Hospital

8.6.07


Lo malo de acudir a un centro hospitalario es la sensación de fragilidad que sientes cuando comienzas a encontrarte gente conocida gravemente enferma.

Mientras pensaba en esto vi que salía con un volante médico en las manos. Se acercó hasta mí y sin mediar palabra me dijo: «Me van a ingresar en la morgue. Me han diagnosticado que estoy muerto».

7 apostillas:

Anónimo dijo...

genial

Anónimo dijo...

Coincido con el lector anterior, es un micro estupendo y con varias lecturas.
Por lo pronto se lo propondría a más de uno, a ver si sale de su largo e inútil letargo.

Anónimo dijo...

Un diágnostico irremediable e irreparable.

Anónimo dijo...

ah! pues si está muerto ya ha conseguido lo que muchos humanos desean: la inmortalidad! :-)

Joselu dijo...

Coincido con Ana. Éste es un microrrelato eficaz que representa lo mejor del género. No quiero darle un sentido concreto porque lo bueno de él es su pluralidad y ambigüedad.

Gsús Bonilla dijo...

...y en la expresión de su cara un reflejo frío...casi helado

Anónimo dijo...

Una vez, un chico, amigo de mi mujer, nos animaba en la planta del hospital en el que ella estaba ingresada. Días más tarde el muchacho fallecía. La muerte nos visitó a nosotros en el plazo de unos pocos meses. El volante, la sentencia, vuela de mano en mano. Salud.