Futuro pretérito

2.12.25


Vivimos como si avanzáramos hacia el futuro, pero a veces sospecho lo contrario, que es el futuro quien avanza hacia nosotros y nos convierte, de repente, en pasado. Lo que aún no existe ya pesa sobre el presente y las consecuencias que no veremos, los ojos que todavía no han nacido, las preguntas que un día nos harán sin poder oír nuestras excusas. No hay instante puro porque es como si todo ahora estuviera habitado por su interpretación ulterior. Y quizás por eso la responsabilidad no es una carga, sino un anticipo y cada gesto es una semilla que alguien leerá como memoria. Y en esa conciencia extraña, saber que ya somos pasado en apresto, se juega nuestra dignidad, porque el tiempo no nos sigue pero nos examina.


1 apostillas:

Joselu dijo...

El tiempo, ese notario infinitesimal, insiste en empujarnos a empellones hacia un futuro que no hemos pedido, mientras nosotros caminamos convencidos de tener el timón y hasta el reloj de arena en el bolsillo. Pero mientras tratamos de entender la trama, resulta que las consecuencias ya han reservado asiento en nuestra memoria y los interrogadores del mañana redactan preguntas antes de que aprendamos a inventar excusas. No es que el presente sea impuro: es que viene preñado de notificaciones aplazadas por el Comité de Cronos. Así, cada gesto banal puede ser una declaración ante el tribunal de los que todavía no existen, y aún así seguimos quejándonos de la puntualidad del tiempo, como si alguna vez fuera nuestro empleado.