Nunca le conocí pero a través de las historias que escuché contar a mi abuela sobre él, fui conformando una imagen. Era uno de esos personajes que recorren las calles sin rumbo ni ocupación para mofa y regocijo de las gentes con pocos escrúpulos. Le apodaban Pepico Quinientos porque siempre que caminaba contaba sus pasos y si, en su enumeración, se equivocaba volvía a recontar. Sabía contar hasta llegar el medio millar y, entonces, decía 'cincocientos'. Supe que una letrilla le acompañaba en su popularidad:
Los tontos y los locos han servido a la sociedad como herramienta para aquilatar la normalidad de sus individuos.
*Lo que llamamos absurdo es nuestra ignorancia.
4 apostillas:
Bravissimo.
Qué no daría yo por vivir en una sociedad donde aún se escribieran letrillas.
El tonto de mi pueblo se llama Tulitates pronunciado entre "tulitates" y "tulitatis"(pedazo de nombre) y también tiene unos andares pecualiares. ¿Qué será de nosotros cuando muera? De momento no tiene substituto, sólo hay gente perdida o descarriada, pero no un auténtico tonto.
Camina por el parque todos los dias a distintas horas un hombre, casi desnudo, con bolsas de basura negras que le sirven de botas llenas de periodicos en lugar de suelas, lleva un parece pantalon corto que a duras penas le cubre las nalgas, es casi oscuro por la suciedad o por la raza no se distingue, lo bueno es que cuando te cruzas con el, grita, "locos, locos, os habeis vuelto locos, si le sonries y te paras, sigue diciendote, "corre, ve, grita, pide ayuda a ti se te la dan, yo no la necesito" y se va.... lo bueno es que cuantas veces te lo encuentres cuantas veces te lo dice, siempre lo mismo y creo que sabe lo que dice, vamos es mas, somos muchos los que pensamos que el buen hombre "sabe lo que dice"
Feliz viernes a todos, por locos o por cuerdos.
Tu post me ha traído a la memoria de forma fulminante un texto de María Zambrano ""Un capítulo de la palabra: 'el idiota' (Homenaje a Velázquez)", que se contiene en un viejo libro suyo: España, sueño y verdad. ¡Cómo agradezco que los textos ajenos me permitan no sólo recordar aquellos otros que, leídos hace mucho, me impresionaron, sino también aprovechar la ocasión para volver a ellos y comprobar que su virtud es inamrcesible. Gracias
Todos los locos van al cielo. O al menos a la luna, que se yo!
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