Recapitulaciones
7.3.20
No es la muerte, es la vida la que te da un zarpazo y te hiere. Es la vida tan sentida la que te cierra la puerta. Morir es un epílogo, una isquemia existencial.
Etiquetas: aforismo, existencia, isquemia, muerte, vida
Ruidos
6.3.20
En la cámara ecoica del ego solo reverbera el yo.
Etiquetas: aforismo, ecoico, ego, reverberar, yo
Taller
3.3.20
Llevaba tiempo observando, al pasar por el estudio de pintura cuyas cristaleras ofrecían una completa visión de lo que ocurría en su interior, a una señora que pintaba un paisaje. Siempre era una imagen similar a la anterior porque tras acabar el cuadro, la pintora lo borraba para comenzar otro boceto.
Intrigado, mi curiosidad me llevó a preguntar por tan insólita actuación. La mujer con complacencia me descubrió: «Lo hago para satisfacerme a mí misma sin otra trascendencia más allá del placer de crear arte».
Me quedé pensativo sobre lo que me expuso y deduje que la creatividad se encierra en un primer y único ciclo donde vive el artista que muere con cada obra ejecutada, dueño de borrar su producto.
Escribiré entonces para mí, aunque no lo desescriba luego.
Etiquetas: crear, escribir, historias, personajes, pintar
Rutilantes
2.3.20
Alumbrarse con un pequeño fanal que, sin encandilar a nadie, ilumine solo cada paso andado en el camino hosco de la existencia.
Etiquetas: aforismo, alumbrar, existencia, fanal
Consulta 313
1.3.20
Una pantalla colgada en la pared pixeló su nombre a la par que una voz robotizada lo pronunciaba en dos ocasiones. Un segundo antes de levantarse se sintió avergonzado por haber sido anunciado ante la audiencia de la sala que, ahora sí, lo identificaba por sus apellidos y lo sacaba del anonimato que estaba disfrutando camuflado entre los que esperaban.
Fueron instantes de una ligera incertidumbre hasta que logró desaparecer de la vista del público y entrar en el consultorio médico. Allí dentro el mundo se hizo inmenso en tanto una mujer le pedía que ocupara la silla junto a la mesa.
Después de preguntar qué le ocurría narró, profusamente, la sintomatología de su padecimiento. La doctora procedió a realizar una exploración de su cuerpo para lo que hubo de tumbarse en una camilla. Y mientras notaba que lo palpaba con sus manos destempladas miró al techo y se apreció vulnerable a la vez que protegido. Imaginó morir y ser eterno, pensó en la nada y en todo lo que era.
Tras la auscultación, la médica le diagnosticó que sufría de duplicidad neuronal completa, bilateral disconforme con su esencia de ente. Es grave, preguntó confundido. Nada hay de peligroso en pensar las cosas doblemente, le explicó la facultativa.
Etiquetas: cuentos de domingo, cuentos diminutos
Eludidos
29.2.20
Acomplejado ante la eternidad, el ser humano es cada vez más complejo y frágil.
Velados
27.2.20
El conocimiento nos descubre ignorantes a cada paso.
Etiquetas: aforismo, conocimiento, ignorante
Finezas
26.2.20
Las personas amables se disculpan incluso por las equivocaciones ajenas.
Etiquetas: aforismo, amable, equivocación, persona
Mandas
25.2.20
Cada lunes acompañaba a mi abuela hasta la ermita de san Nicolás. Una retahíla de mujeres recorría la alegre vereda que las llevaba desde el pueblo hasta el altozano donde estaba situada, flanqueada por almendros, chumberas, pitas y cañaverales. En la hondonada por donde discurría un hilo de agua, los pajarillos bajaban a llenar sus picos y el eco de sus trinos resonaba en los taludes de la rambla.
Mi abuela, como el resto de todas ellas, cumplía con el ritual de una promesa que, en muchos casos, diluida por la desmemoria, se había transformado en una costumbre más de sus cotidianeidades.
En el paseo nos solíamos cruzar con quienes ya volvían y mi abuela intercambiaba saludos o bien se ponía a charlar con alguna de ellas, muchas vestida de medio luto o enlutadas de los pies a la cabeza.
Me fijaba en sus rostros, en sus expresiones y escuchaba sus palabras apenas sin entender casi nada. Aunque lo que sí percibí fue que a tres o cuatro de ellas parecían haberles extirpado el alma, ya que, aunque reían y narraban cosas habituales como el resto, en su interior había un pozo de negrura imposible de blanquear. Con el tiempo supe que todas esas mujeres habían perdido un hijo y que seguían vivas contra su voluntad.
Etiquetas: abuela, historias, manda, personajes
Custodios
24.2.20
Nos han convencido para que seamos vigilantes de nuestra conducta y evitar disidencias y rebeldías, hasta tal punto que pesa un sentimiento de culpabilidad en cada acto de deserción a lo impuesto y normalizado.
Etiquetas: conducta, deserción, disidencia, normalizado, rebeldía, vigilante
Sala de espera
23.2.20
Nadie había perdido la esperanza en aquel lugar porque todos sospechaban que era lo último que perderían.
Etiquetas: cuentos de domingo, cuentos diminutos
Solazados
22.2.20
Si me inquieto mucho al escribir este texto, por ejemplo, sospecho que no me divierto. Y eso no me sienta bien. Sin la misma vocación lúdica que un niño pone en explayarse en el juego, sin la satisfacción de mezclar las palabras con las ideas igual que si te embadurnaras con el tarquín de las acequias y los balates, esta tarea apenas habría que tenerla en cuenta.
𝙉𝙤𝙣 𝙨𝙚𝙧𝙫𝙞𝙖𝙢
18.2.20
Según Jorge Larrosa, «la literatura no reconoce ninguna ley, ninguna norma, ningún valor. La literatura, como lo demoníaco, sólo se define negativamente, pronunciando una y otra vez su non serviam. Tratando, desde luego, de la condición humana, y de la acción humana, ofrece tanto lo hermoso como lo monstruoso, tanto lo justo como lo injusto, tanto lo virtuoso como lo perverso. Y no se somete, al menos en principio, a ninguna servidumbre. Ni siquiera moral. La experiencia de la literatura es extraña a la moral, escapa a la moral, y no se somete, sin violencia, a su soberanía». Este es un ejercicio de libertad y de libertarios que escogen autogestionar su escritura en campos de la palabra, escrutando en el pozo de las vacilaciones, escudriñando en los campos de la imaginación y en la alfarería del pensamiento. Qué más amoral que importunar ciertos tratados del género con la insubordinación literaria.
Etiquetas: citas, Jorge Larrosa, literatura, non serviam
Don Germán
17.2.20
A veces me vuelvo a las clases de Física y Química del Bachillerato, al análisis vectorial de aquellos días que apuntan a mi primera juventud llena de tanteos amistosos y desalentadas primaveras. Allí permanece aún aquel profesor de imponente figura y gafas oscuras, impartiendo docencia y magisterio. La tabla periódica y las valencias de los días de estudio para memorizarla, los enlaces químicos y las fórmulas en su estado sólido, líquido y gaseoso, encerradas las letras iniciales entre corchetes para poder identificarlas, según las estudiábamos.
Las cuatro de la tarde no era la mejor hora para prestar atención a ninguna explicación del maestro de Química, dado el sopor de la digestión y lo vaporoso del aula. Era un momento para escapar de la monotonía y soltar la imaginación medio adormilado. Hasta que surgió la pregunta de don Germán sobre el significado de aquella ‘[S]’, y yo, pobre de mí, sin saber dónde estaba respondí lo más rápido que mis reflejos mentales supieron: «significa plural». Toda la clase rió mientras el profesor me indicaba: «ese será otro de sus chistes, como el del camello». «Perdón, significa estado sólido», pude decir ya más espabilado de mi somnolencia.
El chiste del camello a que aludía mi educador era la típica broma de adolescente, contado una vez tras otra hasta la saciedad, desde un humor de lo absurdo, para estupefacción de la audiencia, y que él tuvo que soportar en un viaje de estudios cuando nos dirigíamos a presenciar la representación de la obra Las arrecogías del beaterio de Santa María Egipciaca, del dramaturgo José Martín Recuerda en el Teatro de la Comedia de Madrid. No dijo una palabra y mientras yo lo suponía desatento a mi martilleante chascarrillo que, micrófono en mano dediqué a mis compañeros del autobús, él lo guardó en su memoria hasta el momento oportuno en que me lo pudo recordar.
La anécdota que su hijo Víctor M. Pérez Benítez recogería muchos años después en el libro ‘La mirada que respira’, me hizo entender con cuánta paciencia se enfrentaba aquel profesorado a nuestras adolescentes conductas y cuánto amor a la profesión en la transmisión de sus enseñanzas, no solo de contenidos sino de vida en sí.
Etiquetas: Germán Pérez Ayes, historias, personajes, relato
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