Tantas veces le es dado a quien se entrega a la escritura creativa, en una de esas inflexiones de ánimo, quemar todo lo escrito, destruir lo creado. Abandonar la obra a su destino maldito, repudiar su trabajo o no publicarlo. Wilde, Maupassant, Tolstoi, también Bazlen, Rulfo, Rimbaud, Joubert, la larga nómina se engrosa con nombres deslumbrantes.
Afortunadamente, al igual que el amigo de Kafka quien decidió contrariar su última voluntad y nos entregó su obra, hoy algún apasionado lector, bajo el síndrome Brod, puede legar un trozo de buena literatura. Basta editarlo en cualquier minúsculo 'blog' del universo de las bitácoras para salvarlo.
4 apostillas:
Hasta que borre uno el blog :D
Buena reflexión la tuya sobre Punset, no caí en ese incoherencia suya.. quizás estuviera bromeando del todo.. ;)
Sueño a veces que desaparece mi blog en medio de este bosque tupido que es la blogosfera. Me imagino rastreando los millones de bitácoras que existen para dar con algún retazo del blog. Para mí sigue siendo un misterio esto de poder escribir y que alguien te lea.
A veces dejamos incluso más huella a través de estos blos de lo que pensamos...
buena designación 'siíndrome Brod'
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