre es el equilibrio de esa contradicción.
—Eso o su estupidez.
—Es una prueba de cortesía escuchar disquisiciones sobre cosas que se conocen bien, de quien las ignora en absoluto.
—Ante eso lo mejor es callar.
—El silencio es la réplica más aguda.
—Es ley de vida.
—En todo placer y goce de la vida hay algo ficticio, como un esfuerzo o propósito personal para conseguir que aquello nos dé de veras satisfacción. Esta es la impureza del placer y, al mismo tiempo, una ley de vida.
—Lo que más nos satisface son los sueños.
—Hay algo que da esplendor a cuanto existe, y es la ilusión de encontrar algo a la vuelta de la esquina.


Esquivos

17.2.14



El demonio de nuestro propio infierno es ese otro yo que vaga en las tinieblas interiores huyendo de la luz de la verdad.


Romances

16.2.14



Al hombre invisible lo que más le excitaba era una cita a ciegas.



Irracionalidad

15.2.14



Según George Lakoff «la idea de que la gente abandonará sus creencias irracionales ante la solidez de la evidencia presentada ante ella es, en sí misma, una creencia irracional, no apoyada por la evidencia». Lo evidente nunca ha sido sólido, no ante la mayoría de la gente. En todo caso, las certidumbres son etéreas.



Cándidos

14.2.14



El filósofo clásico Eufemo, de escasa trascendencia y obra fragmentada, comentó sobre el paso de los mejores años de la vida: «sabes pasado tu momento al reconocer en los demás que viven el suyo desde la inconsciencia». Sentencia con la que el ser humano viaja por los polvorientos caminos de su existencia.



Cinematógrafo

13.2.14



Al visionar la realidad vemos una película de nuestras vidas que parece irreal mientras nos proyectamos en ella en cada momento.



Nombrarse

12.2.14



¿De veras que podemos pronunciarnos sin mentir?



Pensando versos

11.2.14



—Le veo ahí sentado en un banco del parque, señor Russell,  y se me vienen a la mente tantos enorgullecidos literatos.
―El orgullo y la debilidad son hermanos gemelos.
―La segunda es la que más nos hunde.
—Hay dos clases de debilidad: la que se quiebra y la que se pliega.
―Y aquella otra que nos desvela.
—Bienaventurados los que no tienen nada que decir, y que resisten la tentación de decirlo. 
―Es mejor mirar hacia los clásicos.
—¡Cuánta confianza nos inspira un libro viejo del cual el tiempo nos ha hecho ya la crítica!
—Y su lectura.
—Los libros son las abejas que llevan el polen de una inteligencia a otra.
—Aunque el libro de la experiencia ajena sirve de poco.
—Una espina de experiencia vale más que un bosque de advertencia.
―Y sin remedio.
―Las desgracias más temidas son, de ordinario, las que no llegan jamás.
—Todo termina por llegar, hasta la democracia.
—La democracia otorga a cada uno de los hombres el derecho a ser el opresor de sí mismo. 
―Y de liberarse.
—Los humanos no saben lo que poseen en la Tierra. Será porque la mayoría no ha tenido ocasión de abandonarla y regresar después a ella.



Transitorios

10.2.14



Somos un tiempo que espera el paso del tiempo. Tiempo sobre extendido en sí mismo y comprimido en nuestra percepción. Somos sus prisiones y vivimos en su servidumbre.



Ente

9.2.14



Su pesadilla era siempre la misma. Se soñaba en un mundo real.



Órdenes confusos

8.2.14



«El ‘orden del egoísmo’ genera una atmósfera de desconfianza y suspicacia. El ‘orden de la igualdad’ inspira confianza y solidaridad», afirma el sociólogo, filósofo y ensayista polaco, Zygmunt Bauman. El primero parece apadrinado desde la estructuras de poder, el segundo desde el anhelo del altruismo. Los límites son imprecisos y a veces terminan en el desconcierto de saber dónde estamos.



Olimpos

7.2.14



El filósofo pitagórico Eurífanes de Metaponte acertó a señalar que la única deidad posible era la de «un dios amoral e hierático ante el bien o el mal». No esperaría un cielo igual de neutro, quién sabe.



Incompetencias

6.2.14



Laurence J. Peter formuló el principio que lleva su nombre, el cual afirma que «en una jerarquía, todo empleado tiende a ascender hasta su nivel de incompetencia». Semejante a la cita orteguiana «todos los empleados públicos deberían descender a su grado inmediato inferior, porque han sido ascendidos hasta volverse incompetentes». 

Las consecuencias del principio de Peter señalan que «con el tiempo, todo puesto tiende a ser ocupado por un empleado que es incompetente para desempeñar sus obligaciones», y «el trabajo es realizado por aquellos empleados que no han alcanzado todavía su nivel de incompetencia».

Ejemplos sobran ente los directores de sucursales bancarias, militares de rango o cargos políticos y altos funcionarios.




Ovidiana

5.2.14



¿Si nos lanzamos siempre hacia lo prohibido y deseamos lo que se nos niega, somos acaso una frustración perenne?



Viaje a China

4.2.14



―El entusiasmo es el pan diario de la juventud. El escepticismo, el vino diario de la vejez. 
―Y un vejez entusiasta y una juventud escéptica es lo que tenemos ahora, señora Buck.
—Que la juventud escoja su propio camino, pero algunos consejos le serían útiles.
—A los jóvenes y a quienes rivalizan con serlo.
—Puedes juzgar tu edad con la cantidad de temor que sientes cuando te topas con una nueva idea.
—Algo que te puede hacer tambalear.
—No puedes obligarte a ti mismo a sentir algo que no sientes, pero si puedes obligarte a hacer el bien, a pesar de lo que sientes.
—Hay que aprender a vivir.
— La verdadera sabiduría de la vida consiste en ver lo extraordinario en lo común.



Mercancías

3.2.14



Exiguo el precio que nos dan en la tasación del mundo.



Viajante

2.2.14



Se marchó a ninguna parte y cuando llegó se dio cuenta que no se había movido del mismo sitio.