Desmoronados
17.4.20
Cunde el desánimo. Por días, me derrumba pensar que no habrá mucho bueno cuando retornemos a la vida que dejamos pendiente. Y pienso que es normal, que no por ser diferentes las circunstancias que nos asisten, hemos dejado de ser vulnerables y nuestras emociones ya no se alteran.
Escucho hablar a esas voces totémicas, que lo saben todo con lucidez y experiencia, echar un jarro de agua fría sobre nuestra frágil conciencia. Empeora el paisaje porque vuelven a dibujar ese mundo viejo que hemos dejado atrás donde seremos seres más endeudados.
Hace años pedí, a rescoldo de aquella frase nihilista que decía: «paren el mundo que me quiero bajar», un frenazo y parar la fuerza inercial en la que se mueven nuestras vidas.
¿No sería esta una oportunidad única de bajarnos de todo aquello que en nada nos procura el bienestar y empezar, suavemente, un movimiento cuya velocidad podemos manejar, para ser conductores y no conducidos?
Etiquetas: coronavirus, cuarentena, desánimo, frenazo, mundo, pandemia, virus
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 apostillas:
La tierra necesitaba un respiro, pero nosotros, los idiotas, deberíamos parar y darnos otro respiro, por ser más´humanos, por consumir menos, por reciclar más...pero no aprenderemos.
Un abrazo
Hay superestructuras que van muy ligadas,a pesar de la injusticia del todo, al ejercicio, acaso privilegiado, de los derechos individuales y de una cierta extensión del bienestar mínimo, que no de la riqueza, por supuesto. No creo que haya alternativa.
Publicar un comentario