Fantasmagoría

1.4.18



Dos ancianos miran caer la tarde sentados en un banco junto a la carretera. Mis pasos de caminante me acercan hacia ellos. Les saludo, primero con una sonrisa y un leve movimiento de cabeza; después con un «buenas». Responden con amabilidad a mi cumplido. En medio de un rumoroso silencio, les digo que todo parece muy tranquilo y uno de ellos me revela: «en este pueblo, los que no están muertos se han ido». En ese momento se me viene a la mente Comala y pienso si no estaré hablando con dos fantasmas, o si ya seré yo también como uno de esos espectros.



1 apostillas:

franco dijo...

Es un poco como la vida en blogger últimamente. A mí ni se me ocurren las ideas ya. Esta quijotada tuya de publicar a diario a mí me dejó un año atrás, y eso que empecé mucho más tarde. Ahora se me antoja que podría publicar en un año, a ritmo de 2 por día, algo que logre "empatar" tanta sequía. Igual seguiremos como fantasmas, pero ya no buscando al padre como Pedro Páramo. O eso espero. Para algo pasamos por el antiedipo y esas cuestiones adversas a Freud y sus seguidores...
Siempre un placer grandísimo volver por aquí, y también recordar que tengo tus libros. Si el tiempo no sigue ganando la pulseada y logro juntar algunos poemas para publicar, viajará mi libro hacia aquel lado como muestra de gratitud.
Saludos fantasmagóricos