Tomó la agenda telefónica en sus manos y mientras daba un repaso a los nombres anotados advirtió, con pavor, como muchos de ellos ya no estaban entre los vivos. Se figuró entonces que aquello, más que su agenda, era el libro de los muertos.
Ya lo dejó escrito Ovidio «tempus edax rerum» (el tiempo devorador de todo).
6 apostillas:
Ja! algo similar ocurría cuando veía la agenda de mi abuelita. Lo más triste es cuando la gente mayor empieza a hacer cuenta de quienes eran sus mejores amigos y se dan cuenta que todos se están muriendo.
Es el paso de la vida, no?
Esta mañana en el taxi de vuelta a casa vi una publicidad sobre la edad de nuestro corazon y senti un pinchazo que todavia no se me ha quitado. La muerte es dolorosa incluso en el pensamiento
Ovidio tiene razón. Pero nadie puede detener el tiempo. A veces duele pero tenemos que seguir adelante con esos pensamientos.
Un beso
Sí, ver una agenda antigua es uno de los ejercicios más estremecedores: amistades que ya no lo son, amigos que se fueron vete a saber dónde, conocidos fallecidos, contactos perdidos, personas que fueron muy importantes en un momento de la vida y de las que hasta ahora no te habías acordado... Mejor no mirarla demasiado.
Hay que recordar a todos los que alguna vez pasaron por nuestras vidas.... pero también mirar siempre de anotar nuevos nombres. Unos vienen, y otros van.
Tremenda ocurrencia. Hay entradas, como ésta, en las que el escritor de a bordo se sale. Norabuena.
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