Paseo por el jardín de las quimeras

20.1.16



—En todas las épocas hay personas que no piensan como los demás. Es decir, que no piensan como los que no piensan.
—Pensamiento distraído, diría yo.
—Exageráis la hipocresía de los hombres. La mayoría piensa demasiado poco para permitirse el lujo de poder pensar doble.
—Son hijos de los tiempos, señora Yourcenar.
—Escucha con la cabeza, pero deja hablar al corazón.
—No siempre es así.
—Era demasiado joven para sospechar que la existencia no está hecha de súbitos impulsos y de obstinada constancia, sino de compromisos y de olvidos.
—Hablamos de sentimientos que adeudamos a la obligación y la memoria.
—Existe entre nosotros algo mejor que un amor: una complicidad.
—Estamos confabulados con la existencia.
—No vemos dos veces el mismo cerezo ni la misma luna sobre la que se recorta un pino. Todo momento es el último porque es único. Para el viajero, esa percepción se agudiza debido a la ausencia de rutinas engañosamente tranquilizadoras, propias del sedentario, que nos hacen creer que la existencia va a seguir siendo como es por algún tiempo.
—Pero somos seres instruidos, automatizados en nuestro comportamiento.
—Hay que desconfiar de las fórmulas, hay que observar más que juzgar.
—Tendemos a la adjetivación del opuesto.
—La moral es una convención privada; la decencia, una cuestión pública.
—Y luego está todo lo contradictorio que se nos viene encima.
—Cuando un objeto me repugna lo convierto en tema de estudio, forzándome a extraer de él un motivo de alegría.
—Muchas personas se encasillan solas por su incultura.
—Un ser humano que lee, que piensa o que calcula pertenece a la especie y no al sexo; en sus mejores momentos llega a escapar a lo humano.




Acento interior

19.1.16



Cuesta pensar pero sobre todo cuesta pensarse y asumir la voz propia para sacarla al exterior.


Tiempo vívido

18.1.16



Mário de Sá-Carneiro en ‘La gran sombra’, exhala: «los días siguen, y vivo en la extraña sensación de que son ellos quienes me viven, y yo soy el tiempo que ellos recorren». El tiempo, ese espejo que no refleja nada, nos vegeta por dentro y nos oxida por fuera.



Palos de ciego

17.1.16



No estaba ni vivo ni muerto así que fue difícil saber qué sentía.


Extraviados

16.1.16



Teodoro el Ateo, quien instituyó su propia rama dentro de la Escuela Hedonista, afirmó: «sin dioses estábamos perdidos pero con ellos estamos condenados a perpetuarnos en el error». La Teología es una ciencia improductiva que no puede evolucionar más allá del objeto que estudia y vive en un espejismo permanente.



Lecturas decorosas

15.1.16



En ‘El arte de la novela’, Milan Kundera señala que «la novela que no descubre una parte hasta entonces desconocida de la existencia es inmoral. El conocimiento es la única moral de la novela». Y su moraleja es leerla.




Líneas rojas

14.1.16



¿Dónde está la frontera entre la autoestima y el egoísmo?


Un paseo por el Sena

13.1.16



—El peligro de los representantes del pueblo es que con harta frecuencia se limiten a representarlo en sus defectos...
—Debe ser que procuran su felicidad más que la del resto, señor Guinon.
—Cuando desinteresadamente quieras procurar la felicidad de los demás, trata primero de convencerlos de que obras por propio interés; sin esta condición, desconfiarán de ti.
—Y quienes más nos quieren menos nos comprenden.
—Casi siempre son nuestros padres y nuestros amigos quienes más nos quieren y menos nos comprenden.
—También con ellos vale la condescendencia.
—Hay que ser indulgentes con aquellos a quienes amamos. Lo malo es que, a fuerza de indulgencia, acaba por perderse el amor.



Armónico

12.1.16



La eternidad es este instante.



Normas

11.1.16



Nikolái Vasílievich Gógol afirma en ‘Las almas muertas’ que «el ejemplo tiene más fuerza que las reglas». Lo primero es testamentario, lo segundo imperioso.



Curación

10.1.16



El doctor le dijo que volviera dentro de un par de años.
—¿Y podré sanar de esta enfermedad, doctor? —preguntó.
—No se preocupe, el tiempo todo lo cura.



Impavidez

9.1.16




El cínico hedonista y escéptico, Bión de Borístenes, observó que «no merece el nombre de filósofo sino el que recibe las injurias con tanta serenidad como los cumplimientos». Aplicado este pensamiento a la política, pocos se podrían llamar como tal.




Excelencias

8.1.16



Decía Jules Renard: «oficio curioso el de la literatura: mientras menos se hace, mejor hay que hacerlo». Buscar la perfección tiene ese riesgo y solo los genios son capaces de alcanzar.



Armonía

7.1.16



¿Ser feliz es concordar lo que eres con la vida que llevas?



Una charla positiva

6.1.16



—¿Qué es el conocimiento señor Comte? 
—Saber es poder.
—¿Y para qué saber?
—Saber para prever, a fin de poder.
—Si el mundo es una relación de poder por qué no funciona en condiciones.
—Sólo los buenos sentimientos pueden unirnos; el interés jamás ha forjado uniones duraderas.
—Me habla de sentimientos. 
—El amor como principio, el orden como base, el progreso como fin.
—Aun así la fraternidad no nos une porque tenemos intereses distintos.
—Mucho más que los intereses es el orgullo quien nos divide.
—Afortunadamente hay quien se pone en la piel del otro. 
—Vivir para los demás no es solamente una ley de deber, sino también una ley de felicidad.



Confluencia

5.1.16



Los indicadores para la supervivencia del planeta revelan que debemos consumir menos. La esencia del sistema capitalista, propulsada por la especulación y el consumo, lo contrario. La colisión de estos dos vectores determinará un futuro o no futuro nuevo para la humanidad.



Escondrijos

4.1.16



Buscar en lo insospechado es encontrar lo previsible, por eso Friedrich Schiller, afirma que «en el abismo es donde habita la verdad».



Egoísta

3.1.16



Mandaba postales para felicitar las fiestas y en todas ellas escribía: «os deseo que tengáis un jodido año y así me recordaréis en cada mal momento».


Diagnosis

2.1.16


El filósofo estoico, Esfero, sentenció: «estoy enfermo de voluntad». Negarse a sí mismo sería el remedio.



Escribir es escribirse

1.1.16



Hace tiempo me propuse no dejar pasar un solo día de mi vida sin escribir algo. Necesitaba lo que me gusta llamar ‘tensión creativa’: una tracción que impele mi escritura a diario y me hace continuar uniendo palabras con ideas, ideas con emociones, y emociones con palabras.

A pesar de los asuntos cotidianos que hay que resolver, he sido fiel a mí mismo y, en especial, a mis asombrosos lectores que libaron todos esos fragmentos de escritura continua, llenos de momentos ácidos y dulces, alegres y amargos. Todo comenzó hace ahora once años.