El cuento de nunca acabar

3.5.20



Escribió el cuento en una hoja de papel que el viento se llevó. Aún tenía la idea en su cabeza, así que lo reconstruyó, no sin la inquietud de haberlo reproducido fiel a las palabras exactas con las que lo hizo la primera vez. La hoja de papel esta vez, por un golpe de aire, cayó al agua y la tinta se diluyó. Reescribió la historia nuevamente, ahora con una pequeña variante sobre la idea prístina, pero guardando su esencia. La tercera versión parecía la definitiva, pero se quedó dormido con un cigarrillo encendido y un pequeño incendio devoró parte de su escritorio. Aun así, pudo hacer una quinta y una sexta versión, ambas destruidas bajo el infortunio de accidentes caseros como ser usado para un avión de papel por su hijo pequeño, o ser tirado a la papelera sin conciencia de ello. En todas las variantes posteriores ocurrieron nuevas desgracias que lo llevaron a situar su cuento en la categoría de lo inasible, quedando definitivamente recluido en su cabeza.



3 apostillas:

Juan Poz dijo...

"Descuentos" parecen, aquellos que se nos quedan dentro y no llegan a ser contados...

Albada Dos dijo...

Igual es que no está previsto más que para su cabeza

Un abrazo

José A. García dijo...

Hasta que también la perdió (a la cabeza).

Saludos,

J.