Este es el 'post' que imaginé escribir llegado este momento:
Las noches fueron mil y una con sus cuentos, igual que el número de comentarios anotados en este 'blog’. Ulises retornó de su Odisea después de aventurarse en numerosas peripecias. Don Quijote regresó a su aldea para morir y Cervantes escribió: «Como las cosas humanas no sean eternas, yendo siempre en declinación de sus principios hasta llegar a su último fin, especialmente las vidas de los hombres», y puso fin a su novela.
El poder del escritor –como las manos de un dios caprichoso- es poner principio y fin a sus creaciones y lo hace en plena conciencia y capacidad de decisión.
Como todo se acaba, este viaje llega al fin de sus días. Lo hace antes que me abandone mi mujer, un cáncer me lleve por delante, me desherede mi madre, mi suegra deje de hablarme, me despidan del trabajo, pierda a mis amigos, me borren de la seguridad social, pase a engrosar la lista de parados.
Alcanzada esta cima, inmigrante del tiempo que me ha tocado vivir, sé que sólo ha sido un sueño.
Mañana más, amigos.