―Con la edad ya no cuentas segundos, minutos, horas… Mides el tiempo por el frío que pasas, por el dolor que no tienes, por el peso del recuerdo y la extensión de las ausencias. Hablas a solas para ocupar el silencio y cierras los ojos para ensanchar la existencia.
―No parece un panorama muy alentador.
―Entender eso te lleva la vida, no aspiro a que lo entiendas enseguida.
―No creo que eso me pase a mí.
―Es posible, de hecho no creo que le ocurra a nadie.
*A cada sucesiva derrota hay un acercamiento a la mutación final, y que el hombre no es sino que busca ser, proyecta ser, manoteando entre palabras y conducta y alegría salpicada de sangre y otras retóricas como esta.