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El precio de la lectura

17.4.17



Parece descabellado pero dado el volumen de publicaciones igual los lectores deberían comenzar a cobrar por libros leídos.



Matadores

23.4.16



La muerte de los lectores la encaminan los escritores que matan a las palabras.



Lectores vitales

4.3.16



No solo se lee en los libros. La narrativa más oscura, silenciosa y precisa de leer, es la vida que pasa delante de nosotros. Asociar lectura y felicidad no es solo una disrupción, es una falta de sensibilidad.


Escribir es escribirse

1.1.16



Hace tiempo me propuse no dejar pasar un solo día de mi vida sin escribir algo. Necesitaba lo que me gusta llamar ‘tensión creativa’: una tracción que impele mi escritura a diario y me hace continuar uniendo palabras con ideas, ideas con emociones, y emociones con palabras.

A pesar de los asuntos cotidianos que hay que resolver, he sido fiel a mí mismo y, en especial, a mis asombrosos lectores que libaron todos esos fragmentos de escritura continua, llenos de momentos ácidos y dulces, alegres y amargos. Todo comenzó hace ahora once años.



Relectores

5.11.15



Jonathan Culler plantea que existen dos clases de lectores: los lectores como campo de experiencia para el crítico (él mismo como lector), y aquellos otros futuros lectores que se beneficiarán del trabajo que el crítico y los lectores anteriores han realizado. Y donde el autor se diluye en la escritura.



¿Libros tóxicos?

25.4.06



La escritora Ayes Tortosa comparó, en su discurso de apertura de una Feria del Libro, a los bibliotecarios y a los libreros con los curanderos y después apeló a la retirada de los libros tóxicos: «Con la Literatura ocurre igual que con la Medicina. Si el paciente toma un fármaco equivocado puede empeorar o incluso morir. Y es que lo mismo que el Ministerio de Sanidad retira, de vez en cuando, medicamentos que son perjudiciales para la salud, se deberían de revisar todos aquellos libros tóxicos, plagiados, perdón intertextualizados, clónicos, incoloros, inodoros, insípidos, que sólo sirven para enredar. ¿Cuántos lectores, sobre todo jóvenes, no habrán muerto a causa de un libro tóxico?» Perplejo, tras escuchar este discurso, me pregunto quién es aquí el juez supremo del bien y del mal. Por fortuna esta escritora no debe leer en las bitácoras, sino a la mayoría de blogueros nos hubiera retirado el Ministerio de la Buena Lectura. Por tóxicos y corrosivos. Siempre recuerdo, en estos casos, la sentencia de Plinio el Joven: «No hay libro por malo que sea, que no tenga algo bueno».