Cavilares

19.4.18



No ansío que piensen como yo, solo deseo que piensen.



Divisorias

18.4.18



El destino nos encierra en una burbuja de cristal y por ello no reconocemos sus límites.



Salmones

17.4.18



Las personas que se dejan llevar por la corriente nunca sabrán de la libertad de nadar en contra.



Estancias

16.4.18



La mayor traición de la existencia es el abandono de la niñez.



Zapeo

15.4.18



Aburrido miraba su vida pasar cuando decidió cambiar de canal.



Paisaje interior

14.4.18



De corriente levanto la vista por encima de la pantalla del ordenador y con la mirada me alejo de lo que escribo. Es un gesto casi mecánico que me eleva sobre el texto. Me gusta mirar el horizonte, la lejanía cercana a la mirada que alcanza a ver la finitud de un espacio en una línea de mar o en un perfil de montaña, cuando no en las techumbres de los edificios. 

Allí donde se detiene la mirada, la imaginación continúa su camino para ver qué lejos puede ir, hasta dónde llegar para crear un paisaje que no está a la vista y, en cambio, aflora con todos sus detalles. 

Después cierro los ojos y en una prodigiosa función todo se transforma y la mente aventurera comienza la construcción de historias.

Sensateces

13.4.18



No intento tener razón, sólo que exista un mundo razonable.



Cincuenta céntimos

12.4.18



Los días son ásperos entre la gente con la que me cruzo, apenas miradas, por supuesto ningún saludo y menos aún una sonrisa. Sin embargo, son gestos necesarios que esponjan el ánimo y elevan la condición humana. 

En el recodo de una calle, por donde paso a diario, una persona sin hogar me mira a los ojos, me sonríe y me desea que tenga un buen día. En el suelo, junto a un cuenco con monedas, un cartel advierte: ’50 céntimos’. 

Es un aprecio regalado.



Acicalamientos

11.4.18



Hay que despiojar el pensamiento de las ideas que lo parasitan.



Cuantificaciones

10.4.18



Al final de todo, antes de desaparecer, importa saber cuánto has amado.



Distracciones

9.4.18



La vida, ese fugaz pasatiempo.



Flagelación

8.4.18




El hombre látigo se sentía azotado por las deudas.




Adulterados

7.4.18



Hoy hasta la felicidad que se consume está hormonada.




Porfías

6.4.18



Es la tenacidad por vivir lo que nos salva.



Disipaciones

5.4.18



Formados como consumidores terminamos por consumir incluso las relaciones afectivas.



Evoluciones

4.4.18



La civilización más que suprimir la barbarie la perfecciona.



Decoro

3.4.18



Hasta cuando nos equivocamos debemos de tratar de ser honestos.



‘Aforismando’

2.4.18



—A propósito de los aforismos, señor Jorge Wagensberg Lubinski, ¿no piensa que es un género bastante desprestigiado? 
—El aforismo es el más objetivo, inteligible y dialectico género literario. 
—El tiempo lo dirá. —El tiempo pasa, siempre acaba pasando, es sólo una cuestión de tiempo. 
—Y de inteligencia que nombra las cosas. 
—La realidad es inteligible por la misma razón de que hay más ramas que árboles. 
—Nunca entendí por qué las ramas no me dejan ver el bosque si son el mismo bosque, solo es cuestión de imaginación. 
—Lo improbable asombra a todo el mundo, lo cotidiano sólo al genio. 
—¿El genio no tiene dudas? 
—Sólo se puede tener fe en la duda. 
—Y en el conocimiento. 
—Las grietas del conocimiento científico se rellenan con pasta de ideología. 
—La cultura también nos llena de ruido. 
—Cultura es conocimiento transmitido por vía no genética. 
—El conocimiento es descubrir un sentido para gozar el mundo. 
—Conocimiento interdisciplinario: la naturaleza no tiene ninguna culpa de los planes de estudios vigentes en escuelas y universidades. 
—Eso es contradictorio. 
—Sólo hay una contradicción mayor que la de negar la democracia a los antidemócratas y es la de tolerar que éstos acaben democráticamente con la democracia. 
—La falacia del poder también nos destruyen. 
—Las mentiras se construyen, las verdades se descubren. 
—La vida nos edifica a través del pensamiento. 
—El cerebro se inventó para salir de casa y la memoria para volver a casa.



Fantasmagoría

1.4.18



Dos ancianos miran caer la tarde sentados en un banco junto a la carretera. Mis pasos de caminante me acercan hacia ellos. Les saludo, primero con una sonrisa y un leve movimiento de cabeza; después con un «buenas». Responden con amabilidad a mi cumplido. En medio de un rumoroso silencio, les digo que todo parece muy tranquilo y uno de ellos me revela: «en este pueblo, los que no están muertos se han ido». En ese momento se me viene a la mente Comala y pienso si no estaré hablando con dos fantasmas, o si ya seré yo también como uno de esos espectros.



Huecos

31.3.18



Todo tiempo es una ausencia de algo.