Cortaziana

6.5.20



Si leí lo que leí y amé como amé fue para ser lo que soy.



Mojarse

5.5.20



Me gusta la lluvia cuando no llueve y me moja interiormente, anegándome con los recuerdos que forman esa laguna que es la memoria.



Nimiedades

4.5.20



¿Cómo una palabra puede expresar insignificante y a su vez excesivo?



El cuento de nunca acabar

3.5.20



Escribió el cuento en una hoja de papel que el viento se llevó. Aún tenía la idea en su cabeza, así que lo reconstruyó, no sin la inquietud de haberlo reproducido fiel a las palabras exactas con las que lo hizo la primera vez. La hoja de papel esta vez, por un golpe de aire, cayó al agua y la tinta se diluyó. Reescribió la historia nuevamente, ahora con una pequeña variante sobre la idea prístina, pero guardando su esencia. La tercera versión parecía la definitiva, pero se quedó dormido con un cigarrillo encendido y un pequeño incendio devoró parte de su escritorio. Aun así, pudo hacer una quinta y una sexta versión, ambas destruidas bajo el infortunio de accidentes caseros como ser usado para un avión de papel por su hijo pequeño, o ser tirado a la papelera sin conciencia de ello. En todas las variantes posteriores ocurrieron nuevas desgracias que lo llevaron a situar su cuento en la categoría de lo inasible, quedando definitivamente recluido en su cabeza.



Endemoniados

2.5.20



El cerebro es un traidor que nos miente y nosotros, pobres diablos, sus rehenes.



Novelistas

1.5.20



Hay una narrativa interior monologada que va escribiendo, incesante, la gran ficción de nuestras vidas. 



Enfrascados

30.4.20



No sé si he dejado para mañana lo que podía hacer hoy, porque hoy he olvidado los atascos, el smog y las prisas. He borrado el bullicio, el silencio de ozono y tomado la nepente. Así que si amanece no es poco, aunque no haya despuntado más temprano tras madrugar tantos días que no tienen día y sí incontables horas.



Sistema solar

29.4.20



A veces me siento como un idiota que da vueltas sobre sí mismo sin ningún sentido.



Disyunciones

28.4.20



Duele no despedirse pero aún más no reencontrarse.



Oscuridades

27.4.20



A veces escribo cosas incomprensibles con la esperanza de que alguien me las explique.



El cuento del millón de cuentos

26.4.20



¿Alguien me puede ayudar a narrar este cuento?, escribió el autor al comenzar su ficción. Y un millón de lectores imaginaron, cada uno de ellos, una narración distinta a la idea original. Le contaron el relato de sus vidas y, en su cabeza, escuchó el zumbido interior de una colmena, el trabalenguas de la Torre de Babel, un restaurante en hora punta, el patio de un colegio a la hora del recreo, una peluquería un sábado por la tarde y las turbinas de un avión en el despegue. Tras la experiencia comenzó un relato sobre el silencio, precisamente, este que ahora enmudece



Know how

25.4.20



En todo aprendizaje hay sorpresa y desconcierto.



Topología de la confinación

24.4.20



Hay una sucesión de pasos contados a diario entre los armarios y las estanterías, una separación sin distancia entre la mañana y el resto de las horas, el contínuum pensar entre cuatro paredes, el curso de días siameses, la sinalefa de las tareas domésticas, el ininterrumpido paisaje de los muebles, el alargado despertar y la permanente resistencia a ser solo polvo en suspensión. 

Y luego está esta primavera en blanco y negro o solo gris, a la que le han despintado los colores, el rojo amapola, el amarillo margarita, el azul nomeolvides y el violeta anémona. Estos días cenicientos que amanecen sin rostro con sus noches de ónice. Esta vida sin pausa y sin alejamientos en la intimidad doméstica.



Vacunación

23.4.20



Mi infancia está poblada de charcos y botas de agua y chaparrones que oscurecían la ciudad y las ganas de salir a la calle. Mi niñez son historias de cuando llegaban las riadas y arrastraban el fango impertinente de vida y lo vomitaban al mar. Cuando era un bebé mis padres me olvidaron en la cuna una noche de truenos y relámpagos porque el edificio se venía abajo, y en plena oscuridad les iluminó mi llanto de niño abandonado y volvieron preocupados a rescatarme en pañales. 

Mis juegos de lluvia fueron lanzar un hierro contra la tierra embarrada para después saltar a la pata coja donde el clavo se había incrustado; o tratar de detener las pequeñas torrenteras con improvisadas presas de piedras y barro; o jugar a la pelota bajo un manto de agua. 

Mi confinamiento de lluvia ocurrió durante cuarenta días que no paró de llover y el sol desapareció, cuando los niños jugábamos en la calle porque la televisión era poca o no había. Una cuarentena de aguas que ocurrió cuando los adultos nos decían que criaríamos ranas en los bolsillos y la realidad era húmeda y gris y poco alegre. Es por ello que a esta clausura nada le temo. Nos vacunaron en aquel tiempo.



Abril sin sonreír

22.4.20



Nadie nos ha robado el mes de abril, eso son mitos para canciones de cantautores. La primavera está ahí fuera, en la yedra enredada que escala nuestro amurallamiento, en la tórtola anónima que enhebra un nido para el nuevo volar, en el rayo de sol tras la tormenta que nos asusta, en el color del cielo y en el olor a mar. 

Lo que nos han robado son las sonrisas. Clausuradas, censuradas, prohibidas tras una higienizante mascarilla. Su amable presencia, su amplia luz, su horizonte de sucesos genuinos, sus diecisiete músculos articulados, la emoción sincera y nítida de la sonrisa de Duchenne, su espuma refulgente, su cordial comisura, la centésima de segundo que tardamos en pensar un momento de felicidad, su navegar por el agradable océano de la cordialidad, su suspiro de hada, la sonrisa sin gato y la nonata. Eso nos han robado y nos lo devolverán.



Enlutados

21.4.20


Hubo una época que el luto era obligatorio y de rígido rigor e inflexible dureza. Imágenes como las evocadas en la obra de teatro La casa de Bernarda Alba, me hacen recordar que la gente se enterraba en luto para demostrar su pena y su dolor tras el paso de los heraldos negros. Años y años de negrura en la vestimenta y en la alegría de vivir. Con el paso del tiempo aquella mentalidad oscura se fue perdiendo y quedó reducida a determinados hechos y personas.

Cada uno lleva el luto donde quiere, aunque el verdadero penar se lleva en el corazón con la honesta sinceridad de aquello que duele por dentro.




Reinicio

20.4.20



Pienso que la vida nos está reseteando y con ello trata de devolvernos a unas condiciones más estables, donde nuestro sistema operativo produzca un comportamiento menos pernicioso y agresivo. Un binarismo que nos conecta con un funcionamiento eficaz, fraternal e igualitario. Quizás solo sea un vano intento y a poco que volvamos a operar el sistema siga tan defectuoso como ha funcionado siempre o sus problemas vayan a más.



En edad de crecer

19.4.20



Pasaron tantos meses de andar descalzos por la casa que el día que acabó el confinamiento no les cabían los pies en los zapatos.



Agobios

18.4.20



Dos mujeres jóvenes hablan desde las azoteas de dos edificios enfrentados. Refieren la decepción por el largo encierro y lamentan todas las fiestas de las que han debido abjurar sin haber hecho acto de presencia. 

Al final, como menciona el dicho quien no se consuela es porque no quiere, una de las dos redondea la charla con la frase de desahogo: «Bueno, al menos nos queda Navidad».



Desmoronados

17.4.20



Cunde el desánimo. Por días, me derrumba pensar que no habrá mucho bueno cuando retornemos a la vida que dejamos pendiente. Y pienso que es normal, que no por ser diferentes las circunstancias que nos asisten, hemos dejado de ser vulnerables y nuestras emociones ya no se alteran. 

Escucho hablar a esas voces totémicas, que lo saben todo con lucidez y experiencia, echar un jarro de agua fría sobre nuestra frágil conciencia. Empeora el paisaje porque vuelven a dibujar ese mundo viejo que hemos dejado atrás donde seremos seres más endeudados. 

Hace años pedí, a rescoldo de aquella frase nihilista que decía: «paren el mundo que me quiero bajar», un frenazo y parar la fuerza inercial en la que se mueven nuestras vidas. 

¿No sería esta una oportunidad única de bajarnos de todo aquello que en nada nos procura el bienestar y empezar, suavemente, un movimiento cuya velocidad podemos manejar, para ser conductores y no conducidos?