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Apacibilidad

24.11.20



El poeta Sanárion defendía: «Siempre hay que tratar de tener buen corazón, aunque nos lo arranquen». La madrastra de Blancanieves mandó que le trajeran su corazón como prueba de su muerte, una imagen de poseer la naturaleza de su bondad. En este mundo de iniquidades tener un corazón de oro siempre cotiza al alza.



Metafóricos

9.11.20



«Recojamos los silencios y vayámonos a rellenar otro espacio en blanco», esta máxima atribuida al poeta Eveno, era un recurso usado contra Sócrates a quien creía en clara competencia lírica.



Calcados

16.10.20



Para el poeta Filéteres era necesario escribir una misma idea dos veces por separado con un intervalo de tiempo y superponer los dos textos para comprobar lo que es fijo y lo que es móvil en el pensamiento. «Escribir es replicarse», solía decir.



Adyuvantes

2.10.20



Al viejo loco poeta de plateada cabellera, Eumolpo, a quien apedreaban en las declamaciones públicas de sus poemas, refirió entre amigos: «La naturaleza no premia a la rosa ni a la hierba condena». No hay distinciones, solo aprecios.



Entelequia

25.9.20



El antiguo pensador heleno, discípulo de Platón, Quión sostenía: «A la inocencia la mata lo viejo que ya está muerto». A semejanza de un viejo caserón que sostiene en pie la fachada y oculta su hundimiento interior.



Centelleante

27.8.20



Esfero, filósofo estoico que estudió bajo el magisterio de Zenón de Citio y Cleantes, famoso por sus definiciones, sentenció: «Sé que, para tener una idea medianamente feliz, antes he debido cometer muchos desastres y solo entonces es cuando sé que algo saldrá adelante». Un pensamiento iluminador es un relámpago en una tormenta nocturna, hay que palpar las tinieblas durante mucho tiempo.



Disparatados

11.8.20



Fue Crisipo de Solos, estoico practicante del razonamiento gradual, quien reveló: «no creo en la perfección ni en el despropósito de la aritmética». Añadiría yo, no creo en llegar a la meta ni en el estallido de la fonética.



Andanzas

4.6.20



Refería Polo de Acragante, discípulo de Licimnio de Quíos quien le regaló una colección de ‘palabras licimnias’ para la confección de un tratado titulado Sobre la bella dicción poética, que «en ocasiones hay que ir muy lejos a recolectar una palabra y solo su néctar endulza la amargura del camino andado». Y, tantas veces, nos extraviamos en la aventura y regresamos con las manos vacías, aunque eso sea lo que menos importa.